Los choques internos protagonizarán el IV Congreso del PSUV
Las críticas toman presencia en las bases estructurales del chavismo, mientras las cabezas de la revolución se hacen oídos sordos ante cualquier propuesta innovadora
En medio de uno de los momentos más críticos de la historia de Venezuela, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) celebrará, entre el 28 y 30 de julio, su IV Congreso con el control político de casi todo el país.
El congreso se celebra con la idea de plantear un debate sobre siete líneas estratégicas, que abordan el diálogo nacional, la estabilidad económica, la lucha contra la corrupción, el fortalecimiento de los ‘logros’ del Poder Popular, la defensa contra el imperialismo, la ratificación del socialismo y el control de infraestructuras y servicios públicos.
Las bases estructurales del chavismo se reunirán en todos sus niveles. Unos 670 participantes, electos vía territorial y sectorial por las bases de la organización, acudirán a la cita para desarrollar estos tópicos, que tienen como propósito fundamental “la reflexión y elaboración colectiva de la orientación política estratégica del partido, en el marco de la compleja y exigente situación de la coyuntura”.
Sin embargo, por la conducta histórica del PSUV y sus condiciones actuales, parece poco probable que se genere una modificación de sus posturas.
A pesar de que las victorias y los discursos manifestados por los voceros del chavismo aseguran una estabilidad sin precedentes, bajo la estructura del partido yacen colisiones que trancan el juego ante cualquier idea de generar un cambio interno.
Las dos principales figuras políticas del chavismo chocan entre ellos a la hora de definir la dirección del partido, según fuentes con conexión o pasado militante en el partido. Nicolás Maduro, líder de la ‘revolución bolivariana’, tiene su propia visión sobre el rumbo del PSUV. “Gobierna a las espaldas del partido”, aseguraba el disidente Rafael Ramírez, perseguido por rebelarse en contra de las políticas manejadas en el seno del chavismo.
Por otra parte, Diosdado Cabello, presidente de la plenipotenciaria e ilegítima Asamblea Constituyente, es quien conduce el autobús del chavismo. “Diosdado es el protagonista, es quien de verdad mueve el partido”, señalaba Víctor Álvarez, otro exministro también desligado del proyecto chavista.
Ante estas posiciones contrapuestas, que disimulan las tensiones para proyectar la visión de la “fuerza política más fuerte del país”, una voz crítica hace eco entre los rangos más bajos de la estructura del PSUV
Diferentes figuras del chavismo han manifestado su desacuerdo con ciertas políticas desarrolladas por el Gobierno. El ‘constituyente Jesús Faría ha realizado una campaña en contra del control cambiario, mientras que su similar, Julio Escalona, dijo que la administración actual tiene un problema para escuchar el clamor del pueblo.
El descontento y la autocrítica se hacen notorios y rompen la imagen del partido perfecto que se trata de vender, pero esto no representa una garantía de que se produzca un cambio en la manera de conducir la política y la economía del país.
El analista político Alberto Aranguibel argumenta que estas críticas no guardan relación con políticas erradas, ni con una ruptura dentro del partido. Por el contrario, afirma que son producto de la desinformación de quienes las emiten, víctimas de una presunta campaña mediática nacional e internacional que nubla los juicios de hasta el más dogmático revolucionario.
Sin embargo, reconoce que por primera vez en la historia del PSUV se observa una crítica auténtica. “Estas sí son voces calificadas del proceso. Nos habituamos a una suerte de críticas desde afuera, que se hacían en forma de ataque hacia la revolución, escudadas bajo la etiqueta de la autocrítica”, reflexiona.
Álvarez, por otra parte, sostiene que estas voces críticas son “muy débiles”, al no poseer un peso importante dentro del partido, motivo por el cual cree que “no hay muchas expectativas en lo que respecta a cambios estructurales”.
Antiguos dogmas
Los peso-pesados dentro del movimiento chavista son un filtro para cualquier decisión que se tome, condicionan y definen todo rumbo en el PSUV. Las cabezas de la revolución han arremetido contra todo atisbo de crítica y pensamiento distinto.
