Hacer encuestas electorales en Venezuela es una actividad de alto riesgo
¿Las encuestas son mal hechas o mal utilizadas? Expertos consideran que Venezuela es un entorno demasiado impredecible y complejo como para pretender que las encuestas no fallen. En las elecciones del 20M, el factor impredecible fue la alta abstención chavista
Los encuestadores han encontrado un cómodo refugio en la excusa de que sus sondeos son fotografías de un momento concreto y que, por lo tanto, no se les puede pedir certeza cuando se trata de proyectar eventos políticos en entornos cambiantes.
El problema es que los encuestadores insisten en este argumento siempre que la realidad desmiente sus pronósticos. Antes, durante los procesos electorales que proyectan, divulgan sus números con la misma certeza que se supone en los astrólogos.
El experto en análisis organizacional Christian Burgazzi no cree que sea cierta la impresión generalizada de que las encuestas son determinantes en las decisiones que toman grupos políticos, porque eso implicaría la renuncia al análisis político y al conocimiento directo de la realidad; sin embargo, reconoce la influencia de algunos encuestadores que participan directamente en campañas políticas.
«Esta es una situación seria, porque es cierto que las encuestas tienen graves problemas de credibilidad, y las empresas serias que hacen este trabajo pagan las consecuencias. Es necesario que las empresas expliquen, por ejemplo, qué pasó con los comicios del 20 de mayo, cuáles fueron realmente las fuentes de los errores», apunta Burgazzi.
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Sin embargo, este analista señala que es necesario poner el debate en términos justos. «Mucho se cuestionó el papel de las encuestas en el referendo de Gran Bretaña para salir de la Unión Europea o en las últimas elecciones de Estados Unidos. Lo que pasó realmente es que los resultados mayoritarios contra el Brexit provenían de casas de apuestas, no de empresas encuestadoras serias. Y en el caso de los comicios que ganó Donald Trump, las encuestas medían el voto popular y daban ganadora a Hilary Clinton, cosa que realmente pasó».
Venezuela es un riesgo
«Si yo me dedicara a hacer encuestas, no haría sondeos políticos en Venezuela. Esta es la actitud que tomaría una empresa seria, si no es capaz de garantizar una fotografía fidedigna de la realidad. Hay métodos, como la realización de preguntas cruzadas, entre otros mecanismos, que permiten, por ejemplo, reducir el riesgo de que los encuestados mientan. Ese no puede ser un argumento», apunta Burgazzi.
Sin embargo, Burgazzi reconoce que hacer encuestas en Venezuela es un riesgo enorme, porque los procesos políticos son objetos de manipulaciones que pueden empañar la fotografía de la realidad que muestran los sondeos políticos.
«Las condiciones en las que se hace política en el país exigen que las empresas que se dedican a desarrollar escenarios trasciendan las encuestas y utilicen otros instrumentos para validar sus conclusiones, como los focus groups, por ejemplo», sentencia Bugazzi.
El analista de entorno apunta que las condiciones en las que se realizó el proceso electoral del 20 de marzo, especialmente las presiones a las que sometió el gobierno a sectores sociales que supuestamente lo apoyan, afectaron la marcha del proceso de maneras que pueden ser difíciles de medir.
«Ahora, no parece correcto atribuir el posible error de una encuesta al sistema electoral. Hay que acotar que hay diferentes estimaciones sobre la participación en estas elecciones y algunas encuestas acertaron, más o menos, las cifras más creíbles», subraya Burgazzi.
Para este analista, las condiciones adversas que afectan la logística para hacer encuestas, como problemas de movilización, las dificultades de acceso a ciertos sectores y los altos costos operativos, tampoco pueden ser excusas. «Insisto en que si no hay condiciones para hacer un buen estudio, es mejor no hacerlo».
¿Qué pasó el 20M?
El presidente de la encuestadora DatinCorp, Jesús Seguías, sostiene que el fenómeno que las encuestas no pudieron medir fue el deslave del chavismo, cuya abstención no estuvo presente en los sondeos previos a las elecciones.
En un análisis escrito sobre los resultados del 20M y las encuestas, Seguías insiste en que la abstención real en este proceso fue de 69%, lo que significa que efectivamente sufragaron 5.300.000 electores de una población estimada en 17.000.000 de personas habilitadas, pues el encuestador descuenta una fracción del Registro Electoral a la cual identifica como una abstención estructural, resultado de la emigración de connacionales al exterior.
Según el encuestador, las cifras del CNE generan dudas sobre su credibilidad, por lo que no deben ser asumidas como referencia. DatinCorp hizo un conteo rápido durante la jornada con tres cierres, los cuales se nutrieron con las cifras de sufragantes registradas en los cuadernos electorales, suministradas por los testigos de la oposición, los cuales mostraron una cantidad de participantes muy inferior a la de procesos anteriores.
