Abstencionismo torpe y fantasioso, por José Rafael López Padrino
Para muchos resulta contradictorio que se siga insistiendo en negar la vía electoral en momentos donde es evidente que la gran mayoría de los venezolanos (80-85%) desea un cambio político en el país. Lamentablemente el virus del abstencionismo promovido por la tribu de los impolutos ha logrado imponer en un sector importante de la sociedad la falsa premisa de que el votar dejó de ser una expresión de la voluntad popular. Gracias a esa perversa estrategia política, y al silencio cómplice de dirigentes y partidos políticos hemos entregado sin mayor resistencia a la barbarie facho-chavista la mayoría de las gobernaciones y de los Consejos Legislativos y aparentemente igual suerte correrán los Consejos Municipales el próximo 9D.
Quienes desde la oposición niegan la ruta electoral siguen empecinados en cifrar sus esperanzas en una intervención militar extranjera descartada por la Casa Blanca, Grupo de Lima, la Comunidad Europea entre otros, en las inefectivas sanciones económicas o en el golpe militar, derrotero antidemocrático y que luce cada día más lejano dado el grado de corrupción y descomposición moral de la Fuerza Armada
Más recientemente en un nuevo arrebato político destinado al público de galería, el abstencionismo a través del Padre Luis Ugalde ha propuesto la desquiciada tesis de que 10 de enero se va a producir un quiebre definitivo en Venezuela que dará paso a la instalación de una junta de gobierno designada por la Asamblea Nacional (AN). Venden la ilusión del 10E como una fecha mágica que gracias a la providencia divina Maduro y su logia abandonarán el poder. Siguen sin entender que el voto es un elemento eficaz no solo para conquistar y preservar espacios de lucha, producir cambios políticos sino además para catalizar un proceso de transición hacia la democracia como lo ha demostrado la historia. Una votación masiva el 9D contra la tiranía obligaría al régimen a tomar decisiones que tienen un alto costo político y comprometería aún más su gobernabilidad. Es patético observar como los abstencionistas siguen promoviendo fantasiosos grandes finales que solo generarán nuevas decepciones y frustraciones en los venezolanos.
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Como solía decir nuestro querido y recordado Domingo Alberto Rangel “olvídense del tango que ya Gardel murió”, no habrá invasión militar extranjera, el 10/01/2019 Maduro no abandonará el Palacio de Misia Jacinta, no sucederá transición alguna, ni se designará ninguna junta de gobierno por parte de la AN. Que se olvidan quienes fantasean que Maduro propiciará diálogos que permitan acuerdos que conduzcan a la celebración de nuevas elecciones.
Con el llamado a la abstención del 9D se desaprovecha la oportunidad de recuperar el valor del voto como instrumento de lucha política y se renuncia a la posibilidad de propinarle una gran derrota al chaveco-madurismo a nivel nacional. Con el posible triunfo del oficialismo el próximo 9D se acentuará el control político y social a nivel municipal, y se consolidará el modelo de sociedad tutelada por la pestilente bota militar. Bloquear toda ruta electoral es abrir los senderos a la violencia, escenario que le conviene al régimen y a sus matones asalariados.
Mientras la oposición sigua estando manejada por esa cúpula de lapidadores moralistas y continúe marchando por el camino no electoral de los últimos años, seguirá desperdiciando torpemente las coyunturas históricas que le permitirían conformar una contrahegemonía electoral capaz de derrotar al nefasto chaveco-madurismo. Basta del doble discurso de las direcciones políticas de los partidos políticos que llaman a abstenerse el próximo 9D, pero regionalmente convocan a participar en los comicios municipales.
Este 9-D no se trata solo de elegir a unos concejales, es la oportunidad para demostrar políticamente de que hay una mayoría del país que adversa a Maduro y su hambreador, represivo y antinacional proyecto político.
Con una oposición torpe y timorata, así como incapaz de reconocer sus equivocaciones, el chaveco-madurismo tendrá una larga vida para desgracia de la mayoría de los venezolanos.