Ventas de ropa y calzado cayeron entre 66% y 75% en los últimos dos años
A los comerciantes se les dificulta cada día vestir y calzar a los venezolanos afectados por la caída del poder adquisitivo y la hiperinflación. Los gremios de estos sectores piden al gobierno aplicar las medidas necesarias para aumentar la producción
Las ofertas en las zapaterías y tiendas de vestir prácticamente desaparecieron en Venezuela. Los altos precios y la menor calidad de los bienes es lo que se observa en las vitrinas de aquellos comercios que luchan por mantener el negocio.
Como muchos sectores económicos, el textil y del calzado están siendo impactados por la caída del poder adquisitivo y la hiperinflación, pero también por una menor disponibilidad de insumos y materias primas, baja entrega de divisas a tasa oficial y la emigración de sus trabajadores. Las consecuencias de las dificultades para reponer inventario ha llevado al cierre de tiendas y al aumento de los precios.
«¿Quién puede comprar unos zapatos en 25 millones de bolívares? Si apenas gano un salario mínimo de 1 millón de bolívares. Tengo que ahorrar dos años para poder comprarme unas buenas sandalias. Esto es insólito. Antes por lo menos pagaba con una tarjeta de crédito, pero ya ni eso se puede», se queja Cristina Morales, asistente de administración de 32 años
De acuerdo con cálculos de la firma Ecoanalítica, la tasa anualizada de la inflación en el sector del vestido y calzado alcanzó 1.000% hasta el mes de marzo de este año. Mientras que las ventas bajaron 66% en promedio durante 2017, colocándose como el segundo rubro con mayores caídas después del de electrodomésticos, que tuvo una reducción de 75%.
En centros comerciales, pero también en zonas tradicionales de venta de calzado y vestido como en el centro de Caracas y en la avenida Santiago Mariño en la isla de Margarita, se observa la poca actividad comercial ante el cierre de tiendas.
Luigi Pissella, presidente de la Cámara Venezolana del Calzado, explica que el sector se ha venido descapitalizando año tras año, lo que ha hecho difícil reponer inventario. Adicionalmente, las ventas han disminuido significativamente debido a la caída del poder adquisitivo de la población.
«El consumo per cápita en Venezuela era en 2014 de 2,7 pares de zapatos, luego de llegar a un pico en 2013 de 3 pares. En condiciones normales debería ser de 2,2 pares, pero hoy es de 0,4 pares de zapatos por persona. Esto no ocurre ni en una guerra civil», afirma Pissella.
Señala que además de esa descapitalización del comercio al no acceder a las divisas a tasa oficial para reponer su inventario, el consumidor tampoco puede adquirir el calzado por la caída de sus ingresos. Desde 2014 hasta este año la caída de las ventas ha sido importante. De un consumo de 60 millones de pares de zapatos pasó a 15 millones, una disminución de 75%.
Pissella destaca que en el área de producción de calzado se observa que las fábricas están trabajando a 20% de su capacidad y varios llegan a 10%, al igual que los fabricantes de materias primas. «Aunque muchos de los insumos se producen en Venezuela, aún se requieren divisas para importar otros como los productos químicos, los repuestos y las maquinarias».
Recalca que el sector en general no ha recibido divisas a tasa oficial por parte de los diferentes esquemas cambiarios creados por el gobierno. Aunque – no obstante -, algunas empresas pudieran haber obtenido dólares en alguna ocasión, los montos han sido insuficientes para que mantengan su operatividad
«Deberíamos poder comprar las divisas directamente al Banco Central de Venezuelao a cualquier casa de cambio, pero hoy se tienen distintas tasas para el dólar y no se sabe cuál de ellas tomar en cuenta (…) Es importante que cese la inyección de dinero inorgánico para que de esa manera se controle la inflación y que no se siga indexando la tasa de cambio y posteriormente incentivar la producción. Así no solo se controlan los precios sino que se abaratan», dice.
Acota que de las 138 empresas que están agremiadas a la Cámara del Calzado, 10% se encuentran en stand by, 30% del comercio ha cerrado por el incremento de los costos operativos, mientras que el margen de comercialización es el mismo. Además, han perdido 70 mil puestos de trabajo por el cierre de negocios, por los que han preferido ir al sector informal, mientras que 30% ha emigrado.
Como se recordará, el gobierno publicó un decreto en el cual fijó en 30% el margen de ganancia para las empresas del país.
El sector del cuero y del calzado, que llegó incluso a exportar hace unos años, pasó de aportar 2,7% al producto interno bruto manufacturero en 1997, a 0,8% en 2014, según última data oficial
«Si hay incentivos, se respeta la propiedad privada, se controla la inflación y se deja que el aumento salarial sea proporcional a la productividad, podría mejorar la producción. Todos los que aún estamos de pie somos héroes de guerra», afirmó Pissella.
Sin tela que cortar
La situación del sector textil no es distinta a la del calzado, ya que en la actualidad las fábricas operan a 10% de su capacidad instalada. Los requerimientos de estas empresas oscilan entre 70 y 80 millones de dólares para incrementar la producción, lo que luce inviable tras la «sequía de divisas» en el país.
David Fishman, presidente de la Asociación Textil Venezolana, a la cual están agremiadas 30 empresas de todo el país, resalta que debido al poco acceso a los dólares, muchas fábricas planean paralizar operaciones mientras que otras ya han optado por cerrar.
«No se está fabricando y lo poco que se produce se envía a los clientes tradicionales o a mayoristas (…) Los únicos que están más o menos operando es Jeantex, Ovejita y Telares Palo Grande», acota
En su más reciente evaluación sobre el sector industrial, Conindustria alertó que de 3.800 establecimientos industriales que quedan en el país, 1.018 (27%) podrían cerrar sus puertas en 2018 debido a las condiciones adversas de la economía del país.
«Las empresas textiles han estado en crisis pero en 2018 están cerca de un colapso, es significativa la caída de las ventas y la pérdida de empleos», indicó Fishman.
El comercio al detal ha experimentado cambios en medio de un escenario en el cual la población destina 70% de sus ingresos a la compra de alimentos. De acuerdo a datos aportados por la Cámara Venezolana de la Industria del Vestido, las ventas de los comercios han caído entre 50% y 75% en comparación a hace dos años.
La caída de la demanda ha hecho que grandes cadenas hayan cerrado muchas de sus establecimientos y otras optaron por ofrecer menos mercancía, evidenciándose tiendas casi vacías en los centros comerciales del país.
«He mandado arreglar ropa que estaba pasado de moda, pero también he tenido que comprar en mercados de venta de ropa usada», señala Teresa Aguirre, profesora universitaria
Este sector también lucha con la descapitalización de sus empresas que deben destinar sus ingresos al alquiler de sus tiendas, materiales y empaques, pago de impuestos (IVA e ISLR) y patentes y hasta transporte para sus empleados.
«Esto parece un mar que se va secando poco a poco», afirma un representante de la Cámara del Vestido que pidió no ser identificado.