«No había duda que estábamos en presencia de un fenómeno imponderable -el deslave de chavismo-, por tanto no cuantificable en los estudios realizados (aun cuando existía la sospecha de su existencia). Ninguna encuesta podía obtener esa información de un electorado chavista que estaba tomando decisiones con la más absoluta discreción y por razones muy obvias», escribe Seguías.
Cuenta, además, que el sábado previo a las elecciones, DatinCorp publicó el análisis “Los 4 imponderables de mañana”, entre los cuales el número 2 se refería a ese «posible deslave» en la votación chavista producto del descontento interno
«De acuerdo con estudios cualitativos realizados días antes, y por informaciones recibidas por fuentes internas del PSUV, era evidente que se estaba cocinando una sorpresa. De hecho, el sábado 19, a la 1 de la tarde, el PSUV aun no había conformado el 70% del padrón electoral en Caracas y en el Zulia, algo insólito en esa organización. Este fue el gran acontecimiento político del 20 de Mayo», manifiesta Seguías en su análisis.
El sociólogo colombiano especializado en Demoscopia, José Raúl Michelena, explicó a TalCual que la credibilidad de las encuestas está tan cuestionada en el país vecino como en Venezuela. «El problema aparece cuando usted usa las encuestas como predictores; esa es una mala práctica muy común, porque genera expectativas falsas. Pretender entender un proceso social complejo, como una elección, a través de un sondeo, donde generalmente existen desviaciones metodológicas carece de sentido».
Para el experto, el fenómeno de la «encuestitis» es generado por los medios de comunicación. «En general, los analistas políticos de los partidos hacen buen uso de los sondeos y entienden sus limitaciones, pero los medios no. Además, publican los datos con sesgos que desvirtúan la investigación realizada. Salvo en condiciones políticas muy predecibles -por ejemplo, cuando hay un candidato muy popular y dominante- es imposible predecir el resultado de una elección con un mes de anticipación».
Michelena concuerda con el criterio de Burgazzi al indicar que las condiciones políticas en Venezuela son complejas en extremo. «Hay demasiados incentivos para que la recolección de data tenga muchas desviaciones. Uno puede buscar un paralelismo con el plebiscito chileno para salir de la dictadura de Pinochet, en 1988, cuando casi ninguna encuesta daba ganador al No. El problema era el miedo de contarle a un extraño que se pensaba votar contra la dictadura».
Efecto contagio y abstencionismo militante
El analista Christian Burgazzi dice que los procesos electorales pueden ser afectados, normalmente, por muchos imponderables. Y si los comicios se producen en un ambiente de polarización extrema y represión como el vanezolano, la situación es más compleja.
«Yo no dudo que incluso se haya producido un efecto contagio de estímulo a la abstención al ver los centros vacíos durante todo el día», expone el analista
Seguías añade que otro factor que, sin duda, determinó que la participación en las elecciones del 20M fuese menor a la predicha por los sondeos fue el abstencionismo militante impulsado por las redes sociales. En opinión del encuestador se hizo «una feroz campaña» contra la participación electoral, incluso con ayuda de la «trama rusa», que afectó fundamentalmente a Henri Falcón.
Burgazzi indica que las encuestas son muy útiles para sustentar planes y estrategias en áreas sociales y económicas muy relevantes. «Tenemos muchos problemas sobre los cuales es indispensable hacer mediciones y responder muchas preguntas. Sería bueno que las encuestas se focalizaran en esos problemas, más que en predecir elecciones, donde las posibilidades de éxito, tal como se ha demostrado, son escasas».
POR QUÉ FALLAN…
Un reporte reciente del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), un Think Tank de alcance regional de orientación izquierdista da una idea muy crítica sobre el trabajo de las encuestas. A juicio de esta organización, los sondeos políticos tienen las siguientes fallas:
–El factor de expansión poblacional no está actualizado; está obsoleto.
–No existe un método apropiado para identificar el comportamiento del voto oculto.
-Hay un importante desfase entre el uso de metodologías estáticas y sociedades cada vez más cambiantes.
-No hay criterio preciso para conocer el universo de los votos indecisos; y acaban extrapolándolos como si fueran decididos.
«Además de estos errores, claramente las encuestas tienen un alto sesgo político. Buscan condicionar el resultado final en LUGAR de acertarlo. Se han convertido en un arma política con un objetivo muy claro: reducir las expectativas de victoria de algunos candidatos, mientras inflan a otros».