Idiomas digitales, por Aglaya Kinzbruner
Twitter: @kinzbruner
Tal parece que un especialista en inteligencia artificial de Facebook quiso averiguar qué pasaría si ponía a hablar un programa con otro. La instrucción a los chatbots, que así se llaman. era ponerse de acuerdo para llevar a cabo un trueque. Pues el experimento tuvo cierto éxito pero fue suspendido. ¿Por qué? Resulta que los bots empezaron a chatear pero en un idioma totalmente desconocido. Era un idioma, bien estructurado pero distinto a cualquier otro y ni el excelso Noam Chomsky, hubiera entendido ni papa.
Todo lo contrario del primer idioma del mundo, el sumerio que todos los habitantes de ese lugar del mundo entonces hablaban, entendían y escribían. Eso fue antes de que la Torre de Babel fuese destruida porque la torre era muy alta, quería llegar hasta el cielo con sus noventa metros. El castigo fue rápido y terrible. No sólo se quedaron los habitantes sin torre (ziggurat) sino que dejaron de entenderse. Surgieron miles de lenguas y ya nadie entendía lo que decía el vecino.
Hasta el Sr. Google se puso las manos en la cabeza ya que sólo traduce la belleza de 105 idiomas. Y eso que, tampoco lo hace en forma directa, primero dirige el texto a una representación transitoria y luego al idioma destino. Incluso él tiene sus limitaciones.
Y si de limitaciones se trata, también las tienen los bots. Por ejemplo, si uno llama a un call center no tiene forma de saber si el que contesta es un homo sapiens o un bot. Oirá una voz agradable que, sin embargo, estará programada para contestar hasta cierto nivel de competencia y luego al verse superado el programa, pasará la llamada al especialista que corresponda en la materia. Jamás un bot contestará: «el doctor dice que no está». Esto en todo caso lo dirá una secretaria, que las hay muy buenas pero muy malas también.
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En cuanto al multilingüismo, es difícil superar a nuestro Edgar Ramírez, quien en una entrevista de Larry King Live, dijo hablar cinco idiomas sin dificultad alguna. Su padre era un attaché militar, un diplomático, y durante su niñez viajaron mucho. Una de las cosas interesantes que dijo es que cada vez que cambiaba de idioma cambiaba también su forma de ser. Él lo atribuía al manejo del aire al hablar. Y para hablar inglés utilizaba más aire, sobre todo el inglés americano. El idioma que le pareció el más difícil de todos fue el alemán debido a su especificidad. Según él es un idioma que da quizás, más información que otros.
También, el uso de las redes con un lenguaje expedito que viaja por un sistema digital, nos ha dado una información diferente, más breve, con más palabras modernas como, chatear, wasap, tuit, selfi, guglear. Por otro lado, los emoticones pueden añadir elementos cálidos de humor y de afecto. Las redes al manejar elementos distintos, pueden dar la impresión de que el tiempo pase más rápido.
Y entonces nos preguntamos qué pensarán aquellos posibles viajeros del tiempo que se ausentaron por un rato y, al volver, encuentran cambios tan grandes que son muy difíciles de asimilar. O aquellas personas que han tenido la experiencia del tiempo único en que pasado, presente y futuro se funden en una sola unidad. Es una experiencia que puede presentarse sin buscarla y permite un entendimiento mucho más profundo de las experiencias de vida. Sólo que algunas de las personas que traspasan ese portal a veces no tienen la menor idea de cómo lo lograron.
Quizás esta explicación se encuentra en el dibujo del Hombre de Vitruvio.
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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