Henri Falcón, promotor del abstencionismo, por Rafael Uzcátegui
@fanzinero
En las últimas semanas la discusión sobre las anunciadas elecciones presidenciales del 20 de mayo se han enfocado en los ribetes de la confrontación entre quienes creen que la mejor opción es participar, votando por Henri Falcón, o abstenerse. De lado y lado, empero, los argumentos son simplistas, cuando los hay, pues lo que abunda son los adjetivos descalificativos.
Aclaro que lo que viene a continuación es el intento de abundar en razones que alimenten la discusión. No es ninguna verdad absoluta ni relativa. El 20 de mayo, en caso que efectivamente se realice el proceso electoral, los hechos dirán quien estaba más cerca de lo que terminaba por ocurrir. Desde 1998 quienes nos hemos opuesto al autoritarismo, todos, no hemos conseguido la fórmula para revertir una situación que lejos de atenuarse se ha agravado. A estas alturas debiéramos tener claro que cualquier estrategia para salir del atolladero debiera realizarse desde cualquier lugar menos el de la soberbia.
Soy del grupo que piensa que Maduro no organizará elecciones donde, repitiendo el baño de agua fría de diciembre 2015, haya posibilidad de perderlas. Esta es la razón principal de adelantarlas 6 meses de lo que estipula la Constitución. En las elecciones regionales pasadas el oficialismo consiguió la fórmula para, siendo minoría electoral, ganar las votaciones. Resumiendo la ecuación: El gobierno ante la imposibilidad de aumentar su menguada popularidad debe asegurarse que sus contrarios saquen aún menos sufragios. Entre otras tácticas, se ha convertido en el principal promotor de la abstención, de manera directa e indirecta, erosionando la capacidad institucional actual del voto. Es cierto que entre los opositores al chavismo se han contado los abstencionistas, circunstanciales y doctrinarios. También que como nunca antes, por razones ciertas e inventadas, la Mesa de la Unidad Democrática ha alcanzado niveles importantes de desaprobación en las propias bases opositoras. Pero afirmar que la abstención es obra y propuesta de un sector de la oposición, así a secas, es sencillamente infantilizar la discusión.
Antes de continuar quiero dejar claro que sostengo que las aspiraciones de Henry Falcón son legítimas. No se puede culpar a un político de hacer, valga la redundancia, política. Otro tema es que uno tenga más o menos afinidad con ese camino. Dicho lo anterior, quiero hacer pública una hipótesis:
Henri Falcón, por acción u omisión, ha contribuido a la expansión del actual sentimiento abstencionista que embarga a los venezolanos.
Quienes conocemos Lara hemos escuchado de sus habitantes que Henri Falcón pasó de hacer un gobierno mínimamente eficiente, en su primera gestión, a un remedo de la ineficacia generalizada en sus últimos días, que varios atribuyen a la energía que utilizó para proyectarse nacionalmente. Esta mala gestión le pasó factura en las elecciones regionales, cuando perdió por 145.933 votos, 18 puntos porcentuales, frente a Carmen Meléndez. Quienes rememoran la campaña electoral del candidato de Avanzada Progresista recordarán que anunciaba que daría una “revolcada” a cualquier candidato del oficialismo. Siendo su bastión electoral, el territorio que había gobernado desde la alcaldía y la gobernación uno pensaba que iba a ser así. Pero no lo fue. En este aspecto quien socavó la credibilidad de Henri Falcón (HF) no fue otra persona sino él mismo. Que el chavismo se la tenía jurada era verdad. Pero que en sus últimos meses su gestión de gobierno no merecía por si misma repetir, también lo es.
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Según el resultado la estrategia de Falcón de presentarse como un hombre conciliador, mediador y de transición, para granjearse el voto del chavismo descontento, no cuajó. No sólo el chavismo no madurista no votó por él, sino también un sector de lo que hasta ese diciembre constituía base cautiva de la oposición. HF era parte del sector opositor que no creía en las manifestaciones y que hacía aguas para que la calle se enfriara, volviendo al escenario “la verdadera política”. Quienes participaron en la protesta resintieron la soledad y el desamparo del mandatario regional, cuya inanición llegó al cénit con la tímida, por llamarlo elegantemente, actuación frente a la detención del principal alcalde de la región, Alfredo Ramos. Si HF no era capaz de defender, o simular hacerlo, los derechos de un funcionario de tal envergadura, hipotéticamente su principal aliado en la gestión larense –aunque en la realidad no fuera así-, el mensaje no era bueno para la ciudadanía: Ustedes, que no son nadie, son huérfanos tanto de la política como de los propios políticos, sépanlo. El resultado fue la abstención castigo, no promovida por nadie ajeno, sino por sí mismo.
En las últimas regionales, en las horas finales de la votación, HF lanzó mensajes que sugerían que la candidata oficialista estaba acumulando de manera irregular sufragios a su favor. Lo que primero reflejaban estos mensajes, desesperados, era la incapacidad para el despliegue de una logística que garantizara testigos en todas las mesas. El abultado resultado, creemos, lo hizo desistir de hablar de fraude cuando ya tendría las aspiraciones presidenciales entre ceja y ceja. Pero si la proyección nacional era lo que importaba, a esas alturas, HF se auto saboteó cuando prefirió el bajo perfil frente a las denuncias de fraude de Andrés Velásquez en Bolívar y la anulación de la victoria de Juan Pablo Guanipa en, no es menor, el segundo estado en importancia en el país. Al preferir ignorar la violación del principio de irreversibilidad de los resultados electorales, HF se sumó al coro silente que le gritó al país: No importa lo que ustedes elijan. El gobierno tiene la capacidad, incluso, de anular ganadores adjudicados por el propio CNE. El mazazo a la confianza en la potencialidad del voto mayoritario, ese que se invoca actualmente por quienes no supieron defenderlo para otros, no vino sólo de Diosdado.
Decíamos que la principal estrategia oficial es impedir que los votos en contra sumen más que los votos a favor, y en eso el desestimulo en el ejercicio del sufragio es clave. En este sentido HF no es el principal promotor de la abstención, pero su comportamiento ha hecho posible las condiciones para que la desconfianza en el sufragio como promotor del cambio se hayan generalizado en el país. Como ejemplo tenemos su notoria ausencia de beligerancia, aunque sea actuada, por exigir mejores condiciones para el ejercicio del voto. El único argumento que vemos es la promesa de la revolcada según encuestas, la misma que anunció en las regionales. Y como hoy sabemos que en aquella oportunidad mintió, tenemos la duda razonable si hoy dice la verdad, si hoy está disputando la presidencia de la república o, en cambio, el liderazgo opositor en una huida hacia adelante tras la pérdida de la base territorial de su poder.