Hambre, deporte y patria, Jesús Elorza
Twitter: @jesuselorza
En la tradicional misa del Deporte, los atletas, entrenadores y dirigentes deportivos que se dieron cita en diferentes templos del país, coincidían en sus planteamientos relacionados con la crisis por la cual sigue transitando, desde hace muchos años, el deporte venezolano.
El clamor nacional estaba referido a la imperiosa necesidad que tiene el sector deportivo de superar las insuficiencias de todo tipo que, a pesar de ser denunciadas reiteradamente, todavía siguen sin ser resueltas: la discriminación política ideológica que rige en los programas de asistencia social para los atletas, la problemática de la ambientación, transporte, becas, uniformes, viáticos y la asistencia a los eventos internacionales; la paralización de los Juegos Deportivos Nacionales, el deterioro de los centros de preparación, la permanente violación de la autonomía de las federaciones y del Comité Olímpico, con el propósito de asaltar los cargos de dirección con funcionarios del Ministerio del Deporte o el IND.
Además, el discrecional y corrupto manejo del Fondo Nacional del Deporte, la militarización de los Juegos Deportivos Universitarios, la discriminación salarial del entrenador venezolano frente al extranjero, la falta de atención médica y la inexistencia de un seguro de hospitalización, cirugía y maternidad (HCM) con la cobertura necesaria para atender lo relacionado con las emergencias. Prácticamente condenan a una muerte segura a todas las personas relacionadas con el sector.
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Todos los presentes, en forma unánime, elevaron su voz de protesta para señalar que la problemática del deporte se ve agravada en forma exponencial por la crisis económica que hoy se vive en el país. La hiperinflación, que ha conducido vertiginosamente a la dolarización de la economía, ha reducido —mejor dicho, desaparecido— el poder de compra en los ciudadanos. El bolívar como moneda nacional prácticamente no tiene ningún valor.
Los salarios, al igual que las becas, sufren el mayor impacto de la crisis: mensualmente el ingreso no sobrepasa el valor de 1 dólar, mientras que el valor de la canasta alimentaria familiar tiene un costo aproximado de ¡¡¡250 dólares!!! Es decir, que un atleta, entrenador o dirigente requiere de ¡¡¡208 salarios mínimos!!! para poder llevar alimentos a su hogar.
A esto, comentaban los deportistas de todo el país, hay que agregarle que la política populista de las cajas CLAP ¡¡¡solo es distribuida para los que viven en la región capital!!! Hay que dar a conocer que, la pandemia de corrupción, ineficiencia, incapacidad y control totalitario de la actividad generada por el Gobierno, mantiene al deporte en una cuarentena radical por más de veinte años.
Al final, la decisión tomada por unanimidad de todos los presentes fue la de dar a conocer los problemas del deporte y exigir su inmediata solución durante el desarrollo de la misa. Estaban de acuerdo en mantener una actitud crítica y no complaciente frente a las autoridades gubernamentales del sector deportivo.
La acción que iban a realizar en ningún momento podía entorpecer el desarrollo de la eucaristía, por el contrario, la oración de los fieles pasaría a ser una expresión solidaria de denuncias y reclamos del deporte venezolano:
—Por la superación de la crisis estructural del deporte… Roguemos al Señor.
—Por el castigo judicial a los corruptos del deporte… Te lo pedimos, Señor.
—Por la «indexación» de las becas, salarios y pensiones… Te lo exigimos, Señor.
—Por el establecimiento de un seguro HCM que garantice la atención médica… Te lo pedimos, Señor.
—Por el respeto a la autonomía del sector federado… Roguemos al Señor.
—Por el tránsito a elecciones libres que permitan superar la crisis social, económica y política… Roguemos al Señor.
En su homilía, el sacerdote presentó algunas reflexiones sobre el valor del deporte a la luz de la fe cristiana, haciendo una referencia muy precisa, relacionada con todo lo expresado por los fieles en su oración: «Deporte con hambre no es patria» y, dirigiéndose a las autoridades deportivas presentes en la misa, les dijo: «No puede llamarse cristiano quién teme o no resuelve las críticas de sus semejantes». Con la señal de la cruz dio por terminada la misa.
Atletas, entrenadores y dirigentes se tomaron de la mano como señal de hermandad deportiva y de su compromiso de luchar por “un deporte mejor en una sociedad mejor”.
Jesús Elorza es Lic. en Educación, profesor en la UPEL
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