Habitantes de La Guaira arriesgan la vida pescando mar adentro por hambre
Uno de los mayores temores para estos pescadores de La Guaira es que alguno de los anzuelos perfore accidentalmente su cámara de aire mientras pescan muy lejos de la orilla, también atraer tiburones que podrían morderles las piernas
Habitantes de las zonas costeras de Vargas se han visto en la necesidad de utilizar cámaras de neumáticos para flotar mar adentro equipados con apenas un anzuelo y un sedal mientras conservan la esperanza de pescar alguna especie de pez que les permita llevar alimento a sus mesas.
Un reportaje de la agencia de noticias AP entrevistó a algunos habitantes de La Guaira que arriesgan sus vidas en esta práctica, empujados por una cuarentena que les impide trabajar y un Gobierno que no les ofrece alternativas para sobrevivir.
Uno de los entrevistados, Juan Carlos Almeida, de 35 años, asegura que trabaja en el sector de la construcción, pero se ve incapaz durante la cuarentena porque hay muy pocos proyectos y no se puede dedicar a esa actividad de manera independiente, debido a los costos de los materiales.
“Nosotros somos constructores, nosotros somos albañiles, pero ahorita no hay trabajo de construcción. No hay ¿Cuánto cuesta un saco de cemento? Vale 10 dólares ¿Quién compra un saco de cemento ahorita en 10 dólares? Y si compran el saco de cemento no van a tener para pagarte la mano de obra. Entonces, ¿Cómo hacemos? Más fácil para nosotros es salir a pescar”, aseguró.
Estos trabajadores convertidos en pescadores por necesidad suelen remar hasta 8 kilómetros de la costa en pequeños grupos. En el caso de Almeida, junto a su compañero de pesca Eric Méndez, utilizan paletas de remo hechas con bandejas de plástico y aletas en los pies para impulsarse mar adentro.
Llevan anzuelos extra en el ala de sus sombreros, lejos de la goma y se preparan para pescar cuando llegan a las zonas con más peces. Dejan caer líneas de pesca de un carrete cebado con sardinas.
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Los riesgos que afrontan son diversos. Uno de los mayores temores es que alguno de los anzuelos perfore accidentalmente su cámara de aire mientras pescan muy lejos de la orilla. Por eso llevan tiras de goma, con la finalidad de improvisar parches de emergencia.
Cuando atrapan a sus presas, los jalan con cuidado, pues necesitan verificar que un tiburón no esté siguiendo al pez que cayó en el anzuelo. Si acercan demasiado a los depredadores marinos, pueden tratar de morderles las piernas.
«Independientemente de los riesgos, los pescadores en cámaras de aire dicen que estar en el mar durante varias horas los relaja. Les permite alejarse por un momento de las luchas de la vida en tierra: la pandemia, la crisis económica, los niños hambrientos y la falta de trabajo», reseñó el reportaje de AP.
Los pescadores prefieren remar varios kilómetros lejos de la playa porque aseguran que consiguen peces más grandes. Cuando regresan a la costa reman contra las corrientes y luego deben caminar varios kilómetros hasta sus casas, descalzos y cargando a los peces que consiguieron en la jornada. La necesidad los obliga.
“Nosotros también tenemos derecho a la comida. Si nosotros no tenemos un trabajo, tenemos que ir… ¿a qué? A lo que Dios le dio a uno: el mar. Tenemos que lanzarnos a pescadores”, dice Méndez, un esposo y padre con dos hijos.
*Puede acceder al reportaje original de AP haciendo clic en este enlace.