Hay que enganchar protesta con revocatorio, por Xabier Coscojuela
Lo ocurrido en Cumaná y El Cerezal, ambas poblaciones del estado Sucre, los disturbios de San Cristóbal, la violencia que se desató en Lagunillas, estado Mérida, donde una sede del PSUV y un Mercal fueron incendiados, demuestran que la paciencia también está empezando a escasear
Autor: Xabier Coscojuela
La calle se viene calentando a pasos acelerados. La conflictividad social crece y el número de personas muertas, heridas y detenidas en los saqueos e intentos de saqueos también va en aumento. La protesta requiere conducción política y esa es una tarea que quienes integran la Mesa de la Unidad Democrática deberían asumir de inmediato. Hay que evitar los saqueos y la violencia, pero hay que potenciar la protesta popular y enlazarla con la necesidad del referendo revocatorio al presidente Nicolás Maduro.
Lo ocurrido en Cumaná y El Cerezal, ambas poblaciones del estado Sucre, los disturbios de San Cristóbal, la violencia que se desató en Lagunillas, estado Mérida, donde una sede del PSUV y un Mercal fueron incendiados, demuestran que la paciencia también está empezando a escasear. La respuesta dada desde Miraflores al crear los Comité Locales de Abastecimiento y Producción da para, por lo menos, dos lecturas. O están totalmente desconectados de la realidad o están convencidos de que provocar la violencia les conviene.
El diagnóstico para crear los CLAP es que la causa de la escasez está en la mala distribución de los alimentos, víveres, medicinas y demás artículos desaparecidos de mercados y tiendas. Esa es la línea que trazó la canciller Delcy Rodríguez cuando en la OEA afirmó que en Venezuela había comida para alimentar a tres países. El Gobierno emite unas guías de movilización que le indican la ruta que debe seguir cada camión que circula en el país con mercancía. Por lo tanto saben cuánta carga lleva cada vehículo y a dónde va dirigida.
Con esos datos es imposible pensar que el problema es de distribución. La falla está en la producción insuficiente, la cual se ha ido acentuando a medida que el Gobierno le fue poniendo la mano a más empresas en el país. Son muchos los ejemplos de lo que decimos, pero podemos citar el caso del café donde casi todas las torrefactoras son manejadas por funcionarios rojos rojitos y sus números también son rojos y el café no aparece.
Es por ello que la otra posibilidad que vemos es un interés del Gobierno en generar violencia para justificar cualquier medida. Los últimos acontecimientos nos dicen que no les va a temblar la mano a la hora de reprimir. Los excesos en esa represión ya han arrojado víctimas mortales e innumerable cantidad de heridos. Por otra parte, la represión la han venido utilizando todos estos años contra los empresarios y los resultados están a la vista.
Desde aquí rechazamos los saqueos. En primer lugar, perjudican a los propios ciudadanos consumidores, por supuesto a los dueños de los locales y a sus empleados, que muy probablemente lo pierdan todo. En esos hechos se mezcla la impotencia y la rabia ante el desabastecimiento y la necesidad de obtener alimentos y, en algunos casos, el malandraje puro y simple. Malandraje que por cierto en muchas ocasiones ha sido aliado del Gobierno.
Si el Ejecutivo quisiera solventar la situación comenzaría por elaborar un plan económico sensato, pues el que está contenido en el decreto de emergencia económica está demostrando que no tiene la solución a los males que padecemos. Se alejaría del Plan de la Patria, cuyas líneas económicas son aquellos polvos de donde llegaron estos lodos. Buscaría también un diálogo sincero con la empresa privada. los gremios, los sindicatos y la oposición política. Intentaría un consenso lo más amplio posible, pero eso va en contra de su naturaleza autoritaria y sectaria.
El país está más necesitado que nunca de un gobierno de unidad nacional lo más amplio posible. No creemos que Nicolás Maduro pueda encabezarlo, por lo que el revocatorio es la válvula de escape constitucional que puede permitir lograrlo. La MUD debe potenciar la protesta en las calles, conducirla y engranarla con la necesidad del revocatorio. Solo la presión popular hará entender a Maduro que lo que le conviene es contarse, como paso previo a irse.
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