Crisis y transición, por Luis Manuel Esculpi
Distintas instituciones e investigadores sociales tanto en el área nacional como internacional, han venido analizando los posibles desarrollos de la crisis venezolana. Los análisis se pasean por una diversidad de opciones que van desde la posible rectificación del gobierno en las políticas económicas que ha venido adelantando, pasando por el denominado estallido social, un golpe militar o una intervención extranjera.
Si se adopta como metodología el análisis de todos los escenarios posibles, es comprensible que la gama de alternativas ofrezca todas las variables imaginables, incluyendo el estudio de las experiencias del tránsito de regímenes autoritarios o dictatoriales, a regímenes democráticos; tales investigaciones comprenden una labor enjundiosa que puede servir de orientación para comprender nuestra propia realidad.
Una rápida mirada a esos tránsitos que pueden tener algunas semejanzas con nuestro proceso, nuestra idiosincrasia y nuestra historia nos permiten aproximarnos a unas primeras importantes conclusiones: cada proceso presenta características originales e inéditas con relación a otros, independientemente de rasgos similares. No todos los acontecimientos evolucionan acorde con las previsiones diseñadas en un plan, la dirección política debe tener la flexibilidad necesaria para adaptarse a situaciones imprevistas y delinear la conducta en correspondencia con tales situaciones.
El cambio de los regímenes supone que las fuerzas de la renovación deben sentar las bases para garantizar la gobernabilidad y estabilidad de la alternativa democráticas y la reconciliación, lo cual requiere no solamente como necesario sino imprescindible, contar con sectores e individualidades que aun habiendo respaldado en algunos períodos al régimen que se propone sustituir, se hayan diferenciado y disentido de su práctica política.
Las experiencias exitosas más próximas (Chile entre otras) se han caracterizado por incorporar elementos como los mencionados en su desarrollo, es más en nuestra propia historia el tránsito de regímenes dictatoriales a gobiernos democráticos algunos de esos rasgos han estado presentes.
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Los dogmas de fe, la rigidez e inflexibilidad no ha sido la fórmula que las direcciones políticas han seleccionado para conducir los procesos de transiciones, por el contrario han contradicho las indicaciones de las recetas preestablecidas que en forma de manuales algunos intentaron imponer.
La riqueza de la lucha social y política incorpora en sus vivencias siempre elementos novedosos que no se pueden desestimar, una visión amplia en especial de la coyuntura pasa por integrar esos componentes. Pompeyo Márquez siempre que se debatían estos temas alertaba: «Hay que dejarle algo a la vida».
La estrategia democrática, constitucional y pacífica para enfrentar los autoritarismos exige el despliegue de creatividad y acciones que eviten la violencia y eludan la acción represiva gubernamental, afirmarlo es sumamente simple, cumplir con esas premisas en el comportamiento político permanente reviste complejidades que necesariamente tienen que asumirse.
En nuestro caso la actual situación requiere que la conducción política se coloque nuevamente a las alturas de las exigencias, la crisis avanza vertiginosamente, el tiempo corre y no están a la espera de la lentitud con las que se adoptan las decisiones y se superan las divergencias existentes. Entretanto el gobierno sigue empeñado en la continuación de sus políticas haciendo estragos en todos los sectores sociales en medio de la más grave crisis que ha conocido la Venezuela contemporánea.
La superación de las dificultades actuales en el campo opositor, la reconstrucción y relanzamiento de la plataforma unitaria es un requisito indispensable para retomar la iniciativa, diseñar la ruta en función del cambio político, objetivo que cada vez más constituye una necesidad imperiosa para la superación de las calamidades actuales