Por mi madre
Desde los primeros meses, TalCual comenzó la publicación de los primeros Por mi madre, pequeños datos informativos exclusivos que se convirtieron en uno de nuestros elementos diferenciadores
Cambalache
Las revoluciones están llenas de sorpresas. ¿Quién pensaría que un tanguero de toda la vida pudiera ser, por ejemplo, asesor de un despacho ministerial, que nada que ver con el mundo de la cultura? El hallazgo se localizó en el Ministerio del Trabajo. Quizás en ese mundo de conflictos, de injusticias inveteradas, sea apropiado zanjar un pleito con aquello de que «el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el 510 y en el 2000 también». Seguramente Andrés Marichal -el personaje en cuestión, dueño de la celebérrima Peña Tanguera- haya sentido la tentación de resolver las delicadas misiones encomendadas en Zulia, Anzoátegui, Sucre y Guayana con un pasaje del Morocho del Abasto, asunto sobre el cual su conocimiento y experiencia es innegable.
De lo que se duda es de su capacidad efectiva para mediar satisfactoriamente en las disputas obrero-patronales. En Guayana, por ejemplo, intervino en el caso de la empresa Caruachi, donde existía un problema de legitimidad sindical. Marichal, aseguran, agregó, en combinación con fuerzas patrióticas, un nuevo sindicato a los tres o cuatro existentes y organizó un referendum que terminó perdiendo con los adecos.
El dueño de la Peña tiene una vieja amistad con el ministro Lino Martínez, desde los tiempos en que ambos militaron en el Movimiento de Izquierda Revolucionario, MIR. Amistad sazonada y profundizada en el local de Bello Monte, donde Marichal derrochaba su talento musical. Martínez es ahora candidato a la embajada de México. ¿Se llevará a Marichal? ¿No era Buenos Aires un mejor destino? En cualquier caso, una salida conjunta será agradecida, al unísono, por patrones y líderes obreros.
Lara: distancia y categoría
El presidente de la Asamblea Nacional, William Lara, no se siente aludido por quienes lo acusan de ocupar su nuevo cargo gracias al favoritismo del presidente Chávez. Por el contrario, Lara trata de mostrar constantemente su «humildad» y aclara a quien se lo pregunte que, por ejemplo, él no anda pavoneándose por el hemiciclo vistiendo trajes de la marca Clement y por el contrario para escoger sus trajes prefiere Motecristo o visitar algún local de las Quinta Leonor. También precisa que no tiene aires de grandeza. «Es mentira que me molesto porque me digan que soy un hombre de Hugo Chávez, cuando mi carro se accidentaba me movía en carrito».
Juezas por los moños
También las magistradas de los tribunales tienen grescas, incluso llegan a las manos. Resulta que el viernes pasado en el Palacio de Justicia -como a las tres de la tarde- la jueza 31 de control Carmen Zambrano de Gutiérrez, quien cumplía reposo médico, le reclamó a quien encargaron sustituirla -la jueza 33 de control, María Cristina Reverón- el haberse expresado en términos poco edificantes sobre la actuación de su tribunal. Reverón había solicitado, para asumir el cargo, que el Tribunal 31 fuera auditado, lo que Zambrano consideró un insulto y una sospecha sobre su honorabilidad. De allí devino el agarrón que obligó la intervención de los alguaciles para separar a las damas. La jueza Reverón resultó con una lesión en el cuello y rasguños en la cara, por lo que acudió a la Inspectoría General de Tribunales y a medicina legal de PTJ a rendir declaraciones. Ambas podrían ser destituidas.
Los árabes quieren el Meliá
Los encargados de la organización de la cumbre de la OPEP tienen un nuevo dolor de cabeza. La embajada de Arabia Saudita les hizo saber que ellos querían que el príncipe y su comitiva se alojaran el Hotel Meliá Caracas durante el tiempo que dure la reunión. A la petición se respondió que sí, que como no. Los árabes quisieron precisar bien sus exigencias: «No queremos que nadie más se aloje en ese hotel». Allí los encargados de logística y protocolo tragaron grueso: «Eso es imposible, en Caracas solo hay 11 suites presidenciales y 4 de ellas están en el Meliá. Como entenderá tenemos muchos invitados esos días». Los árabes insistieron: «Entonces compramos el hotel. ¿Cuánto cuesta?» La oferta está en estudio.