Hablando con Chávez, por Teodoro Petkoff
Cómo es lógico, la noticia de la conversación que un pequeño grupo de personas sostuviéramos el sábado pasado en la noche con el presidente Chávez, ha suscitado un comprensible deseo de saber qué fue lo que se habló en esa reunión. Yo fui invitado a participar en un encuentro con el Presidente (quien estuvo acompañado, por cierto, por el vicepresidente José Vicente Rangel), en el cual también estarían los monseñores Baltazar Porras y Ovidio Pérez Morales, así como Eduardo Fernández. Desde luego, acepté porque como es público y notorio, la postura editorial que expongo diariamente favorece el restablecimiento de una práctica que fue habitual durante los gobiernos anteriores, que es la de mantener contactos y puentes entre gobierno y oposición. Sobre todo, y con más razón, mientras mayor sea la conflictividad que caracterice las relaciones entre ambos sectores, como en el caso actual. Si es para buscarle soluciones a los peligros que nos amenazan, jamás me negaría a hablar con quien sea.
Por supuesto que asistí a título estrictamente personal, ya que no soy miembro de ningún partido ni gremio u ONG y TalCual ni siquiera pertenece al Bloque de Prensa. No asumí, pues, la representación de nadie y las opiniones que expuse sólo a mí me comprometen.
Buena parte del intercambio se centró en un examen de la crisis. El Presidente expuso los puntos de vista que el país entero le ha escuchado sobre el paro y sus consecuencias, y sus interlocutores hicimos lo propio. Por lo que a mí respecta, insistí en la necesidad de buscar una salida acordada por las partes y señalé que la horrenda crisis económica, social y por ende política que está cayendo sobre los venezolanos hace imperativa una solución que encauce la peligrosa conflictividad actual hacia un terreno que permita al soberano decidir el destino del país por vía electoral. Nada pues que nuestros lectores no conozcan.
Entramos, por supuesto, en el tema de las posible soluciones y conocida como es la insistencia de Chávez en que cualquier salida debe atenerse a la normativa constitucional, caímos en el examen de lo que ésta pauta. Así llegamos al artículo 341, que se refiere a las enmiendas a la Constitución, que reza así: «Las enmiendas a esta Constitución se tramitarán en la forma siguiente: 1. La iniciativa podrá partir del quince por ciento de los ciudadanos inscritos y las ciudadanas inscritas en el Registro Civil y Electoral; o de un treinta por ciento de los o las integrantes de la Asamblea Nacional o del Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros (…) 3. El Poder Electoral someterá a referendo las enmiendas a los treinta días siguientes a su recepción formal…»
El Presidente señaló de manera bastante categórica que siendo estas disposiciones constitucionales, si el pueblo aprobara en referendo una proposición de enmienda que haga posible una solución electoral a la crisis, el gobierno acataría la decisión, independientemente del hecho de que no estuviera de acuerdo con ella. Queda claro que el quince por ciento de los electores puede plantear esa enmienda, que iría directamente a referendo, sin necesidad de debate previo en la Asamblea. A estas alturas ya era la una de la mañana. Cuando nos despedíamos, se abrió uno de los ventanales del balcón y entró una bocanada del fresco aire de la madrugada.