Winner de la cámara de gas, por Eduardo López Sandoval
Winner. Así se dice ganador en inglés, éste es también el nombre del taxista pirata que lleva a nuestro viejo amigo viejo Ramonote Mandefuá. El profesor jubilado ha tenido la necesidad de viajar a la capital de su Estado llanero a solucionar problemas relacionados con el cobro del incremento del salario…
Se negoció el inalcanzable precio de la carrera. Dos veces inalcanzable. Al pasajero, al profesor de Historia de Venezuela, no le alcanza la pensión, la jubilación y las clases de posgrado para cubrir estas elementales erogaciones, y al taxista lo que cobra por la carrerita tampoco le alcanza para nada.
El ex deportivo de dos puertas sin aire acondicionado y con los cauchos lisos, arranca casi al mismo tiempo que la conversa acerca de cómo está la situación en sus respectivos pueblos, la inseguridad jurídica, la inseguridad personal, los grupos de exterminio y de choque, el reciente y ya viejo cono monetario, el nuevo y ya anticuado aumento de salario, que mejor no aumente el sueldo porque eso trae el aumento de toda la comida, que sí aumente el sueldo para no morir de hambre por un ratico, y los servicios, los precios, el desempleo, y la corrupción de las gestiones de sus respectivos alcaldes, y el gobernador no sirve pa´ na, ¡y la escasez!
En la medida que transitan del terminal de pasajeros terrestres al centro de este pueblo grande que es San Juan se va poniendo más pesado el tránsito, las colas por gasolina, harina de maíz, detergentes, café, azúcar, papel higiénico, y el más largo de los etcéteras se acrecientan con el sol y el calor…
*Lea también: Guerra y paz, por Américo Martín
Los carros asociados con la muchedumbre de las colas hace el transitar cada vez más fangoso, hasta hacerse casi sólido. Las caras de los señores por la gasolina y las señoras por la harina para la arepa del almuerzo después de no desayunar esta mañana, se confunden, parecen no resistir, pero guardan una reserva de fe que no de esperanza, sus ojos tienen la plena convicción de que el producto se agotará cuando falten dos para su turno, o uno…
¡Una pelea!
La muchedumbre diversa, multiétnica, de surtidas edades, ahora se mueve uniforme como en un fogoso y rítmico baile. El amasijo de indoamericanos, con los labios desabridos del hambre, abre los brazos para hacer un espacio personal que proteja su maltrecha integridad física, ahora menos caben en la estrecha callejuela. Una voz resalta en la bullaranga, es una mujer pequeña que su voz la hace gigante entre la espesa muchedumbre. Dice en su compacto discurso todas las groserías conocidas, pero lo que expresa, a pesar de lo agrio, no deja de parecer razonable, incluso, ¡increíble para quien no haya estado nunca en estas filas de hambre!, el discurso era hasta conciliador.
Habla con el hambre arrugada en la comisura de los labios. Se dirige a un varón como contrincante, que el ángulo no deja ver desde donde están sentados y rodando nuestros amigos viajeros. Se deja ver claro que en esta batalla sólo uno sobrevivirá. La joven debe tener unos 23 o 27 años, pero bajo este sol llanero aparenta 52. El taxista pirata con el nombre Ganador, concluye:
-Esta señora como que está en la fila para entrar a la cámara de gas…
Antes de entrar a esta zona de pesado tránsito, ocasionado por las múltiples colas, los viandantes habían circulado un trecho más libre, con los Morros al fondo, y conversaron con este entonación:
-La escasez es cada vez más generalizada, parece que esto se agudiza, parece que pasaremos en diciembre de la escasez a la falta total de los alimentos, y gasolina,…y gas, y medicinas. Parece.
-Parece que nos acostumbramos a lo peor, lo invivible se hace cotidiano, nadie hace nada, la oposición está comprada, todos tenemos la cara de la conformidad en este trance que pasa del hambre a la muerte sin esperanzas…
Los comentarios acerca de la conformidad se hicieron cuando ya la fila de carros se detenía en la confusión de peatones que ocupaban las calles.
-Es la conformidad de la tragedia de la muerte temprana…
-Parece que estamos todos en la fila de la cámara de gas con las que Hitler le obsequiaba la muerte a los judíos…
-Sí, muy cierto amigo, cómo no relacionar la imagen de las películas con estas caras largas de paciencia, con la de los judíos que caminaban pasivos hacia la muerte… Después de pasar meses de hambre y de vejámenes en los campos de concentración, parece que la muerte con gas venenoso era una bendición, estaban conformes…
-Esa es la conformidad que vemos en esos rostros, la alienación colectiva que se logra con la propaganda de las cadenas del Gobierno, es la conformidad con la muerte temprana…
En estas alturas ocurrió la pelea que ocasionó el comentario:
-Esta señora como que está en la fila para entrar a la cámara de gas…
-Pero seguro que guarda su último aliento para gritar: “Así, así, así es que se gobierna…”
-O, el eslogan “uh, ah, Chávez no se va… porque Chávez vive”
Nota fuera de la conversa del taxista Ganador y el profesor Ramonote: recuérdese que el Poseso Revolucionario Bolivariano y Zamorano niega que esta matanza de judíos existió, también niegan hoy ante el mundo que estas colas por comida están. Son dos similares negaciones, ¿realidades paralelas? ¿Tiene alguna relación la negación de ambas filas? ¿Cuál? Tú decides mi pana lector…