Homicidio involuntario en la función pública, por Ángel Monagas
Twitter e Instagram: @AngelMonagas
El ejercicio de la función pública acarrea responsabilidad. Los funcionarios públicos realizan acciones y estas tienen consecuencias.
El concepto clásico de homicidio prevalece y su configuración está sujeta, aunque no lo trata así el derecho, un acto intencional. Cuando alguien habla de «homicidio» inmediatamente se asocia con la palabra «criminal» y ciertamente no es así.
Los que no somos «criminales» también podemos cometer delitos como el homicidio y no exclusivamente; mas precisamente, los que ejercen un cargo de elección o designación pública el de la corrupción o robo al erario nacional, como el común está acostumbrado.
Algunas legislaciones más avanzadas que otras han contemplado el homicidio «involuntario» como aquel que clásicamente lo define como: «Causar la muerte de otra persona mediante un comportamiento negligente, o en la comisión de otro delito pero sin la intención de matar; lleva consigo una sentencia más ligera que la mayoría de las otras formas de homicidio, como el homicidio en primer o segundo grado. Esto es porque la sociedad (a través de sus jueces y representantes legislativos) ha determinado que es importante distinguir el asesino en serie y el homicida distraído».
En Venezuela, se habla de «culposidad»; es decir, tú no tuviste la intención de matar, pero por razones ajenas a tu acción —bien impericia, imprudencia u omisión— lo causaste.
Ante la tragedia de Las Tejerías uno empieza a preguntarse cosas.
Protección Civil en el 2010 le presentó al gobierno de Nicolás un informe detallado de lo que iba a pasar, y no tomaron ninguna providencia. Puede haber allí negligencia criminal, equiparable o equivalente al dolo eventual, que se castiga como homicidio intencional a título de dolo eventual, no como culposo o imprudente
Caiga quien caiga, el desastre en la carencia de previsión y planificación no es exclusivo de estos 23 años dizque «revolucionarios».
Caracas es un fiel ejemplo de lo que no debió suceder. Igual otras cientos de ciudades. El error chavista fue no corregir. En ser más de lo mismo y no lo que la mayoría esperaba.
A confesión de parte:
Maduro ante la tragedia de Tejerías, lo admitió a priori. Él sabía. El gobierno, como en muchísimas otras tragedias, estaba en conocimiento de lo que podría suceder y no hicieron lo que debieron hacer por alguna causa, presumo.
Igual sucedió en Vargas en 1999. En Maracay años antes otro presidente, en 1987. Y pare usted de contar.
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La tragedia de Tacoa, por ejemplo. Muchos eventos producto de la consecuencia de no prever, de no planificar estratégicamente, de ser letra muerta los planes de desarrollo urbano y como no hay consecuencias, seguirán sucediendo una y otra vez.
Un presidente, un gobernador, un alcalde y tantos otros funcionarios son susceptibles de cometer «homicidio involuntario».
Lo de Tejerías se sabía que podía suceder. Quizá Nicolás pecó, dándole el beneficio de la duda, de admitir su conocimiento de las condiciones precedentes sin saber las consecuencias jurídicas, aunque en Venezuela con ese Poder Judicial son nulas. Nicolás señaló que estaba en conocimiento de cómo los «suelos se saturan de agua». ¿Sabía lo del dique? No lo sé. Probablemente no fue informado.
Los grupos ecológicos lo venían denunciando. La comunidad alertó sobre el dique, igual que sucedió en Choroní, en el Parque Henry Pittier muy cerca de Maracay, curiosamente también del estado Aragua.
En un país serio, con un Poder Judicial serio, con una opinión pública seria, no mediatizada, censurada y presionada, esa verdad sería hecha pública.
La población se conformará con el populismo de entrega de bolsas de comida, ayudas y reubicaciones como los de Vargas en 1999. Hoy la historia es testigo y juez.
Algunos políticos aprovechan el «pan y el circo» y se aparecen con «miles bolsas de comida». Los empresarios del régimen ven la oportunidad de «negocios», donde la «contraloría» será «cero». Eso pasa en Venezuela y en Estados Unidos y en cualquier lugar.
La guerra de Ucrania es el resultado de intereses, sobre todo para las empresas que les tocará reconstruirla. Igual con los huracanes y con mucha más razón en Venezuela y toda Latinoamérica.
Un pueblo ignorante, como decía Bolívar, es «instrumento ciego de su propia destrucción».
La política impedirá, como en el pasado, que las responsabilidades hablen y reclamen. Los muertos serán enterrados y la noticia durará un tiempo y luego como los más de 100 muertos, dormirá el sueño de los justos.
No tengan dudas. Esto volverá a suceder.
Guaidó ganó tiempo, no poder
Sobre la OEA veo dos escenarios: uno, se mantiene el representante de Guaidó; y de una vez el escenario dos, el estatus es temporal porque perdieron la mayoría, solo que no tienen votación calificada para excluirlos; no obstante que todos los embajadores allí presentes son designados por un presidente en ejercicio y es evidente que Guaidó no tiene la cualidad jurídica. .
Le pregunté al internacionalista Rafael Díaz, Rafi Díaz, a propósito y me autorizo a citar sus comentarios:
«La situación es complicada, particularmente en la OEA, habida cuenta de la existencia de la Carta Democrática Interamericana, expresión de la evolución del derecho internacional. Ahora bien, una de las características del derecho es cómo ha venido funcionando el derecho internacional. Por un lado, es necesario que en este caso por ejemplo el gobierno de Guaidó esté en capacidad de hacer cumplir sus decisiones, pero por otro lado la comunidad internacional no puede capitular ante hechos ilícitamente consumados. Por supuesto esta situación no puede mantenerse indefinidamente, pues atentaría contra la seguridad jurídica. Piénsese, por ejemplo, en los que está ocurriendo en Ucrania con la invasión rusa y la incorporación de varias provincias a Rusia».
Corrigió y agregó el jurista en cuestión: «En el párrafo como ha venido funcionando el derecho internacional me refería al principio de efectividad y sus límites».
Luego le pregunté con un comentario mío: ¿Ok pero 19 votos son más que 9 y eso pone en desventaja a Guaidó a futuro allí en la OEA?.
Y me respondió: «Por supuesto que 19 es más que 9, pero así como en el orden interno la vigencia del Estado de derecho exige mayorías calificadas, igualmente ocurre en el derecho internacional. Al respecto podemos recordar que en un momento dado el caso Venezuela se estancó porque faltaron algunos votos para alcanzar la mayoría calificada referida. Por supuesto, no tener una mayoría relativa es sin lugar a dudas una desventaja y como te advertía, esta situación no puede continuar indefinidamente. También podemos comparar la situación con los gobiernos en el exilio en los años 30 y 40 durante la Guerra Civil española o la ocupación de Polonia. Por otra parte, la evolución del derecho internacional ha ido favoreciendo a la democracia y como apuntaba al comienzo la Carta Democrática Interamericana es expresión de ello. Por otra parte, a mi manera de ver las cosas, en el Estado democrático moderno respetuoso de los derechos fundamentales de los pueblos, cuando entran en conflicto el principio democrático y el Estado de derecho debe prevalecer este último».
Es decir y a manera de título, es insostenible por largo tiempo la posición de Venezuela en la OEA con Guaidó.
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