Alberto Hernández: “El parricidio poético en nuestro país no existe”
Autor: Valentina Rodríguez Rodríguez / @valenntinus
Foto: Cortesía / Alberto H. Cobo
El autor de “El poema de la ciudad” resultó ser el ganador del premio Transgenérico que otorga la Fundación para la Cultura Urbana, por “El nervio poético”, novela en la que rinde homenaje a los vates locales de los 60, 70 y 80
Un homenaje a la vida y obra de los poetas venezolanos, entre ellos Eugenio Montejo, José “Pepe” Barroeta y los de El techo de la ballena; es el texto vencedor de la XVII Premio Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana (FCU). “El nervio poético”, del poeta, narrador y periodista Alberto Hernández (Calabozo, Guárico, 1952) «se vale de diferentes géneros literarios» para recrear, a veces ficcionar, episodios y anécdotas de los vates locales de los 60, 70 y 80.
“Se trata de un texto que seduce y conmueve y cuyo fin es ilustrar lo que constituye la esencia de la poesía (…) ‘El nervio poético’ tiene el mérito de ser accesible a un lector que se anime a comenzar a leer poesía venezolana, así como definitivamente también cautivará a un lector avezado en la materia, a través de descripciones y narraciones asombrosas y alucinantes que generan una conmoción física, mental y espiritual”, afirman la arquitecta María Isabel Peña, la dramaturga y guionista Karin Valecillos y el ganador del Trangenérico 2016, el narrador Pedro Plaza Salvatti, quienes conformaron el jurado de esta edición, a la que se presentaron 230 manuscritos.
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El texto de Hernández, autor de “Poética del desatino” (2001) y “El poema de la ciudad” (2003), se presentó bajo el pseudónimo Rafael Delgado.
El premio consta de una publicación de mil ejemplares, que formará parte de la edición numerada de la FCU, y de un premio en metálico de 80.000.000 bolívares.
TalCual conversó, vía correo electrónico, con Hernández, quien actualmente es secretario de redacción del diario El Periodiquito y escribe el blog Puertas de Galina; sobre “El nervio poético”, el concurso, el oficio de escritor y sus proyectos futuros.
-¿Puede explicarnos el título, “El nervio poético”, y la esencia del libro?
-La poesía es un ente que vive, palpita, se mueve, se desplaza. La poesía es un nervio que activa la creación. O la creación la activa a ella. Todo el libro, la novela, es un relato en el que la poesía está presente a través de sus protagonistas, los poetas, en este caso, venezolanos, de los años 60, 70 y 80, quienes se ven descubiertos por dos personajes: Eugenio Montejo y José “Pepe” Barroeta.
La esencia del libro está centrada en un homenaje a la poesía de nuestro país, contada por esos dos personajes. Alrededor de ellos sus compañeros de travesía, de locuras, inventos, conspiraciones, etc. Es un libro de un pedazo de tiempo nacional, visto a través de los poetas de aquellos días.
-¿Cuándo comenzó a trabajar en este texto?, ¿Qué lo motivó a presentarlo para el Transgénerico?
-Hace alrededor de cuatro años. Me motivó la necesidad de publicación. Nunca fue escrito para concurso alguno, porque uno escribe para uno mismo. Una impronta me llevó a enviarlo.
-¿Es la primera vez que envía un texto al Transgénerico?
-Sí, es la primera vez. Y es mi primera vez que obtengo un premio en novela.
-El veredicto del jurado dice que “’El nervio poético’ es un homenaje, tal vez el mejor de los últimos tiempos, a la vida y obra de los poetas venezolanos”, ¿quiénes están en “El nervio poético”?, ¿cuáles poemas cita en su obra?, ¿Está usted entre los poetas que aparecen en el libro?
-Por supuesto, Montejo y Barroeta. La lista es larga: los poetas de “El techo de la ballena”, “La pandilla Lautréamont”, Teófilo Tortolero, Alejandro Oliveros, Rafael Cadenas, Vicente Gerbasi, Alfredo Chacón, Eli Galindo, Eleazar León, Gustavo Pereira, Ángel Eduardo Acebedo, Efraín Hurtado, Caupolicán Ovalles, Carlos Contramaestre, Orlando Araujo, José Lira Sosa, los heterónimos de Eugenio, quienes interactúan no sólo con Eugenio y el narrador sino con Pessoa; Ludovico Silva, entre otros.
«Los propios autores/ personajes leen sus poemas y son tantos que en este momento sin el material en la mano no recuerdo, pero son poemas que de alguna manera han marcado a los lectores y poetas posteriores».
