La crisis de gobernabilidad: un choque contra la pared, por Juan Carlos Sainz-Borgo
En Venezuela conviven varias crisis, una más urgentes y complejas que otras. La inflación y la capacidad de adquirir bienes básicos por parte de quienes viven de un sueldo, es más que una crisis: una tragedia. Pero me concentraré en la crisis de gobernabilidad, que ha irrumpido en crisis constitucional en la última semana.
La incapacidad de Nicolás Maduro y su gobierno de generar los puentes institucionales para cumplir los aspectos formales de la Constitución, en relación con el inicio del mandato han confirmado la ruptura. La toma de posesión y juramentación, por partes, amparado en una resolución de un tribunal, marcó el quiebre.
Sin embargo, no voy a inundar el artículo de interpretaciones constitucionales. No es mi área, no se preocupe usted. Quiero repasar algunos de los elementos que rodearon el acto de juramentación de Nicolás Maduro en el Tribunal Supremo.
El elemento fundamental de los actos de toma de posesión y juramentación reside en el simbolismo de la legitimidad. Se usan los atributos del poder, la banda presidencial, la llave que abre el arca donde está el acta de independencia y la asistencia de un conjunto de personalidades que representan otros grupos de poder: internos y externos. En el caso interno, los poderes originarios, es decir, aquellos que provienen del acto del voto y previstos en la Constitución, los funcionarios nombrados de ese mandato derivado y los representantes de los poderes extranjeros.
En el imaginario del poder contemporáneo, una toma de posesión es más o menos importante, más o menos relevante, según el número e importancia de los jefes de estado que asisten.
El 10 de enero del 2019, la ceremonia realizada en el Tribunal Supremo de Justicia, fue extraña a la historia del país. Un presidente, juramentado por un juez. La asistencia de los presidentes de la región, más o menos relevantes, fue inexistente
Solo los aliados del ALBA y jefes de estado de naciones no aceptadas por la comunidad internacional. Las potencias que, según el Gobierno Bolivariano, apoyan al Presidente Maduro, no hicieron una representación que afirmara esas palabras: no presidentes, no jefes de gobierno, no cancilleres, además de las ausencias, quizás lo más notorio fueron los rechazos. El Grupo de Lima, que representa a los países de la región, declararon la “ilegitimidad” del Gobierno. Los dos grandes poderes occidentales, Estados Unidos y Europa, hicieron lo mismo. Aunque el debate que se filtró de la construcción de la posición europea, donde España y Portugal querían una representación de bajo nivel, fue anulada por la frontalidad de los países más grandes de la Unión Europea.
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Frente a este escenario de claros rechazos y tibios apoyos internacionales: ¿Cómo se solucionan los problemas de las personas? o, dicho de otra forma: ¿Cómo se gobierna?
La respuesta está en el discurrir de la propia crisis: sin cooperación internacional la profunda y grave crisis económica que azota a la población no se solucionará. No se puede incrementar la producción petrolera; no se pueden vender bienes y servicios que generen divisas; no se puede acceder a la cooperación internacional en especial de los organismos financieros. No se puede obtener una solución que resuelve los problemas, por demás urgentes, con una crisis de legitimidad.
En este contexto, la crisis pasó la página.
El abandono de los símbolos constitucionales por parte de Nicolás Maduro, activó otros mecanismos constitucionales. Quien detenta la cabeza del poder legislativo en todas partes del mundo, es después del jefe del ejecutivo, la persona clave. El diputado Juan Guaidó ha sido investido con esa calificación y ese poder, no solo por la propia decisión de la Asamblea Legislativa, sino por las declaraciones de los gobiernos y organismos internacionales, que se lo negaron a Nicolás Maduro.
La mesa está servida para una gran crisis de gobernabilidad. Las incógnitas sobre el papel de las fuerzas armadas y las acciones de los protagonistas de los partidos a ambos lados de la mesa están por verse.
Las acciones por parte del Gobierno Bolivariano de secuestrar al Presidente de la Asamblea llenan de preocupación, así como las explicaciones posteriores. Por otro lado, la idea de la Asamblea de consultar y legitimar en cabildos, da aire a los protagonistas para lanzarse a una nueva jornada.
Serán días largos y tensos, donde todo puede pasar. En lo personal, tengo solo algo en claro: las cosas no serán iguales, se acabó la crisis política de todos los días. Estamos en un nuevo juego