Comercio internacional en movimiento, por Felix Arellano
Autor: Felix Arellano
El tema comercial juega un papel relevante en las relaciones internacionales, por una parte, puede servir para promover y fortalecer las relaciones entre los países, pero, mal administrado y con una perspectiva conflictiva, puede servir para todo lo contrario, generar contradicciones y socavar las relaciones. En estos momentos estas dos dinámicas las encontramos en pleno desarrollo, en complejos contextos, pues tradicionalmente, en el imaginario colectivo, cultivado por los radicales, ha prevalecido la visión según la cual el norte industrializado promovía el libre comercio internacional y, el sur subdesarrollado se concentraba en productos primarios con una orientación proteccionista.
Tal interpretación, que ha tenido evidencias históricas, también se difundido con imágenes tales como: el círculo vicioso de la pobreza, el juego suma cero favorable al norte o, más ingenuamente, con la imagen del norte como la ballena que se come al sur representado como la sardina. Ahora bien, tal situación está cambiando; empero, los cambios no resultan fáciles de comprender y menos de aceptar.
En estos momentos el norte industrializado pareciera encontrarse en puertas de una absurda guerra comercial, promovida por el radicalismo nacionalista de Donald Trump, quien pareciera desconocer la dinámica del comercio mundial y las negativas consecuencias que le puede generar a su propia economía. Los incrementos de aranceles que hasta el presente ha adoptado Trump se fundamentan en normativas nacionales y no ha utilizado los procesos de investigación previstos en la normativa comercial internacional para la protección temporal, en buena medida porque su radicalismo también incluye el desprecio al sistema multilateral del comercio, en particular a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Pero los procesos productivos y el comercio están íntimamente intrincados y globalizados, ahora nos encontramos con una producción en cadenas globales, un ensamblaje mundial, donde diferentes países, fundamentalmente por condiciones de competitividad participan, para lo cual la apertura comercial es fundamental. Trump con sus decisiones unilaterales altera la lógica de la dinámica global, lo que puede afectar otros procesos productivos de su país que participan en cadenas; puede enfrentar respuestas proteccionistas de los mercados afectados, afectando con ello otros sectores exportadores de su país; afecta al consumidor con productos más caros incluso podría generar todo lo contrario a sus aspiraciones, pues el deterioro de la condiciones reduce el interés de los inversionistas y con ello se puede afectar el empleo que el Presidente aspira incrementar.
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El panorama es complejo, pues Estados Unidos está ganando con el comercio abierto mundial, particularmente en lo que respecta a servicios e inversiones, pero no se está comiendo al sur, como lo pregonan los radicales, pues varias economías del sur están fortaleciendo sus exportaciones, incluso nos encontramos con potencias emergentes los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). Un caso significativo es la relación comercial entre Estados Unidos y México, donde gracias al Acuerdo de Libre Comercio firmado en 1994, con la participación de Canadá, el TLC, México ha logrado una relación superavitaria en su balanza comercial.
En las confusiones del Presidente Trump aspira que solo su país gane, y por ello sataniza los acuerdos de libre comercio, identificándoles como los causantes de los problemas internos, particularmente el desempleo, en su país, sin apreciar las diversas variables que participan en el proceso de generación de empleos en una economía. Con esta visión equivocada está desarrollando su cruzada destructiva del libre comercio, entre otros, rechazando los acuerdos Transpacífico, Transatlántico; incremento de aranceles para varios productos, el menosprecio al multilateralismo comercial y propenso a eliminar el TLC actualmente en renegociación. Los aires del nacionalismo proteccionista también corren por Europa, y el Reino Unido está avanzando en el Brexit su retiro de la Unión Europea y el euroescepticismo crece por el continente.
Por el contrario el sur, la sardina, que está ganando competitividad, va encontrando los beneficios del libre comercio y los diez países miembros del acuerdo Transpacífico han decidido retomarlo, en buena medida bajo el liderazgo de Chile. El Mercosur, no obstante su problemas internos, trata de avanzar en la agenda de la apertura comercial en sus negociaciones con la Unión Europea, la Alianza del Pacifico y está incorporando las negociaciones con Canadá
El proceso bolivariano, concentrado en la destrucción del país para empobrecer, controlar y perpetuarse en el poder, mantiene su irracional posición de satanizar el libre comercio, restando oportunidades para los ciudadanos, pues el país se aísla, no logra inversiones, ni empleos, ni diversifica la producción ni incrementa las exportaciones, el mar de la felicidad que aún prometen.
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