¿Pero esto qué es? Por Carlos M. Montenegro
Los entendidos dicen que la actual situación política de Venezuela es inédita, inaudita diría yo. Tratar de explicar lo que sucede, cómo sucede y por qué sucede, suele convertirse en un tentativa estéril, pues no resulta fácil explicarlo a quienes no han estado aquí, máxime cuando los que sí estamos tampoco lo entendemos. Si alguien piensa que me estoy declarando en confusión, lleva toda la razón.
La calenturienta imaginación de Dalí, no sería capaz de explicar lo que nos sucede, y eso que tenía respuestas para todo, y el mismísimo Alonso Quijano huiría al galope en su macilento rocín para no enfrentarse a este descomunal molino de tempestades que es actualmente este embrollado país.
Desde ayer 23 de Enero a hoy, escribo el 25, esto ovillo no hay todavía quien lo pueda desenredar. Ya se sabe: Tras el acto de juramentarse a juro el pasado 10 de enero el presidente espuriamente electo y declarado usurpador por apenas dos comunidades: venezolanas y extranjeras, convirtiéndose de hecho en delincuente, el señor Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, supuestamente madrugó a todo el mundo juramentándose, haciendo buen uso de unos artículos de la Constitución más mancillada, pisoteada y escarnecida de la historia republicana, por los mismos que la promulgaron y esgrimieron con gran alharaca ante un país alegre en la calle, que renegaba del ya ilegal ex presidente.
Inmediatamente el nuevo mandatario interino fue reconocido por el gobierno de EEUU, lo que fue como la primera ficha de un dominó en fila que un desconocido soplo empujó sucediéndose una cadena de reconocimientos por parte de las naciones que practican la democracia y que hasta el momento no se ha detenido.
Contar los detalles no merece la pena, pues los hechos han dado la vuelta al mundo y las redes siguen echando humo ante las múltiples interpretaciones que todos aportan ahora los que saben, los que no tienen ni puñetera idea, los bien y mal pensantes, los blabladores de oficio, los que no quieren que estos gobernantes se vayan pues se les acaba el guiso, además de los que quieren cambiar esto, de tal manera que no cambie nada, pero no crean que son solo los “pro- gobierno”, que de los otros tampoco faltan.
Asimismo hay gente de bien, la mayoría, deseando lo mejor para el país, gente honrada que quiere elegir un gobierno que se limite a hacer bien lo que se le encomiende que debe hacer, para poder mejorar con su familia en libertad, tener trabajo, y la fiesta en paz. Es decir gente normal ya harta de que todo vaya mal y por eso se echaron a la calle, no solo en Caracas sino algo inédito, ahora sí, en todo lo largo y ancho de la nación.
Pero la realidad es que aún no hay nada claro, se esperaba que al estar la cosa tan mal, algún eslabón se rompería y el gobierno tendría que ceder y una de dos: o se iba, o convocaría elecciones. Claro que esperar algo así eso de estos que están mandando sería de incautos y no se daba. Pero hete aquí, que de repente el pasado miércoles se dispararon los acontecimientos. Como si se hubiera aparecido la virgen el panorama cambió por obra del desconocido Guaidó, y una gente que sin banderas políticas se trocaron en una especie de Fuenteovejuna. Rápidamente todos pensamos: ahora el usurpador y sus secuaces tendrán que ceder. ¿Ceder?
Vamos a repasar brevemente algunos hechos.
Desde que llegaron no han cesado de cerrar medios de comunicación. Han quebrado la economía hasta límites irrecuperables mientras sigan mandando. Van de la mano de auténticos narcotraficantes y asesinos. Violan los derechos de los que se les oponen por que sí; han cometido delitos de lesa patria y lesa humanidad que deberán ser juzgados; han provocado el éxodo de millones de ciudadanos por hambre y miedo; han esquilmado el tesoro nacional hasta límites inmensurables; Dejan morir a la gente en hospitales con personal mal pagado y con falta de equipos, medicinas e higiene sin hacer caso al problema; han corrompido a las cúpulas militares otorgándoles las riquezas del país y haciéndolos socios convirtiéndolos en su guardia pretoriana y principal sostén.
