Historiografía del sinsentido, por Ángel Lombardi Lombardi
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El enfoque ideológico y político de nuestra historia ha creado una especie de incapacidad racional de comprendernos en términos contextuales y más allá de la polémica política del momento. Tres siglos coloniales siguen vistos en la perspectiva de la «leyenda negra” en la antítesis polémica de hispanistas e indigenistas o en la síntesis arbitraria de Vasconcelos al proponer la romántica tesis de la «raza cósmica» precedida por la fábula del «buen salvaje» roussoniano. Se ignora casi por completo la —larga—noche prehispánica de un poblamiento del territorio continental de miles de años, de pueblos diversos y antagónicos. Se idealiza al indígena per se como una especie de ser adánico en una arcadia inexistente. Trampa histórica labrada en las fantasías utópicas europeas.
Falsa tierra de «atlantes y patagones» inexistentes. Dorados ilusorios y paraísos perdidos recobrados. Fuentes de la eterna juventud y pueblos del futuro. Leyendas, mitologías e imaginarios que todavía en el presente persisten a pesar de las evidencias y teorías científicas.
América, como nombre es de 1507; un azar de un cartógrafo confundido al tratar de dibujar y representar las precarias noticias que llegaban, a partir de 1492, de unas posibles «tierras nuevas». América, como continente definido y descrito científicamente, se va configurando en los siguientes siglos. En el XVI, XVII y XVIII, navegantes, exploradores, misioneros y naturalistas van haciendo el «inventario» del continente, en términos de cada ciencia.
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Con los procesos de emancipación en los siglos XVIII y XIX y el nacimiento de las diversas naciones y repúblicas, cada país empieza a identificarse como único y diverso, y se desarrollan las respectivas ideas identitarias, nacionales y nacionalistas, fuertemente influenciadas por el romanticismo e historicismo europeo y, tiempo después, por el positivismo, el liberalismo y el marxismo.
Nuestra imagen, o supuesta identidad nacional y continental, responde más a unas ideas, ideologías y filosofías especulativas y sesgadas que a un conocimiento científico e histórico.
Por ejemplo, el mestizaje. Todos somos mestizos, pero cada país, inclusive regiones, lo son de manera diversa y particular. Nuestra historiografía tiende a abusar y subordinarse al presente político con demasiada facilidad y a la moda ideológica de turno. Si hay alguna historia fácil de manipular es la historia política de los caudillos y poderes al mando.
Escribir la «vera historia» de nuestros pueblos y sociedades, en términos de la ciencia histórica del siglo XX y XXI, básicamente sigue siendo tarea por realizar, lo que no significa que ignoremos algunos intentos y esfuerzos que se han venido realizando, en particular, desde la creación de las escuelas de Historia en nuestras universidades. La Historia es disciplina exigente, pero sus contenidos son fáciles de manipular.
Ángel Lombardi Lombardi es licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, con especialización en la Universidad Complutense y la Universidad de La Sorbona. Fue rector de la Universidad del Zulia y rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.
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