Hugo es como tú, por Teodoro Petkoff
“Rescatamos nuestra política económica, el poder determinar libremente nuestra política económica. No aceptamos ni las exigencias ni los requerimientos del Fondo Monetario Internacional”. ¿Hugo Chávez? No, Jaime Lusinchi, el 24 de febrero de 1984.
Tuvimos CAP II, Caldera II y ahora tenemos Lusinchi II. El de Chávez es el segundo gobierno de Jaime Lusinchi. “Somos y seguimos siendo un país soberano, Venezuela mantendrá con orgullo el derecho de independencia y dominio, que la gesta libertadora de nuestros antepasados le otorgó” . No, no es Chávez, es Jaime Lusinchi, de cuya voz la de Hugo Chávez constituye un eco fantasmal.
El programa económico de Chávez es una copia fotostática del de Jaime: control de cambios, control de precios, control de tasas de interés. “Se establece el tipo de cambio para todas las transacciones de ventas autorizadas de divisas bajo estricto control de cambio y de importaciones”.
“He dado instrucciones –decía Jaime– a los ministros, miembros del directorio de ese instituto (se refería al Banco Central)… para que las actuales tasas de mercado, como sus diferenciales, sean bajadas en forma sustancial…” “Se mantendrá el sistema administrado de precios… Todo el sistema de precios estará regido por la necesidad de ejercer control sobre la inflación” . Como decían los latinos: Nihil novum sub sole. Nada nuevo bajo el sol.
“En el pasado reciente, la desmesura e ineficiencia de los gastos del Estado, el endeudamiento irracional y muchas veces ilegítimo, las importaciones indiscriminadas, descontrol en la utilización de las divisas… se tradujeron en desconfianza, pérdida del rumbo, desempleo creciente, parálisis del aparato productivo, bajos niveles de inversión… y finalmente un deterioro significativo de la calidad de vida de los venezolanos”. No es Hugo descargando a la Cuarta sino Jaime haciéndolo con sus antecesores y, de paso, hay que decirlo, describiendo, 20 años antes, el desastre que ahora protagoniza el gobierno de Chávez.
Las medidas sociales de Jaime las rebota Hugo hoy: “bonos compensatorios” (que hoy son millonarios en bolívares devaluados); “programa de comedores industriales” (que ni entonces ni ahora se ha llevado a cabo) ; “programa de compras de bienes nacionales y de sustitución de importaciones” (¿te suena, Pérez Abad?), que ni entonces ni ahora pasa de las palabras a los hechos y cuyo fracaso actual se llevó en los cachos al ministro Ramón Rosales; “programa concertado entre la banca y el sector agropecuario” que entonces produjo, a los realazos, el efimero “milagro agrícola”; “sistema de cesta familiar”, que ahora se vende a través de los “mercales”.
Resuenan hoy estas palabras tan huecas como en 1984: “He ordenado a los ministros… para que se reformulen todos los programas, de tal forma que se logre el objetivo deseado de no aumentar la burocracia oficial…”. Buenas intenciones jamás plasmadas en hechos, populismo del más balurdo y al final la bancarrota, disfrazada por una tan masiva y abusiva propaganda oficial como la de hoy. La misma miasma. Hugo es como tú. Aunque usted no lo croes.