Huele a futuro, por Gregorio Salazar
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Y lo están olfateando las grandes mayorías. Una nueva atmósfera nacional flota entre nosotros, se palpa en la piel. Como cuando se avecina tiempo de lluvia. De esas lluvias frescas que van disipando una densa carga de smog largamente acumulada y nos ofrecen un cielo todavía gris, pero que a prisa empieza a despejarse. Desde el domingo 22 de octubre, al cívico impulso de una jornada para la historia, los vientos de cambio soplan con más fuerza en Venezuela.
Desde las elecciones primarias de hace siete días, el pueblo opositor, esa inmensa legión de venezolanos que no están dispuestos a contemplar resignados e impasibles la gran tragedia en la que sumieron a Venezuela quienes hoy gobiernan, ha emergido con tres objetivos cumplidos: la elección del líder que encabezará la lucha por la jefatura del Estado en 2024, en este caso y por un margen amplísimo María Corina Machado; avanzar en firme hacia la consolidación de la más alta voluntad unitaria de todos los sectores, y un extraordinario reimpulso para, mediante proyecto y hoja de ruta compartidos, reconstruir esa Gran Casa llamada Venezuela.
Que se inaugure un nuevo tiempo de libertades. Que cese la opresión que se exhibe impúdica en los medios públicos. Que vivamos la plenitud de un Estado de Derecho hoy conculcado. Que Venezuela recobre su empuje económico. Que la educación, recuperada en todos sus órdenes, ilumine y engrandezca el futuro de nuestros niños y jóvenes. Que nadie, ni en la ciudad ni en el campo, tenga que morir de mengua. Que los jóvenes encuentren futuro en su propia tierra y no los arrastre al torbellino de la diáspora. Tantas son las cosas que habría enumerar y que hoy están destruidas, distorsionadas o negadas.
Del lado del poder, donde también otean el futuro pero con expectativas diametralmente opuestas, la reacción ante los resultados de las elecciones primarias no ha sido diferente a la de otras coyunturas en estas dos décadas de retroceso. Desconocer, judicializar, invalidar. Será un aquelarre inútil. El pueblo eligió una candidata presidencial y exigirá que sea habilitada, conforme a los acuerdos de Barbados.
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Más que el número de casi dos millones y medio de votos, sorpresivamente muy superior a lo estimado por los encuestadores, fue el entusiasmo de votantes y operadores en las mesas, la paciencia inquebrantable de quienes permanecieron por horas en colas bajo sol o lluvia como firme demostración de su voluntad de cambio, la emoción popular que se ha echado a andar lo que hizo estallar la iracundia del régimen.
Hoy amenazan a los miembros de la Comisión Nacional de Primarias, verdaderos héroes civiles de estos tiempos, quienes hicieron indetenibles, dentro y fuera del país, unos comicios autogestionados, levantados y defendidos con capacidad, serenidad y firmeza. Y cuyo éxito se resumen en las sencillas palabras del doctor Jesús María Casal: «El Barco ha llegado a su puerto».
El viernes vimos la proclamación de María Corina Machado, la candidata de la unidad. Ha trabajado sin descanso. Firme, clara, consciente de la enorme y trascendental responsabilidad que le han entregado los votantes del domingo ha llamado a una gran alianza nacional. Todos deseamos que haga buenas sus palabras: actuar con decisión, comprensión, paciencia, humildad, grandeza. Valentía y convicción ha demostrado que tiene de sobra.
«El futuro», escribió Uslar Pietri, «no es un acontecimiento que hay que aguardar sino por el contrario una difícil resolución a tomar de inmediato para la realización en etapas lógicas y complementarios de una gran obra común de progreso. (…) No es un don, sino una tarea». Es la presencia que inunda la atmósfera en estos días y que nos invoca a marchar unidos para alcanzarlo en su más amplia dimensión.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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