Gioconda Belli: Creo que Venezuela no va a llegar a ser otra Nicaragua
La novelista y activista Gioconda Belli, compañera de lucha de Daniel Ortega en la época en la que el sandinismo era un movimiento de «raíz patriótica», cree que «Maduro va a acabar con el chavismo», tal como lo hizo Ortega con el sandinismo, ahora «odiado» por el propio pueblo nicaragüenses y transformado en el orteguismo, un régimen donde el poder está totalmente centralizado en Daniel Ortegal y Rosario Murillo, su esposa y también vicepresidenta de Nicaragua
Daniel Ortega ha sido una figura central en la política nicaragüense desde la Revolución Sandinista en 1979. Aunque fue líder de ese movimiento, él mismo lo pulverizó. Su trayectoria, que abarca 27 años en el poder, ha sido un viaje hacia un modelo dictatorial, donde el control de las instituciones del Estado, la persecución de opositores y la limitación de las libertades civiles se han convertido en los pilares de su régimen. En el vasto entramado latinoamericano, Nicolás Maduro emerge como uno de sus aliados más cercanos. A pesar de las diferencias notables entre ambos, comparten enfoques autoritarios y tácticas de represión contra los manifestantes. Tal vez sea esta la razón por la cual, días después de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) diera una victoria presidencial al ungido de Chávez —quien ha gobernado por 11 años—, el mandatario centroamericano expresó su «formal y claro reconocimiento del resultado electoral», desafiando el fuerte rechazo de la comunidad internacional.
En Nicaragua, las elecciones de 2021 también fueron objeto de controversia, resultando en un nuevo mandato para Ortega. El pueblo se alzó en Managua contra lo que consideraron un fraude, pero el líder sandinista se mantuvo firme en su posición. Hoy, la llama de la protesta se ha apagado; hay prohibición de reuniones públicas y cualquier forma de oposición se sofoca con violencia implacable.
Gioconda Belli, exguerrillera sandinista y reconocida poeta y escritora, a pesar de las similitudes entre los regímenes de Maduro y Ortega, no comparte la visión pesimista de que «Venezuela llegue a ser otra Nicaragua». La fe envuelve sus palabras al pronunciarlo, aunque su convicción parece titubear ante la realidad. Recuerda con tristeza que en su país —del cual ha sido desterrada— hubo una rebelión popular reprimida «a sangre y fuego». La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) fijó hace tres años en 355 el saldo de muertos por las manifestaciones de 2018 contra el orteguismo.
La novelista nicaragüense siente una profunda «admiración» por los venezolanos que aún se atreven a salir a la calle. «Eso es fundamental», subraya con firmeza. Insiste en que cada quien es dueño de su propio miedo y que se quieta con la compañía, con multitud. «Es duro porque uno se arriesga a que lo maten. Es una decisión tan personal. Cuando hacíamos la resistencia en el caso del somozismo, yo sabía que no estaba sola. Cuando llegas a ese punto, es cuando logras avanzar», explica.
En medio de una conversación con TalCual este 21 de agosto, lanza la idea de convocar un paro nacional. Sin embargo, pronto titubea: «No soy venezolana».
Belli se interroga sobre cómo Maduro podrá gobernar después del «fraude electoral» que, para ella, le ha hecho perder toda legitimidad. «Es vergonzoso», exclama, pero ya ha vivido antes esa amarga experiencia en su Nicaragua natal.
«Han encerrado a toda la sociedad en Nicaragua. Cuando los gobernantes son rechazados por su pueblo y lo saben, lo que hacen para asegurar el poder es apretar todo lo que pueden; crean redes de espionaje y hostigan hasta que se van. Te mandan al exterior y te quitan la nacionalidad», reflexiona Belli desde Madrid, donde vive su destierro de la Nicaragua a la que le tiene un profundo amor; la Nicaragua que la convirtió en poeta y que todavía la acompaña en su corazón porque es un «país chiquito, es un país portátil».
Gioconda Belli recuerda también que el sandinismo, aunque transformado por el tiempo y las circunstancias, fue una» gesta heroica» que resonó entre los nicaragüenses». Sin embargo, esa esencia vibrante ya no existe; ha sido suplantada por el orteguismo, un régimen en el que el poder se encuentra completamente concentrado en Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, quien ocupa la vicepresidencia de Nicaragua.
Lea también: Un contingente militar antimotín preparado para cuidar… una estatua
Ella, quien fue compañera de lucha de Ortega en la época en la que el sandinismo se erguía como un movimiento de «raíz patriótica», cree que «Maduro va a acabar con el chavismo», tal como lo hizo Ortega con el sandinismo, ahora «odiado» por su propio pueblo. Quizá en este punto resulte idóneo recordar la arremetida contra el símbolo de la revolución en Venezuela, las estatuas de Hugo Chávez, ante el silencio gubernamental en los días posteriores a la presidencial y profundo el malestar colectivo.
«Lo más terrible que yo veo es que en Venezuela se empiece a crear una situación de miedo a escribir, a hablar. He sufrido estos días con ustedes (con los venezolanos). No me resigno. La injusticia me conmueve, me endurece. Me da la impresión de que ellos (Maduro) pensaron que iban a ganar las elecciones. Me recuerda a que el sandinismo pensó que iba a ganar las elecciones y cuando se perdieron se congelaron. La decisión del sandinismo de entregar el poder fue tomada por nueve personas, que eran los dirigentes de la revolución. No era solo Daniel Ortega. Si hubiese estado solo, no lo hubiese hecho», puntualizó.
Recordó que ella misma, que formaba parte del movimiento, se alegró de la derrota pues entendió que la democratización del país era más importante. Una conciencia que, dice, embargó a varios dentro del sandinismo. No fue «el fin de la historia», sino una oportunidad que se podía aprovechar. Lamentablemente, Ortega se encaminó a la deriva autoritaria que hoy lo mantiene en el poder. «La gente que teníamos en el tribunal electoral, el jefe era un hombre íntegro. Para mí fue lo mejor que pasó. Yo me sentí orgullosa de que el frente sandinista fue capaz de entregar el poder».
Haga clic aquí para escuchar completa la entrevista a Gioconda Belli.