Hasta siempre, Elías Santana, por Santiago Arconada Rodríguez

Te pasaste la vida en esa vaina. Tendiendo puentes, comunicando, educando, formando.
Todavía me acuerdo de aquellas liceístas adolescentes a quienes dabas clase, y a quienes les habías puesto de tarea investigar qué eran los sindicatos. Llegaron de tu parte a la vetusta sede de UTIT, la misma de la CUTV, avenida Lecuna, de Velázquez a Miseria, edif. La Trinidad, Mezzanina, y tuvimos aquella conmovedora entrevista sobre la explotación, los intereses de los patronos y los de los trabajadores, la necesidad de organizarse por la defensa de nuestros derechos, en fin. Las muchachas escuchaban con asombro y tomaban apuntes. Al final nos dijeron que todo lo que les habíamos dicho era nuevo para ellas. Fíjate Elías, ahora que lo pienso, en ese tiempo, 1978 sería o por ahí, tenías poco más de veinte años y ya estabas tendiendo puentes.
Te pasaste la vida en esa vaina. Tendiendo puentes, comunicando, educando, formando.
No te importaba que te llamaran reformista, que se burlaran de tu prédica sobre las normas de convivencia en los edificios, en los urbanismos, en los condominios, y todas esas «mojigaterías» con las no se podría hacer jamás una revolución.
No caías en provocación y reafirmabas, sin pelear con nadie, tus convicciones de que sin buenos vecinos jamás habría buenos ciudadanos, y sin buenos ciudadanos jamás habría República.
La tolerancia, el respeto al disenso, a la otra mirada, a la diferencia eran para ti el aire de respirar y el agua de beber.
El tiempo que se nos echa encima te va reclamar agudamente. Vas a hacer mucha falta para encarar los problemas de la Venezuela en crisis humanitaria compleja. Van a ser claves, esenciales, los generadores de consenso como tú lo fuiste. Los que son artistas tendiendo puentes, articulando esperanzas, hilvanando sueños. Te lo repito Elías, nos vas a hacer mucha falta.
Hasta siempre hermano, hasta siempre.
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