Guerra entre titanes: Trump acusa a Obama, por Ángel Monagas

Las recientes declaraciones de Donald Trump acusando a Barack Obama de haber estado involucrado en un «golpe de Estado» pueden calificarse de varias maneras, dependiendo del enfoque que se adopte:
Políticamente: una estrategia de movilización
Estas acusaciones suelen verse como una herramienta para reforzar su base electoral, especialmente dentro del sector más leal del movimiento MAGA, donde Obama es visto como el símbolo del «establishment» demócrata.
Trump busca desviar la atención de problemas actuales de su administración (críticas internas o externas) y reactivar viejas batallas que le resultan útiles para mantener la narrativa de «víctima del sistema».
Históricamente: continuidad de un enfrentamiento personal
Desde 2011, cuando Trump impulsó la teoría conspirativa sobre el acta de nacimiento de Obama («birtherism»), ha mantenido un enfrentamiento abierto con el expresidente.
Estas declaraciones son una prolongación de ese antagonismo, que Trump usa para reforzar su imagen de outsider en guerra contra el establishment.
Legal y mediáticamente: una acusación sin fundamento
No hay evidencia verificable de que Obama haya participado en un intento de golpe de Estado contra Trump o su gobierno.
Los medios tradicionales y analistas políticos lo interpretan como retórica sin pruebas, que puede generar tensiones políticas pero carece de sustento legal.
Impacto político inmediato
Fortalece su conexión con su base (al presentar una narrativa de lucha contra enemigos internos).
Polariza aún más el ambiente político, pues los demócratas y medios liberales lo acusan de difundir teorías conspirativas para desviar críticas.
Riesgo de desgaste internacional, ya que estas declaraciones pueden percibirse como inestabilidad política desde el exterior.
Donde se inició la polémica
Durante una comparecencia en la Oficina Oval con el presidente filipino, Trump acusó al expresidente Obama de traición y de haber liderado un intento de golpe de Estado contra él en 2016. Alegó que Obama encargó una estrategia para «robar» las elecciones y obstruir su presidencia.
Citó documentos desclasificados por su directora de Inteligencia, Tulsi Gabbard, que supuestamente demostrarían una conspiración «sediciosa» del equipo de Obama.
Además, Trump compartió en su red social un video fabricado con inteligencia artificial en el que se ve a Obama siendo arrestado, como parte de esta campaña de acusaciones.
Qué opinan los demócratas
Portavoces de Obama calificaron las acusaciones de «bizarro», «ridículo» y parte de un intento de desviar la atención, especialmente del escándalo Epstein.
Las acusaciones contravienen conclusiones de investigaciones previas, incluyendo la evaluación conjunta de 2017 y el informe bipartidista del Senado de 2020, que no hallaron pruebas de manipulación de resultados electorales.
Demócratas y varios republicanos moderados han rechazado los señalamientos como conspiraciones infundadas, como lo refleja el rechazo de congresistas como Jim Himes y otros expertos.
Sentido de oportunidad
Analistas coinciden en que Trump busca desviar la atención de la investigación sobre Jeffrey Epstein y la presión mediática que enfrenta, canalizando la narrativa hacia un supuesto complot de Obama. El recurso del video falso destaca su estrategia de difundir teorías conspirativas visuales potentes para reforzar su mensaje ante su base MAGA.
Trump acusa a Obama de sedición, traición e intento de «golpe». Jamás pensé en escuchar esto en Estados Unidos.
Las pruebas incluyen vídeos presentados por Tulsi Gabbard.
Obama insiste que se trata de una «distracción».
En medio de este escenario, el elemento Epstein, reduce su importancia.
Esta acusación representa un paso sin precedentes en el uso presidencial de señalamientos legales contra un expresidente. Hasta ahora no se han presentado pruebas formales que respalden los cargos, y se enfrentan al escepticismo de las investigaciones previas y los expertos.
Revisando la historia
Acusaciones de Donald Trump reflejan una vieja rencilla entre ambos hombres. Es más, algunos analistas especulan de ese viejo sentimiento de Trump en contra de Obama.
Las acusaciones actuales de Donald Trump contra Barack Obama —al calificarlo de «traidor» y sugerir un «golpe de Estado» en 2016— también se interpretan como la culminación de una vieja rivalidad personal y política que se remonta a más de una década.
El origen de la rencilla
La era del «birtherismo» (2011-2016)
Trump fue uno de los principales promotores de la teoría conspirativa de que Obama no había nacido en Estados Unidos, cuestionando su legitimidad como presidente.
Aun después de que Obama mostrará su certificado de nacimiento, Trump siguió insinuando que era falso, usando el tema para construir notoriedad política.
La Cena de Corresponsales de 2011
Durante la famosa cena de la Casa Blanca, Obama ridiculizó a Trump en público —mostrando videos de «El Rey León» como su «certificado de nacimiento»— frente a miles de invitados y cámaras.
Diversos analistas, incluido el periodista Chris Cillizza, han citado este momento como un detonante de la animosidad de Trump, quien habría sentido que Obama lo humilló ante la élite política y mediática.
Choques durante la transición de 2016
Obama advirtió sobre la amenaza rusa y urgió a Trump a confiar en la comunidad de inteligencia, algo que Trump desestimó.
Trump, en privado y público, acusó a Obama de «saboteador» por supuestamente filtrar información a los medios para debilitar su presidencia.
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Analistas sobre la motivación personal
Estrategia y revancha: Varios expertos creen que las actuales acusaciones —incluyendo videos falsos de Obama siendo arrestado y documentos desclasificados por Tulsi Gabbard— no solo buscan distraer del caso Epstein, sino también vengar años de rivalidad y humillación pública.
Construcción de narrativa para su base: Atacar a Obama, figura simbólica de la era demócrata y del «establishment», refuerza su imagen de outsider combativo ante su electorado MAGA.
Reforzar el relato del «Estado profundo»: Las acusaciones permiten a Trump unir su cruzada política con un relato personal de vendetta.
Está película puede tener un final inesperado o quizá sencillamente que la taquilla no la apoye.
Ángel Monagas es abogado y comunicador.