Diálogo con mecanismos internacionales pasa porque el Gobierno admita la crisis
La fallida visita del experto negociador Jim Tull, a petición del Grupo de Boston, encendió nuevamente el debate sobre la posibilidad de una mesa de diálogo o nuevas negociaciones entre varios factores, algo que desde la oposición no ven tan cercano como aspiraría el oficialismo
Autor: Sofía Nederr | Luisa Quintero
Las perspectivas sobre una nueva ronda de diálogo y negociación, bajo la mirada de mediadores y facilitadores internacionales podría ser cuesta arriba si el Gobierno persiste en no reconocer la crisis del país. Los mecanismos que resultaron efectivos para la pacificación en Colombia, en Centroamérica o en Sudáfrica lucen lejanos mientras no haya claridad respecto a los objetivos del proceso.
“El tema del fondo cuando ha habido procesos de diálogo internacional, como ocurrió con el Grupo Contadora en los 80 para buscar la paz en Centroamérica, es que situaciones muy graves, el reconocimiento de la crisis y decisiones políticas de alto nivel. En Venezuela existe una severa crisis y un creciente proceso migratorio, pero el interés del Gobierno es buscar limpiarse la cara ante el mundo y no de reconocer los problemas”, asevera el politólogo Luis Salamanca.
Para el analista no existe un contexto como el de Colombia cuando se activaron los diálogos de paz con la FARC. Explica que en el vecino país hubo un interés mutuo del gobierno y de la guerrilla para que hubiese resultados concretos.
“En contraste, el presidente Nicolás Maduro y su gente lo que quieren es trampear el diálogo, obtener reconocimiento internacional. Para eso se prestan algunos gobiernos y algunos políticos internos que tratan de hacer carrera a partir de una presunta actitud positiva. ¿Qué es lo que necesita el gobierno? Que la oposición mayoritaria de el aval para el diálogo, a pesar de que esa oposición ha sido destruida, ilegalizada y excluida, mientras sus dirigentes son detenidos arbitrariamente. Se les pide una y otra vez que dialoguen cuando tienen la pata en el cuello”, argumenta.
El politólogo Salamanca explica que los mecanismos de negociación aplicados en otros países no son exportables, como si se tratase de un producto, a Venezuela.
Indica que cada circunstancia es particular, pero ataja que el Gobierno solo estará en disposición de concurrir a una verdadera negociación cuando no tenga margen de maniobra: “Mientras esto no ocurra, el Gobierno lo que buscará es correr la arruga, correr el tiempo todo lo posible y quedarse en el poder lo más que pueda”.
Considera que la renovación de las sanciones de la Unión Europea hacia funcionarios del Gobierno busca debilitar al Ejecutivo.
Negociación condicionada
El politólogo Oscar Valles asegura que la negociación, bajo la mirada de garantes internacionales, solo tendrá un objetivo para el Gobierno y éste no es más que su permanencia del poder.
Argumenta que las respuestas que se han dado a la insistencia cíclica del Gobierno en el diálogo se asocian con la atenuación de las sanciones internacionales, el reconocimiento de la legitimidad y el aval para solicitar el financiamiento internacional. Pero subraya que estos objetivos, paradójicamente, no tendrían sentido para el Ejecutivo sino estuviese interesado en aferrarse al poder.
Al exponen que las gestiones del Grupo Contadora cobraron vigencia en medio de la crisis institucional de Nicaragua, puntualiza que “en los países donde fue efectiva una negociación internacional hubo varias situaciones que la precedieron: ya no había un Estado hegemónico, existía independencia de poderes; se encontraban zonas que no eran controladas por el gobierno y se registró una profunda fractura del monopolio del uso de la fuerza. Esos escenarios no están dados actualmente en Venezuela”.
Valles insiste en que no hay garantías para mecanismos bajo la facilitación foránea más allá de evaluaciones y visitas de expertos en negociación. En ese contexto, el politólogo cree que una de las vías más factibles es la presión diplomática que no es tan expedita como aspiran algunos sectores.
