Falsificadores y Timos ingeniosos, por Carlos M. Montenegro
Zeuxis de Heraclea el pintor ateniense de la segunda mitad del siglo V a. C. presumía ante su colega rival, Parrasio, de acabar de pintar unas uvas tan reales que los pájaros intentaban picotearlas. Parrasio se picó y le apostó que era capaz de realizar una pintura más perfecta que aquella. Cuando Zeuxis llegó al estudio de Parrasio, el lienzo objeto de la apuesta estaba tapado por una tela. Zeuxis le pidió que retirara la tela para ver la supuesta maravilla y Parrasio le contestó: te acabo de ganar la apuesta, puesto que la tela que tapa el lienzo es la pintura.
Fastidia tánto aguantar las descargas de mendaces, tramposos y farsantes ejerciendo de mandamases, si saber serlo, que he decidido descansar y dejar de pensar al menos unos cuantos días, en lo que la irritante cotidianeidad nos ofrece y margina haciéndonos pasar las de Caín.
Así que echando mano de Internet me he dedicado a buscar sinvergüenzas, timadores y farsantes que al menos fueran ocurrentes, con trucos ingeniosos y hasta gracia para llevarse al huerto a los que somos simples y crédulos, o a otros que disponiendo del suficiente nivel económico, explotan su esnobismo y ganas de figurar. Como son hechos pretéritos se les puede dar un pase, pues al menos se trabajaban el ingenio, y no se dedicaban a robar con descaro usando la extorsión, el abuso de poder, la fuerza, la alevosía y hasta la nocturnidad, arruinando y haciendo pasar hasta hambre a quienes deberían procurarles mejor vida.
Voy a comenzar con la engañifla de Los Monkees, una banda de rock norteamericana fundada en Los Ángeles para protagonizar una serie juvenil con el mismo nombre en la cadena de TV NBC; eran cuatro componentes que fueron seleccionados entre más de quinientos actores jóvenes por el productor Don Kirshner.
La serie derrochaba sentido del humor irreverente, muy similar al de Richard Lester en ¡Qué noche la de aquel día!, la primera película protagonizada por The Beatles. Sólo dos de los muchachos elegidos eran músicos, Michael Nesmith y Peter Tork, y los otros dos tuvieron que aprender a tocar sobre la marcha. Ya eran un bluff de origen.
En sus primeros discos la música fue compuesta e interpretada por los mejores compositores y músicos de la época Carole King, Neil Sedaka, Neil Diamond, Tommy Boyce y Bobby Hart, por lo que entre 1966 y 1968 tuvieron un rosario de éxitos. A partir del disco Headquarters se consideró que ellos ya tenían la capacidad de tocar los instrumentos y así lo hicieron, aunque desgraciadamente para ellos fueron desplazados del número 1 después de sólo una semana, por el de los Beatles Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. The Monkees rodaron junto a Jack Nicholson la película Head, que fue un desastre; pronto su programa fue cancelado y, al poco tiempo, la banda se deshizo aunque a lo largo de los años se han reunido en diversas ocasiones para hacer presentaciones.
Otro fraude que fue descubierto, fue el de un dúo formado por Fabrice “Fab” Morvan (1966) y Rob Pilatus (1965-1998), bailarines del show de la exuberante cantante italiana Sabrina Salerno, que se fundó en Alemania a mediados de los años ochenta. El productor y autor intelectual del timo, Frank Farian, se fijó en ellos y lanzó con enorme éxito su carrera como Milli Vanilli (en la foto).
En 1990 se le concedió el Premio Grammy al artista revelación. Sin embargo, ese mismo año durante un concierto en «vivo» de la cadena MTV, celebrado en el parque de atracciones Lake Compounce, de Bristol, Connecticut, mientras supuestamente cantaban su éxito “Girl You Know is True”, el playback se estropeó, quedando los cantantes haciendo la mímica con el micrófono cerrado, dando lugar a uno de los momentos más vergonzosos de la música pop moderna.
Poco después, en noviembre de ese mismo año, el productor e inventor del grupo, Frank Farian, admitió que, en realidad, Fab y Rob no eran los que cantaban: se limitaban a ofrecer su atractiva imagen en la cubierta de los discos y en los escenarios, pero su música estaba pregrabada en sus vídeos y sus conciertos.
