Taxonomía del preso político, Gabriela del Mar Ramírez
¡Que gustazo le dio la gente del Foro Penal a Maduro y camarilla con su declaración sobre su conflicto de intereses para defender a Miguel Rodríguez Torres! Me imagino al voluminoso tirano repitiendo la frase que le atribuyó Nicolasito a su padre cuando tomaron violentamente la finca del sobrino de la Fiscal Luisa Ortega Díaz “¡Qué vaina tan buena!”.
Y es que Rodríguez Torres no fue encarcelado por sus actuaciones como ministro durante las protestas del año 2014. Su prisión es un castigo político en su contra por tener ascendente sobre el componente militar, porque su desempeño como subordinado de Maduro infundía más autoridad que la de su entonces jefe y por haber trabajado de manera tenaz en intentar construir la organización política Movimiento Amplio Desafío de Todos desde las bases organizadas.
Esa es la razón por la cual su carcelero, Nicolás Maduro, ordenó públicamente su prisión con argumentos rebuscados de ser un doble agente que trabajaba para la CIA mientras otro funcionario de la inteligencia venezolana, el Pollo Carvajal tuvo que asegurar que esa acusación había sido desechada por Chávez en vida pues él personalmente había instruido esos enlaces al general.
Un par de meses más tarde, el miedo del círculo de gobierno madurista se estrechó nuevamente sobre Rodríguez Torres cuando tanto su padre como él fueron inhabilitados por el CNE sin ningún basamento legal impidiéndoles presentarse en cualquier justa electoral
Como apostilla a la cárcel de Rodríguez Torres, todos vimos en directo como fue aprehendido en la sala de un céntrico hotel mientras dialogaba con un grupo de mujeres organizadas en torno a su movimiento. Más tarde todos los venezolanos hemos sido testigos de su aislamiento, el asedio de decenas de patrullas en torno al hogar de sus hijas, una de ellas menor de edad, la impiedad con sus padres ancianos y la violación de todos sus derechos humanos como prisionero de un gobierno que además de encerrarlo por sus posturas políticas contrarias, supura odio en su contra con expresiones amenazantes de altos funcionarios de gobierno.
Quienes hemos dado un paso al costado durante la presidencia de Nicolás Maduro interpretamos -algunos más temprano que otros- el desvío totalitario de su gobierno pero muchos más permanecen dentro meditando cuáles serían las consecuencias de tomar la posición correcta y rechazar la derogación de nuestra Constitución, primero en el papel y cada día que pasa, en la práctica de la persecución, las torturas, la cárcel y el aislamiento, pues al final de cuentas en algún momento “todos fuimos cómplices”.
Y esta postura del Foro Penal es la que le alegra el día a Maduro porque coloca a todos los funcionarios, altos medios y bajos en una posición monolítica de supervivencia junto a la tiranía porque indistintamente de las causas que propicien su persecución, ellos serán no solo enjuiciados sino también abandonados a su suerte.
Quienes hemos sido defensores de derechos humanos, en algún momento, visitando un calabozo pedimos protección para un filicida o un matricida. También para un violador porque la causa de los derechos humanos no genera conflicto de intereses cuando lo que está en juego son los derechos de una persona. Una costumbre sana que desarrollé durante mi gestión fue no preguntarle a ningún recluso la causa de su prisión para evitar sugestionarme porque uno de los delitos que rechazo con todo mi espíritu es la violación infantil.
Nuestra misión eran sus derechos humanos y teníamos que dejarles a los jueces la tarea de juzgarlos con todo el peso de la ley. Ayer después de una larga relación de reconocimiento a la labor del Foro Penal por su defensa de las personas torturadas y encarceladas durante las protestas del año 2014, debo interpretar que hay presos políticos que merecen estar en listados y presos políticos que no.
Es el tiempo de crear una organización que le transmita a los militares constitucionalistas, hoy aislados y torturados en mazmorras de la tiranía que a pesar de la agonía de su encarcelamiento, ellos no estarán solos y a la opinión pública que si preferimos ser jueces implacables en lugar de defensores de los derechos humanos, con nuestro proceder le estaremos enviando al palacio de gobierno un camión repleto de bombonas de oxígeno, llenadas a pulso por nosotros, para que perpetúen el dolor y la miseria del pueblo venezolano.