Hay que darle chance a una salida negociada, por Gonzalo González
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La semana comienza con una declaración de Donald Trump en la cual manifiesta que «podría haber discusión con Nicolás Maduro». Esas declaraciones parecen provenir de gestiones hechas por el chavismo usando sus contactos con sectores influyentes en los Estados Unidos (EEUU) con acceso directo a Trump.
No es lo mismo enfrentarse a las protestas de ciudadanos desarmados – por más masivas y contundentes que ellas sean–, a huelgas en sectores estratégicos, a desconocer resultados electorales como los del 28 de julio del 2024, a desmontar posibles conspiraciones militares que a la posibilidad de una confrontación armada –en cualquier formato– con la fuerza militar de otro Estado, máxime cuando se trata de la de los EEUU.
Escenario que ya no es algo inimaginable sino muy real como estamos viendo con el dispositivo aéreo naval presente en los bordes del Mar Territorial y que escala en su posibilidad con la venida del USS Gerald Ford y refuerza sí o sí la necesidad de la administración Trump de ir más allá si el acoso y la amenaza en progreso no obtienen resultados concretos y tangibles a riesgo de concederle a Maduro una victoria que dañaría la credibilidad y el prestigio de su presidencia; lujo que ningún presidente de los EEUU o de cualquier potencia puede darse. Lo referido anteriormente puede explicar las gestiones chavistas por abrir conversaciones.
Creo conveniente que tanto la administración Trump como el liderazgo democrático nacional deben explorar con talante proactivo la posibilidad que parece aperturarse. De entrada, habrá que cerciorarse de que ese movimiento del chavismo no sea un recurso táctico para comprar tiempo en aras de que circunstancias sobrevenidas en la esfera internacional o que los crecientes problemas internos que aquejan al gobierno de los EEUU lo obliguen a disminuir la atención y la presión sobre Venezuela y su circunstancia. Sería de una ingenuidad colosal desmontar la presión, ella debe continuar, es la garantía real para posibilitar el desarrollo positivo de unas potenciales negociaciones.
El chavismo tiene la obligación de dar los pasos necesarios para darle credibilidad, viabilidad y sostenibilidad a esta ventana de oportunidades que pareciera abrirse. El tema central de esas negociaciones no puede ser otro que la restauración del orden constitucional y las garantías de funcionamiento para todos los actores políticos, relievo este segundo tema, aunque pareciera redundante, porque puede ser el asunto clave para acordar la transición.
El reconocimiento de la soberanía popular expresada el 28/7/2024 debe ser la llave, el requisito fundamental en el compromiso del régimen porque su desconocimiento es el origen del escalamiento de la tensión entre el gobierno chavista y su homólogo norteamericano a los peligrosos niveles prebélicos en los que se encuentra.
Se trata entonces, de escenificar el proceso de negociación de una transición que ha debido comenzar en la primera semana de agosto del 2024. Negociación cuyos objetivos y bases fueron acordados en Qatar y en Barbados en el cuarto trimestre del 2023 entre el chavismo y la Plataforma Democrática con el auspicio de Noruega, EEUU y otros actores políticos estatales y no estatales.
Una salida negociada es la mejor de las vías para comenzar a superar la crisis política y posibilitar que las agendas de quienes conduzcan el Estado y la de sociedad coincidan y se entre en un círculo virtuoso en el devenir de la nación para superar los males que la aquejan. Y conjurar el peligro cada vez más cercano de que hablen las armas.
Gonzalo González es politólogo. Fue diputado al Congreso Nacional.
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