«Al final de la obra, en un homenaje que se le hizo a Pepe en Mérida, donde, por cierto estuvo Montejo, aparecemos en un libro titulado “Todo ha sido soñar”, editado por un grupo de escritores de la ciudad, entre quienes estuvo la mexicana Silvia González. Allí se pueden encontrar crónicas, ensayos, semblanzas que leímos sobre el poeta de Pampanito. Allí estuvimos Adriano González León, Betulio Bravo, Carlos Pérez Mujica, Carlos Vitale, Marina Méndez Cabrita, Douglas Bohórquez, Gonzalo Fragui, Gregory Zambrano, Harold Alvarado Tenorio, Harry Almela, Joaquín Marta Sosa, Luis Barrera Linares, Miguel Ángel Campos, Octavio González, Patricia Guzmán, Pedro Parayma, Pedro Rangel Mora, Rafael José Alfonzo, Ramón Ordaz, Teresa Martín Tarrafel, Gustavo Guerrero, Victoria de Stefano, Gabriel Mantilla Chaparro, Alejandro Padrón y este servidor. Es decir, la novela pasa de la ficción a la realidad o de la realidad a la ficción».
«A veces el narrador, que no necesariamente soy yo, establece diálogos con los personajes».
-¿Cómo fue su proceso para escribir este libro, hizo algunas entrevistas, investigaciones?
-Hice investigaciones. Usé la memoria. Trabajé libros sobre poetas y sus propios libros. Periódicos viejos. Todo un entramado para poder llegarle al espíritu de un tiempo y de unos personajes que conocí y otros que no conocí, razón la cual la ficción forma parte viva de este nervio nacional.
-¿Cuáles poetas (nacionales o extranjeros) son sus referentes o autores de cabecera?
-No tengo libros de cabecera. Pero no me alejo de Montejo, Borges, Juarroz, Antonio Machado, Nicanor Parra, Cadenas, Rojas Guardia, Yolanda Pantin. Muchos poetas jóvenes, entre ellos Adalber Salas Hernández, Néstor Mendoza. Son varios. Me perdonan los que no nombro porque se me van de la memoria.
«Como referentes, los clásicos universales. Todas las lecturas que he hecho me marcan. Todo libro es una huella. Deja un tatuaje».
-¿Cuáles son las particularidades de la poesía y de los poetas venezolanos?
-Me reconozco en ellos porque los poetas venezolanos –la mayoría- no tienen ese áurea que poseen los de otros países, donde son una suerte de fetiches que no se acercan a las nuevas promociones. Tuve la suerte –como muchos- de relacionarme con los maestros. El parricidio poético en nuestro país no existe. Por eso digo que la mayoría de nuestros autores es generosa, abierta, solidaria.
«La poesía venezolana es una de las más densas de nuestra lengua. Sus temas son variadísimos, de modo que habría que ver el abanico con mucho cuidado. En estos momentos el país es tema relevante. Los poetas comen y van al baño. De modo que sufren las consecuencias de la realidad. Hacer poesía en tiempos de agobio no es fácil, como todo, pero se hace poesía de lo que ocurre, de lo que nos escuece. No obstante, la variedad es visible. No podría afincarme en una particularidad específica».
-¿Qué temas aborda, o son recurrentes, en su poesía?
-Los temas de la poesía: la muerte, el erotismo, la vida y su cortedad, el país, algunos personajes, etc.
-¿Cómo ve a las nuevas generaciones de escritores, poetas venezolanos? ¿Están respondiendo, son cónsonos con el país que les ha tocado vivir, con la Venezuela de hoy?
-Veo y leo una poesía robusta. Muchos, la mayoría, apuesta al país que respiran. En sus textos se nota. Los que viven aquí y los que se han marchado escriben desde el país. Lo hacen para recuperarse del desarraigo, del dolor y de la desesperanza. Y hay una poesía política (toda poesía lo es) que señala directamente la carne y los huesos de lo que nos pasa.
-¿Cuándo estiman estará en las librerías “El nervio poético”?
-Espero que este mismo año.
-¿Actualmente está trabajando en un nuevo libro?, ¿pueden adelantarnos algo?
-Trabajo en varias cosas a la vez. Tengo terminadas unas cuatro novelas. Unas que tienen que ver con el tema literario y sus autores, en este caso, cuatro narradores venezolanos (novela), y otras con el perfil forense policial, que tienden a ser otra cosa. Trabajo en poesía. Tomo notas, pero no he concluido esos trabajos porque mi ociosidad es múltiple, tiene muchos ojos.
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