Israel Márquez, por Simón Boccanegra
El asesinato de Israel Márquez, periodista de toda la vida, director de 2001, ha sacudido a la colectividad, tanto por su propia prominencia personal y profesional como por las circunstancias de su muerte. Como ocurre cada vez que la víctima es una figura significativa, el asesinato de Israel Márquez añade luz a la gravedad de un problema que, a fuerza de repetirse hasta niveles escalofriantes, tiende a banalizarse. Los venezolanos, y sobre todo los caraqueños, salimos todos los días a la calle como los soldados que van a una batalla. Nadie puede estar seguro de que al caer la noche va a seguir con vida. Como el soldado en una batalla, el caraqueño nunca sabe en qué hora menguada lo alcanzará una bala o será secuestrado. Es Israel el segundo periodista asesinado en lo que va de 2010. Antes que él, lo fue Wilmer Ferrer, de quien se supo que había muerto porque su familia lo buscó al comprobar su desaparición. La policía lo había enterrado sin siquiera molestarse en identificarlo. Tal como lo registra el Observatorio Venezolano de Violencia, entre 1998 y 2009 ocurrieron 123.091 homicidios en el país y por esa causa sólo fueron detenidas 23.046 personas. Cien mil asesinatos quedaron impunes. En 1998, por cada cien homicidios fueron detenidas 110 personas; en 2007, 2008 y 2009, sólo 9 cada uno de esos años. La inmensa mayoría de los crímenes tuvieron lugar en las barriadas populares. Casi todos impunes. Pobres matando pobres, no lucha de clases. Es la bancarrota de las instituciones del Estado encargadas de garantizar la seguridad ciudadana. Las policías partidizadas, politizadas, subpresupuestadas, mal entrenadas son impotentes. La impunidad, obviamente, se cuenta entre las principales causas de esta calamidad nacional. Las airadas y dolidas palabras de uno de los hijos de Israel Márquez, responsabilizando al gobierno de la muerte de su padre, no son mera reacción ante la tragedia que vive, sino el registro de una situación de la cual el gobierno no puede eludir su responsabilidad.