“Mientras algunos sectores aspirarían concurrir a una mesa de diálogo para restarle o quitarle poder al Gobierno, el objetivo del régimen militar de Maduro es atornillarse en el poder”, subraya Oscar Valles.
Diálogo no, negociación sí
Dentro de los partidos políticos de oposición, solo ven posible un escenario de diálogo cuando exista el reconocimiento de la crisis formal por parte del Gobierno. Además, enfatizan que solo discutirán las condiciones de la salida de Nicolás Maduro con unas “elecciones creíbles”.
El diputado a la Asamblea Nacional Luis Florido asevera que Venezuela requiere una negociación seria, aunque con un condicionante: “Que el gobierno acceda a lo que pide la oposición venezolana, es decir, unas elecciones libres, justas y transparentes que permitan resolver la crisis política”.
Florido, uno de los representantes opositores en el diálogo de 2016 y las negociaciones de 2017-2018, coincide con el secretario general de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, en que la oposición no puede hacer una “lista de mercado” y debe concentrarse.
“El Gobierno tiene mecanismos para comunicarse con cualquier sector venezolano. Nosotros no podemos volver al esquema del diálogo 2016, que utilizó el Gobierno para lavarse la cara y burlarse”, destaca el parlamentario.
Para Florido, además debe existir la certeza de que va a haber un acuerdo. “De no ser así, no tiene sentido sentarse en una mesa de negociación. Para eso puede ayudar la Unión Europea, El Vaticano, Estados Unidos y el Grupo de Lima. Todos apuntan a lo mismo”.
A este respecto, el diputado y vicepresidente de AD, Edgar Zambrano, indica que este proceso debe ser creíble, con objetivos acordados entre todos los sectores democráticos, para que se establezca un mecanismo que permita propiciar una acción que no sea a la fuerza.
Zambrano señala que con la polarización arraigada en el país, con un proyecto político que se niega a corregir, “se da una particularidad específica a los propósitos que busca el pueblo venezolano. Todos hemos reiterado unas elecciones transparentes, con observación internacional, que puedan significar un avance para lograr los petitorios que se han planteado”.
A juicio del vicepresidente de AD, luego de estos comicios se daría un efecto dominó que permitiría destrabar el resto de las peticiones que hace la oposición. Tampoco descartan que el Gobierno solicite unas elecciones generales de todos los poderes, y también suma un cambio en la Contraloría y otros entes.
Si bien es cierto que los antecedentes de diálogo y negociación son negativos, debido a su poca eficacia en tiempo y acción, Zambrano menciona que ahora hay condiciones distintas que debe entender el Gobierno para llegar a esa negociación.
“Estamos en presencia de una situación in extremis, y el Gobierno si no quiere generar una situación de confrontación, debe cesar con su tozudez. Están entrampados en su propio juego porque apostaron a un respaldo popular que hoy día no tienen”.
Mientras que el segundo vicepresidente de la AN, Alfonso Marquina, asevera que no hay condiciones para un diálogo porque no hay voluntad entre ambos factores para producir un cambio.
“Cada vez que hablan de la posibilidad de un diálogo, es para perpetuarse en el poder a través del sufrimiento del pueblo. Por eso insistimos en la presión interna e internacional tiene que llevar a los que representan al régimen a que se sienten de verdad con la intención de que se produzca un cambio político”.
La mesa de negociación que se instale en Venezuela será para acordar los términos de una transición democrática en el país. No hay otra con este gobierno que asesina y castiga a los venezolanos. No nos podemos sentar para que el pueblo pierda tiempo”, sentenció Marquina.
Por ello, el diputado de Primero Justicia reitera que de iniciar otra ronda de negociaciones, la oposición va por una fecha para los comicios, con un CNE distinto, observación internacional y transparencia en los resultados.
En este punto, Florido recomienda a la oposición que debe plantearse si en el Gobierno están dispuestos a ser desplazados del poder, y prever un escenario donde el candidato oficialista para los comicios que piden, no sea Maduro. “Eso también hay que preverlo. Ellos juegan, y el que piense que el oficialismo está muerto está muy equivocado, porque tienen su base”.