Lo venezolano, por Fernando Rodríguez
Todos los populistas son nacionalistas agresivos, necesitan que su pueblo, que ellos encarnan sea de un rango superior al resto de los humanos. Por ello también suele ser pasadista porque su definición de lo nacional es permanente, no es circunstancial y por tanto variable, es decir abarca su historia y, también generalmente, momentos considerados estelares de ésta.
Guaicaipuro, Zamora y, no faltaba más, Bolívar, Bolívar y Bolívar. Chávez es un ejemplo de librito de este primitivismo sociológico. Pero también profesores universitarios que se supondría más leídos y pensantes, por montón. Es un elemento claramente fascistoide, para lo cual basta leer aquel detector de esa maldición que sintetizó Umberto Eco. Pero yo agregaría que también hay nacionalistas más bien tontos, de esos que les da por decir: es que no hay como la generosidad o la calidez o la picardía o la creatividad o cualquier otra vaina del venezolano. Cuando no hipérboles como este es el país más bello del mundo. O sus mujeres. O, por ejemplo, yo he frecuentado diversos ambientes culturales y no he dejado de oír que estamos haciendo una poesía o una medicina o una pintura o un béisbol o quién sabe qué sin parangón. Salud, patriotas.
Lo que sí no oigo es que tenemos una tendencia al crimen absolutamente notable y no solo objetiva, sino matematizable, como dicen todas las indagaciones que nos colocan en las más elevadas posiciones del planeta, como sabe el muy docto y verdadero patriota Roberto Briceño León y en general todo venezolano que camina paranoico por cualquier calle después de que cae el sol, y también antes.
No niego que tenga más apertura afectiva hacia sus semejantes que los franceses pero no habría que olvidar las páginas rojas. Igual valdría para la corrupción, mal endémico, hoy convertido posiblemente en un fenómeno de dimensiones épicas y hasta inéditas en una región donde la corrupción es costumbre secular.
¿Y el militarismo que ha reinado en nuestra historia convirtiéndola en un perenne desastre?. No sigo, pero lo que quiero señalar que así como jugamos bien a la pelota o hemos tenido a Alejandro Otero y a Ramos Sucre hemos tenido a Gómez y a Maduro. Son al menos parte de lo venezolano.
Todo esto para decir que estos veinte años de populismo despótico deben haber deteriorado mucho la imagen de nosotros mismos. No sólo porque el país se está pareciendo cada vez más a Haití o a Yemen, sino porque tenemos uno de los gobiernos más detestados por la gente más o menos civilizada del planeta y quienes nos hemos opuesto, y hay unos cuantos héroes y mentes lúcidas, lo hemos hecho realmente mal.
Porque la gente racional que nos observa no puede entender como un gobierno que ha hecho tanto daño, que ha vuelto mierda el país, siga allí tan campante.
Y no es cosa mía, lo han dicho directa e indirectamente el ochenta por ciento de los venezolanos que ya no creen ni en marines, ni en zapateros ni gorilas de buen corazón ni en tomas de la Bastilla.
Termino llamando a la humildad, la paciencia, la tenacidad y otras virtudes que nos pueden dar mejores resultados en esta hora de la angustia y el sufrimiento colectivos para salir juntos de este atolladero infernal. Para demostrar en los hechos que podemos hacer también cosas loables, de cuando en vez.