Tras haber conquistado a medio mundo con sus supuestas canciones, fueron obligados a devolver el Grammy y el dúo no pudo seguir presentándose con el mismo nombre. En 1991, Farian el mismo productor quiso relanzar a los que realmente cantaron las canciones del grupo, con el nombre de The Real Milli Vanilli, pero el intento fue un fracaso. En 1993, la pareja original volvió a probar suerte, esta vez interpretando por sí mismos sus canciones, como Rob & Fab, pero el público no les acompañó, por tramposos.
Otro “pájaro de cuentas”, fue Elmyr de Hory (1906-1976), nacido Hoffmann Elemér Dory-Boutin según el registro civil húngaro, o Elmyr von Houry, L. E. Raynal y Louis Cassau, según los contratos con diversas galerías de arte, fue un famoso pintor y falsificador húngaro que durante su vida vendió más de mil cuadros falsificados, que luego ganaron fama después de que Clifford Irving le dedicase un libro, y posteriormente apareciese en el documental Fraude de Orson Welles. Pudiera ser que realmente no fuera ningún falsificador, sino un magnífico imitador de estilos de pintores famosos.
Elmyr pintaba los cuadros sin firmar y su marchante supuestamente ponía las firmas de los “autores”. Probablemente, nunca se sabrá si él conocía o no el destino de sus cuadros firmados, pero lo cierto es que siempre afirmó ser inocente de aquella acusación.
Elmyr de Hory había nacido en Budapest, hijo de aristócratas de origen judío, y se fue a vivir a París decidido a ser artista. Al llegar la Segunda Guerra Mundial, fue arrestado y conducido a Alemania por su doble condición de judío y homosexual. Allí, durante un interrogatorio, la Gestapo le rompió una pierna, por lo que hubo de ser trasladado a un hospital. Un día dejaron la puerta abierta y se marchó de allí sigilosamente. Se dirigió a Budapest, donde se quedó hasta el final de la guerra y después volvió a París. Allí vivió en la pobreza, hasta que una amiga suya se fijó en uno de sus dibujos, confundiéndolo con un Picasso, se lo compró. Elmyr no dijo que lo había pintado él sin sentir ningún remordimiento, ya que en esos momentos necesitaba el dinero.
Pronto recorrió Europa vendiendo, no copias, sino falsos Picassos mientras se hacía pasar por un burgués que había heredado las obras de su familia, con lo cual obtuvo ganancias suficientes para vivir muy bien. Recorrió medio mundo y se hizo bastante querido como restaurador artístico en Estados Unidos, aunque pocos sabían de sus dotes como pintor falsificador.
Probablemente Modigliani, Matisse, Renoir y tantos más habrían encontrado en Elmyr a un discípulo perfecto. En 1951, el alcalde de Nueva Orleans le entregó la llave de la ciudad nombrándolo ciudadano honorífico, tras haber donado “un Miró”. En 1955, vendió una falsificación de Matisse al prestigioso Fogg Art Museum de la Universidad de Harvard, y comenzó su carrera de “abastecedor de museos”.
Posteriormente se trasladó a la isla de Ibiza, donde vivió durante dieciséis años y continuó realizando sus obras, e hizo amistad con Importantes personajes baleares y famosos residentes extranjeros. Sorpresivamente, después de despedirse de sus amigos más íntimos se suicidó en la isla de Ibiza el 11 de diciembre de 1976, poco después de recibir la noticia de que iba a ser extraditado a Francia, para ser juzgado por falsificación y fraude por el Tribunal de Gran Instancia de París. El misterio de su entierro hizo sospechar a numerosos biógrafos que su muerte fue tal vez la última y más grande falsificación de su vida.
Se cuenta que cuando uno de sus marchantes le mostró a Picasso una falsificación de Elmyr de Hory, este comentó: “si alguien me viene a vender este Picasso, yo lo compro”. (sic)
Con pintores de tanto talento se entiende mejor lo que se siempre se ha dicho del pintor Auguste Renoir, que de los aproximadamente quinientos cuadros que pintó en su vida, unos dos mil se hallan en colecciones privadas y públicas de Estados Unidos.