Mayoría de edad, por Laureano Márquez
A Gloria Villamizar y en ella a todos los que sobrevivimos en este sueño, TalCual
Autor: Laureano Márquez
TalCual alcanza la mayoría de edad. Sobrevive a pesar de que sobre nosotros se han desatado todas las furias a lo largo de estos 18 años. La expresión “tal cual” es una frase de reafirmación, alude a un hecho narrado en atención a la verdad. ¡La verdad!, difícil anhelo en las cosas humanas, ya que las mentes son como los relojes: todas tienen una hora diferente, pero todos pretenden tener la hora correcta. Quizá no se pueda determinar con facilidad la verdad en las ciencias humanas, pero sí la mentira descarada y grotesca.
Estos 18 años han sido de engaño: un régimen que se fundamentó en el descontento de la gente, en las fallas del pasado, en las limitaciones de la democracia llamada “puntofijista”, se ha convertido en la negación absoluta de todo lo que promovía, al punto de que las fallas del período democrático –que las había– resultan hoy insignificantes.
TalCual ha sido la voz de denuncia frente a la barbarie de este tiempo, las inconsistencias y los infinitos abusos cometidos en contra de la justicia, los derechos humanos, la honestidad y la sensatez. Aquí mientras más ceros le quitan a la moneda, más ceros le suman a la factura de TalCual. Ya somos prácticamente clandestinos, pero hemos sobrevivido. No lo rieguen mucho, no nos lean, no nos citen, no nos divulguen, no nos den papel.
Quien esto escribe ha estado en esta aventura desde el comienzo. Recuerdo que cuando Teodoro Petkoff me invitó a TalCual, yo dejé de escribir para El Mundo, donde cobraba, para venir a TalCual a trabajar de gratis. No digo esto como una proeza digna de mérito, en Venezuela la gente que escribe para la prensa lo hace –prácticamente– de gratis. Aquí es válida la frase de Aquiles Nazoa: “el que escribe para comer, ni come ni escribe”. Bajo la jefatura de Javier Conde comencé a tener una columna semanal en la sección de opinión.
Un día Teodoro me dijo: “¡mira, vale, un viernes de estos voy a agarrar un artículo tuyo y lo voy a publicar en la página editorial!, ¡ah bueno!”. Los editoriales de TalCual, a cargo siempre de Teodoro, eran el atractivo principal del periódico, ser incluido allí era como recibir un premio Cervantes, para mí.
Un viernes Teodoro cumplió su amenaza, pero en vez de ser “un viernes de estos”, mi columna se convirtió en el editorial permanente de los días viernes. Una gran responsabilidad para el humor. Creo que el peso de los editoriales de los viernes produjo en mí un mayor compromiso con la lucha por la democracia y la libertad que veía crecientemente desmantelada y confiscada.
De los múltiples inconvenientes que nuestro periódico ha tenido con el poder, algunos son de mi responsabilidad. Desde la carta a aquella niña que hoy –una mujer hecha y derecha– tiene la fortuna de estudiar en París, que acarreó multa y juicio en un tribunal de Lara cuando el padre de la criatura advirtió en «Aló, Presidente» que no sería raro que un escrito así acarreara por casualidad, alguna multa y juicio en un tribunal de Lara.
No fue el primer inconveniente, ni el último. Gajes del oficio de resistir los embates de la sinrazón. TalCual es –fundamentalmente– un acto de fe de los que aquí trabajamos. Una convicción en la esperanza. La responsabilidad ética de ser la voz de los que no la tienen. Un esfuerzo por realizar un periodismo honesto, profesional, serio. Yo me siento orgulloso de la nobleza de mis compañeros de trabajo, que luchando contracorriente, mantienen vivo el pedacito de libertad desde el que resistimos.
Feliz mayoría de edad.