Así era hasta el 23E, hoy la gente esta eufórica porque lo esperado durante 20 años parece que está a punto de suceder, que ya se ve luz al final del túnel pero la realidad que nos hemos encontrado, tras despertar de la resaca, es un país que tiene dos presidentes, dos asambleas, dos tribunales de justicia, dos fiscales generales y dos de casi todo… ¿no es de locos?
En este marasmo de interpretaciones, fake news y toda clase de opinadores expertos, así como montones de pseudos, hay sin embargo acertadas propuestas. Entre los puntos propuestos por el gobierno interino, no sin controversias, está el de crear una ley de amnistía, que luce razonable, para los que hayan pertenecido o apoyado al régimen, pero sin estar incursos en delitos de sangre, corrupción o contra los derechos humanos, con el fin de contener las posibles revanchas.
Pero el horizonte no luce claro, el actual gobierno no es de fiar, por lo general los malos ganadores suelen no saber perder, y andan provocando, instando a los organismos que controlan, Fiscalía y Tribunales, para que tomen medidas contra los miembros de la Asamblea Nacional incluido y el actual primer mandatario interino. Ya hay docenas de muertos de los que se manifestaron, qué casualidad, y parece que aún no han terminado de matar y atropellar.
Por otra parte el presidente impostor está pasando por una vertiginosa caída de aceptación entre sus propios seguidores, y con tendencia a la baja.
Su único respaldo es el de las FFAA que, por cierto, han mantenido una discreta ausencia, comunicando que apoyan al régimen pero a media voz, como queriendo alejarse del escenario político, pretendiendo tal vez erigirse en árbitros de lo que pueda resultar de tanta confusión.
Sin embargo en una única y breve presentación televisiva, flanqueado por los jefes de todas las fuerzas, ataviados con los uniformes de domingo, estrellas y cordones de gala, el ministro de la defensa en un discurso vacuo como siempre, tras manifestar su apoyo al usurpador nos vino a puntualizar: “Seríamos indignos de portar este uniforme si no defendiéramos la constitución”. ¿Se referiría a esa que tanto han violado, especialmente él?
No hay duda que si se logra cambiar este régimen habrá que refundar otro, con un nuevo con gobierno y de paso aprovechar para crear con nuevas caras, otra oposición mejor, capaz de no permitir lo que ésta ha permitido. Pudiera pensarse tambien en fundar unas nuevas fuerzas armadas (si, con minúsculas) o tal vez copiarse de países más desarrollados que nosotros que no usan Ejércitos como Islandia o Costa Rica.
El muro que impide restablecer la democracia es color verde militar. Mientras, puede pasar de todo, el presidente usurpador y señora lo mismo se quedan a vivir en Miraflores, o en Fuerte Tiuna, pues parece que la Casona no les gusta, como podrían una madrugada de estas esfumarse a bordo de una Vaca Sagrada II, 2019. Excepto algunos con nostalgia de guisos y la justicia, nadie los echará en falta.
Sin óbice ni cortapisa. Permítanme echarles un cuento digno del “Nuestro Insólito Universo” de Mario Sylva, como pequeña muestra del país en que vivimos: En las estaciones de servicio si llena el tanque no tendrá con qué pagarlo, se lo llenan y usted le da la propina al empleado, 10 bs soberanos (1.000.000 de bolívares), pero la gasolina no se la cobran, serían 0,0008 bs fuertes por el tanque lleno, el billete más pequeño es de 2 soberanos (200.000 bs fuertes) y como no hay moneda menor no hay con qué darle cambio. Sin embargo cambiar el aceite a su motor (5 litros a 12.500 bs soberanos litro) le costarán unos 6.250.000.000 bs fuertes (ha visto bien, 6 mil 250 millones de bolívares fuertes). No es un galimatías, está bien explicado, los que vivimos aquí lo entendemos perfectamente, en este año 2018 hemos tenido una hiperinflación de 1.800.000 % y si la cosa sigue así para 2019 los expertos pronostican una de 19.000.000 %.
Vds. se preguntarán: ¿pero esto qué es? Pues les juro que no es una broma ni un acertijo.