Hugo neoliberal, por Teodoro Petkoff
No hay nada más terco que la realidad. Chávez lo ha venido descubriendo a alta velocidad. Pero la lengua le está castigando el cuerpo sin misericordia. Ha tenido que irse tragando dosis para caballos de sus propias palabras. De la reunión de los 77, en la Habana, se puede espigar una proposición concreta; la que hiciera Fidel Castro de que los países petroleros establezcan precios diferentes para países pobres y para países ricos. Hugo Chávez, cual neoliberal salvaje cualquiera, ¿qué respondió? “Esa propuesta no es viable porque tiene otra serie de implicaciones en el mercado”. ¿Dónde dijo? ¿En el mercado? Sí, nada menos y nada más que en el satánico mercado. Los acuerdos de la OPEP impiden a sus países miembros, dijo Chávez, las ventas del crudo a precios diferenciales. Pisó firme sobre el terreno de la realidad. CAP habría dicho lo mismo.
Ayer en su programa radial, Chávez habló de los salarios de los maestros. Por supuesto, no fue el Chávez que escribía en La Razón, denunciando la insensibilidad e inhumanidad del nefasto gobierno anterior, que no quería aumentar los sueldos de médicos o educadores. No, ayer fue el Chávez que a los trancazos va percibiendo que es mucho más fácil encabezar una manifestación pidiendo agua para los barrios que colocar las tuberías. Dijo que el presupuesto no puede utilizarse sólo para pagar aumentos salariales y que todos los aplaudían se anunciara aumentos salariales de 500 %, pero que eso no es posible. Dijo que esa postura sería demagógica. Tienes razón. Pero es que la campaña electoral del 98 Chávez fue el propio demagogo. Para esa época decía que había que elevar el salario mínimo al nivel de la canasta básica (lo que era algo más de 300 % de aumento) Ahora le salen esos muertos. Sin embargo, más allá de este fácil sarcasmo, hay que reconocer que en estos asuntos Chávez se está comportando como un gobernante responsable. El presupuesto no es un chicle que se puede estirar indefinidamente. Eso hay que decirlo y actuar en consecuencia. Si esta seriedad y responsabilidad invadieran otras áreas del trabajo gubernamental, podríamos darnos por bien servidos. Lo cierto es que Chávez ha descubierto que la realidad es como la zapatilla de la Cenicienta: no cualquier pie cabe en ella.