Hablemos a la gente con la verdad, Griselda Reyes

En política hay que ser consistentes con el discurso y con las acciones. Hablar de unidad, por un lado y atacar por el otro, a quien no piense como tú, ha sido característica del chavismo durante muchos años: si no estás conmigo estás en mi contra.
Sin embargo, desde 2013 para acá, también se ha convertido en un rasgo distintivo de quienes dicen estar del lado opositor a Nicolás Maduro. Si apoyas a Juan Guaidó eres tarifado del chavismo; si no apoyas a Guaidó también eres tarifado del chavismo; si apoyas la vía electoral como única ruta para dirimir el conflicto político, eres enchufado; si no apoyas las protestas de calle, eres tarifado; si no avalas la intervención extranjera, eres apátrida.
¿Qué nos ha pasado como sociedad? Estamos demasiado enfermos por el odio y el resentimiento que el chavismo sembró. Ese es el legado que dejó Chávez: una colectividad dividida, rencorosa, incapaz de tolerar al que piensa distinto, al que obra distinto y, peor aún, que además se siente con derecho a descalificar y juzgar a cualquiera. Y quienes están en el PSUV han sabido manejar esa animadversión entre opositores a su favor.
Hoy vemos a venezolanos, literalmente, echándose cuchillo entre ellos por haber o no haber participado en la convocatoria a protesta que se hizo para el 16 de noviembre.
Me pregunto si esos venezolanos viven en carne propia lo que padecen millones de conciudadanos que no tienen acceso a las redes sociales; que no reciben remesas del extranjero; que no tienen la posibilidad de cobrar sueldos en dólares sino en bolívares; que deben ingeniárselas para acceder a los servicios básicos; que van a un hospital público y de allí los ruletean a uno y a otro; que han abandonado el país con la ropa que llevan puesta y una cédula de identidad que no sirve para nada.
Venezuela está apurada y, desafortunadamente, la realidad política de quienes se erigen como líderes de oposición es otra. La Asamblea Nacional per se no puede ejecutar ni resolver los problemas de los venezolanos, porque no ejerce control sobre los otros poderes públicos.
El apuro de la clase media y media alta para arriba, es un apuro de carácter político. Pero el apuro de la clase media para abajo, es un apuro de carácter social, de alimentación, de salud, de servicios públicos.
Dicen que el periodista polaco Ryszard Kapuscinsky dijo algo así como que “La persona con el estómago vacío empieza a pensar en lapsos cortos. No se plantea qué ocurrirá el día siguiente, sino qué podrá meterse en la boca. No puede pensar en términos abstractos, que son los que permiten emprender intentos para salir de una situación desesperada”.
¿Están conscientes los dirigentes políticos de oposición de esta realidad? El desgobierno lo sabe y desde hace 21 años viene instrumentando el control político y social por el hambre y la necesidad de los más vulnerables.
Pues sí. “Nadie puede ser sensato con el estómago vacío”, decía la periodista y novelista inglesa Mary Anne Evans, mejor conocida por su seudónimo George Elliot.
Decirles a los venezolanos que se están muriendo de hambre que “vamos bien” y repetirles desde hace 11 meses que se va a lograr el cese de la usurpación para instalar un gobierno de transición, es mentira. La transición sólo se logrará si el otro acepta y negocia. Este desgobierno ha demostrado que no va a ceder a las exigencias de la oposición. A fin de cuentas Nicolás Maduro ejerce el poder y tiene a su favor al resto de los poderes públicos y a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que lo sostienen.
A los venezolanos hay que hablarles claro y dejar de venderles quimeras. No queremos que sigan proponiendo cosas que en realidad no serán posibles, porque eso sólo conduce a una mayor decepción, a una mayor desmotivación y a la pérdida de esperanzas.
La presión de los venezolanos sobre el desgobierno surtirá efecto cuando les hayamos hecho entender que en la unión verdadera está la fuerza. Algunos venimos trabajando en silencio para construir ciudadanía, sin incurrir en el error de generar demasiadas expectativas o crear inmediatismo. Los errores del pasado nos han hecho ser más reflexivos a la hora de tomar decisiones.
La mayoría del país quiere un cambio urgente de gobierno y de modelo. Hasta los que se confiesan chavistas desean algo mejor, porque no hay Clap, bonos ni misiones que permitan a la gente salir de esta pobreza crónica en la que están sumergidos.
Los venezolanos necesitan sentirse incluidos porque quienes están tomando decisiones y el ejercicio del liderazgo implica una gran responsabilidad.
El desgobierno está trabajando duro en las elecciones parlamentarias de 2020. ¿Vamos a regalarle el único espacio que nos queda? Yo me opongo y trabajo cada día de mi vida por motivar a los venezolanos para que vayan voten, resguarden sus votos, para que se animen a participar como miembros de mesa.
Las comparaciones son odiosas. Pero lo que ocurrió en Bolivia es muestra de que una sociedad organizada y consciente de sus derechos puede ejercer la presión suficiente para desenmascarar cualquier intento de fraude electoral.
En las últimas elecciones celebradas en Venezuela en 2018 (presidenciales y de alcaldes y concejales) no había testigos de la oposición en los centros de votación. Los únicos que estaban allí eran los representantes del PSUV ¿Cómo no van a hacer trampa? Por eso perdimos.
Venezuela requiere mucha organización política y social, verdadera unidad. Y todos los partidos políticos deberían estar trabajando en ello desde el año pasado. Si tú vas a un proceso y los electores y el liderazgo acuden masivamente a votar y defender los resultados en los centros de votación y en la calle, el costo para el desgobierno será más alto.
No olvidemos que estamos ante un gobierno que no es democrático al que no le genera prurito alguno cometer delitos electorales. Mientras ellos estén al frente y detenten el poder, jamás tendremos condiciones favorables a nosotros. Depende de cada uno de los venezolanos decidir qué quiere para el país, sin esperar que aparezca un Mesías a decirnos qué hacer o qué no hacer.
Salir del desgobierno y lograr un cambio de modelo es tarea de todos los venezolanos, no de un Mesías ni de un puñado de dirigentes políticos que, lamentablemente, no han entendido a los venezolanos que han quedado invisibilizados por el boom de las redes sociales y la propaganda política gubernamental.