¿Avances en Corea?, por Félix Arellano
En estos momentos las perspectivas en la península de Corea se presentan alentadoras, pareciera superada la nube negra de las pruebas nucleares promovidas irracionalmente por el joven dictador de Corea del Norte Kim Jong-un, que generaron una profunda angustia en la zona, y amenazaban la paz y la seguridad internacional. Las diversas cumbres realizadas: entre las dos Coreas, con China, con el Presidente Donald Trump y, los contactos de coordinación con Japón, parecieran estar dando resultados, los compromisos se están cumpliendo, lo que significa que existe el interés en cultivar la confianza y poder avanzar a las fases más ininteligibles del proceso.
Ahora bien, dada la complejidad de las siguientes etapas y el carácter impulsivo e impredecible, tanto del Presidente Trump, como del joven dictador, reina un alto grado de incertidumbre, lo que obligará al resto de los involucrados, particularmente a Corea del Sur y China, a incrementar sus esfuerzos para blindar el proceso. Cabe una moraleja: que se pueda avanzar en la negociación en un contexto tan difícil como el coreano, debería servirnos de lección en nuestra dramática realidad nacional, que tanto daño está generando, y cuya solución puede depender de la comprensión de todas las partes sobre la dinámica y bondades del diálogo y la negociación.
En Corea las señales positivas son diversas y significativas; al respecto, cabe destacar que se ha avanzado en la entrega de víctimas de la guerra; Corea del Norte ha desmantelado algunas bases de lanzamientos de misiles, para el mes de agosto está previsto efectuar en el encuentro de familias separadas por la guerra entre las dos Coreas, incluso está cambiando la propaganda contra el imperialismo en Pyongyang y, lo más significativo, Estados Unidos ha suspendido indefinidamente los ejercicios militares previstos en la península coreana.
Elementos como los señalados impulsan el proceso, que pronto debería entrar en la fase más crítica; es decir, en la definición concreta, regulada y controlada, por diversas instancias, en particular por la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) de las Naciones Unidas, del proceso de desnuclearización de Corea del Norte, que seguramente también exigirá la reducción de las fuerzas militares de Estados Unidos en la zona, lo que beneficia fundamentalmente a China, que mantiene otros focos peligrosos, como las reclamaciones de delimitación en el mar de China meridional y los problemas con Bután e India.
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La complejidad de los objetivos en las siguientes fases hace pensar que la impulsividad se puede imponer y el proceso fracasar. Los escépticos estiman que el joven dictador de Corea del Norte puede estar buscando fundamentalmente tiempo para avanzar rápidamente en sus planes nucleares, sin mayores controles. Adicionalmente, no debemos olvidar que antes de iniciar esta fase de diálogos diplomáticos, la información que circulaba del joven Kim Jong-un era siniestra y se asociaba a la eliminación de familiares, gerontocracia militar y cualquiera que pudiera hacer sombra a su poder.
Por otra parte, las últimas decisiones de Donald Trump, en materia comercial y sobre la inmigración, incluso contra aliados tradicionales y fundamentales; han evidenciado su carácter explosivo y guerreristas. En negociaciones pareciera que espera ganarlo todo, además que busca triunfos tempranos, para garantizar votos para sus aliados del partido republicano en las elecciones parlamentarias del mes de noviembre.
En un contexto de marcada incertidumbre, la labor de otros actores involucrados directamente en el caso, como Corea del Sur, China o Japón resulta necesaria. Ahora bien, pareciera que China en este momento no reúne las mejores condiciones, por sus planes expansionistas y las crecientes tensiones con el Presidente Trump, pero es un actor clave para presionar a Corea del Norte, y también está interesada, tanto en la desnuclearización de la península, como en el control de la irracional actuación de joven dictador.
Todo indica que la mayor responsabilidad para lograr mantener y encausar los avances del proceso recae fundamentalmente en Corea del Sur y, en particular, en la capacidad dialogante, creativa y prudente de su Presidente Moon Jae-in. El proceso de negociación bien estructurado puede llevar a resultados concretos, beneficiosos para todas las partes, en especial para sus poblaciones. Lo que no parece muy claro es la sensibilidad social de los gobernantes autoritarios presentes en este conflicto, en el caso de Corea del Norte, muy probablemente interesa más el poder que el bienestar social y el Presidente Trump, con su carácter contradictorio, está generando señales peligrosas.