“Nuestra gente reclama, puede hacerlo pero nunca a favor de la contrarrevolución”, advertía esta semana Cabello durante su programa Con el Mazo Dando.
Casi en simultaneidad con el presidente de la ANC, el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, expresaba que “algunos compañeros emiten fuertes señalamientos, fuertes críticas, y yo digo: sí, la crítica es imprescindible, pero también es imprescindible la lealtad, el combate cotidiano y la confianza en la victoria”.
El mismo día, Maduro tocó este tema con mayor efusividad que sus compañeros de Gobierno. “Hay gente que trata de crear una moda en el tema de ser crítico. Algunos lo toman como un show, son showseros”, dijo.
La crítica y la autocrítica que sirve para dividir, para debilitar la fuerza espiritual y moral, para autoflagelarse. No es revolucionario, no es nada, es desmovilizadora y es antirrevolucionaria, es antipatria», remató
Quienes se han apartado de estos caminos han sido catalogados de traidores y contrarrevolucionarios, a tal punto de ser amenazados y perseguidos. El congreso del PSUV ya ha servido en el pasado como un escenario para detectar estas conductas y emprender la cacería de brujas.
Rafael Ramírez, uno de los personajes más importantes del chavismo durante el mandato del fallecido Hugo Chávez, fue una de las víctimas más notorias de este accionar.
Durante el III Congreso del PSUV, presentó una propuesta de reforma para crear mejores condiciones para flexibilizar los rígidos controles económicos y recuperar el aparato productivo del país. No solo fue ignorada su propuesta, sino que a partir de allí inició un rechazo que culminaría con una orden internacional de captura en su contra.
“Con ese antecedente, y dado el nivel de gravedad que tienen las pugnas internas, uno no se hace muchos expectativas con los cambios que pueda haber. Si ni el todopoderoso Rafael Ramírez pudo impulsar cambios, mucho menos lo van a hacer las voces críticas actuales”, explica Álvarez.
La sumisión de los bajos niveles del PSUV ante la línea de alto mando trunca la posibilidad de desarrollar un debate sobre las causas y problemas que padece el país, a esto se aúnan las ideologías dogmáticas que yacen en los cimientos del partido, que rechazan todo tipo de progreso por un camino que se desvíe de sus concepciones políticas.
¿Economía protagonista?
Entre las líneas estratégicas que se discutirán en este evento, se ha marcado un énfasis especial en la economía. Maduro acaba de presentar su ‘Plan de Recuperación Económica’ y desde el Gobierno hay una especial preocupación en lidiar con la coyuntura económica.
Siempre con la justificación de la injerencia, los bloqueos y la guerra económica, Maduro y su gabinete han manifestado que reponer la economía será la premisa gubernamental en este momento. No en vano, basó su campaña electoral en una promesa de recuperación económica. “Con la victoria electoral del 20 de mayo les construiré la paz económica, la prosperidad económica y superaremos todos los problemas económicos de Venezuela”, decía en uno de sus discursos de abril pasado.
Aranguibel expresa que la situación política ha sido vertiginosa desde el fallecimiento de Chávez, en especial gracias a la forma en la que se ha deteriorado la economía desde entonces. Por esta razón apunta a la importancia que tendrá este congreso como una plataforma para hallar soluciones.
Tiene una significación muy determinante para Venezuela porque no solo se trata de una reunión partidista, sino que se busca la presentación de fórmulas que ayuden a resolver las dificultades que atraviesa el país”
Álvarez, por otra parte, no se muestra tan optimista con respecto a la discusión económica en el seno del PSUV. Considera que la prioridad para el chavismo es no hacer nada que pueda generar nuevas fracturas en la élite dominante y dividir el partido.
“No veo yo que ante esta amenaza puedan llevar el debate a un nivel de intensidad tal que pueda ocasionar una fractura”, dijo.
Ante las condiciones del país y la situación del partido, se prevé que las discusiones se mantengan en parámetros protocolares con los mismos discursos que los militantes del partido manejan en la actualidad. La demagogia podría hacerse presente una vez más ante un pueblo a la espera de respuestas y soluciones.