Golpe bajo, por Teodoro Petkoff
Este episodio quedará marcado con letras de fuego en el capítulo venezolano de la Historia Universal de la Infamia. Si el Presidente quería sacar de su cargo a José Vicente, ¿por qué, simplemente, no le pidió la renuncia o, más fácilmente, por qué no lo destituyó, sin más explicaciones? ¿Qué necesidad había de infligirle esta humillación? La corte de los Borgia luce como un kindergarten al lado de la corte de Hugo.
Primero que nada, supóngase que las cosas fueron como las cuenta ahora Chávez. ¿Veinte años después descubre Chávez que Rangel «salvó» con su voto al ex presidente Pérez? ¿Después de haberlo hecho canciller y posteriormente titular de Defensa, descubre ahora Chávez que José Vicente no es sino un mercenario, un hombre capaz de vender su voto? Como tal cosa no es posible, porque Chávez sabe de lo que está hablando, habrá que convenir en que el Presidente ha utilizado a plena conciencia a un hombre del cual siempre pensó que era un corrupto. En 1997, JVR asesoró y ayudó a Chávez a salir del degredo y emprender su conquista electoral del poder. Si a alguien «salvó» JV es a Chávez. ¿Se puso Chávez entonces un pañuelo en la nariz? La naturaleza ética del Presidente ha sido puesta en entredicho por él mismo.
Sin embargo, la cosa es aún peor porque Chávez, en realidad, se ha hecho eco, con alevosía, de una conseja canallesca que acompaña a José Vicente desde aquella famosa votación sobre el «Sierra Nevada», en 1980. Rangel venía de ser candidato presidencial del MAS en 1978 y en esa votación sobre CAP se diferenció radicalmente de la posición del partido, el cual votó solidamente a favor de la condena política, moral y administrativa de aquél. Pero lo hizo junto a otros 10 parlamentarios, entre ellos los del MIR y el PCV, quienes también, como JVR, se abstuvieron en la votación sobre la responsabilidad administrativa del ex Presidente. Cualquiera de esos 11 votos pudo haber sido el decisivo. Esos 11 parlamentarios, entre ellos JVR, tuvieron razones políticas para votar como lo hicieron, y atribuirle a cualquiera de ellos una motivación mercenaria es un insulto mortal.
Rangel ha sido colocado en una posición muy delicada. La semana pasada ya el comandante de la FAN había corregido públicamente al ministro de la Defensa, a través de una declaración que, ahora se ve, fue inspirada por el Presidente. Eso no fue suficiente para provocar la renuncia del ministro de modo que Chávez, por lo visto, ha creído necesario elevar el tono de la ofensa para ver si el hombre se va. José Vicente ha dicho que no va a renunciar. El pulseo entre él y el Presidente continuará, pues.