Incertidumbre, por Fernando Rodríguez

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Extraemos del diccionario de la RAE lo que nos es más útil y pertinente de la equívoca palabra. No tener manera de prever el futuro, ni con el más angustioso esfuerzo. Como quiera que nuestras acciones y decisiones más decisivas implican el futuro la situación es grave. En la medida que el futuro es importante la sapiencia sobre el mañana se impone como necesaria. La incertidumbre es justamente no poder elegir, darle consistencia cognoscitiva a nuestra elección, entre los posibles que avizoramos y que nos competen.
Cuando ese saber no se encuentra para dar con uno de los escenarios que se nos ofrecen vivimos en la temible, al menos desagradable, incertidumbre. Simplemente no dar con la creencia, dudar, de lo que va a pasar, sea nuestra elección en definitiva veraz o falsa.
Imagino que ese es el temple que vivimos casi todos, o todos, los venezolanos por la situación a que nos han sometidos los aparentes gruñidos bélicos de los Estados Unidos.
Con qué fin han llegado esas temibles naves, una de ellas con armas nucleares afirman, que rodean nuestros límites marinos. A primera vista es algo que nunca ha sucedido, y mira que han sucedido cosas, y que pudiera trastocar nuestro futuro de manera radical y temible. Eso y todo lo demás, los 50 millones por la cabeza del dictador y otras algo más baratas; los calificativos criminales más rotundos para el equipo mayor gobernante en esta patria, narcotraficantes, terroristas…Hasta aquí se entiende.
Ahora sobre la terrible armada dicen unos que realmente lo que quieren los gringos es poner unas barreras definitivas al narcotráfico caribeño que tanto mal produce en los ávidos consumidores nórdicos, campeones del planeta. Pero no resulta tan obvia ya que dicen los expertos que la gran autopista de la droga no pasa por aquí sino más bien por el Pacífico y realmente lo que hemos visto es que la temible armada sólo ha asesinado (sic) los tripulantes de tres lanchitas que no han identificado suficientemente hasta ahora y al parecer los peces gruesos han alejado de la zona militarizada, según el propio Trump. Tres sardinas no son trofeo muy honorable para la marina yanqui, más bien parece un chiste, si no hubiesen catorce muertos no identificados todavía como narcos en acción.
Pero lo pírrico de la pesca hace pensar a algunos que realmente de lo que se trata es de un operativo político. Salir del chavismo como insiste Rubio, y refuta Grenell, y a lo mejor de los otros villanos después, Ortega y señora y Díaz Canel. Quién quita. Pero tampoco se ve mucho movimiento ni ningún realmente categórico en esa dirección. Idas y venidas, contradicciones, pero sobre todo falta de una estrategia clara, cómo es la estocada final.
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Se habla de diálogo, palabra devaluada entre nosotros, pero la única alternativa a caerse a tiros, un tipo grandote y otro debilucho con muchos milicianos de los que se mofa Trump. Pero ya Maduro ha puesto en pie de guerra el país. El diálogo ahora sí es secreto si lo hubiese, solo los más iniciados sabrán de él.
Nosotros vivimos en la incertidumbre, aumentada al máximo porque el más poderoso de los jugadores, el que en verdad decide, es conocido por una especie de brutalidad y capacidad de negar en la tarde lo que dijo en la mañana e inventar, ebrio de su poder, los más estrafalarios escenarios. Donald claro, el cirquero sin igual.
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