El “Troleo” y otros males como praxis infoxicante, por Morella Alvarado Miquilena
En los tiempos actuales, y siempre que se disponga de la tecnología adecuada, son Twitter, Instagram y los grupos de Whatsapp los espacios privilegiados a través de los cuales los habitantes del territorio venezolano se informan. La práctica de la lectura de diarios impresos, la audición de programas radiales o la visualización de los noticieros televisivos, ha sido sustituida por la consulta de medios digitales, en blogs o portales; la localización de noticias en diferido en Youtube, la recepción de emisiones en directo vía Periscope o Facebook live, los podcasts, la radio sintonizada en el celular o bien, los mensajes de texto y los voices que circulan por Whatsapp, realizados por el Servicio de Información Pública (SeIP).
La evolución de las formas como el habitante del territorio venezolano se informa hoy, ha cambiado no sólo por efecto de las innovaciones tecnológicas, sino por múltiples razones entre las que se encuentran los cercos informativos, el precario servicio de internet, la censura (que opera a través del cierre de medios, el amedrentamiento a periodistas, las limitaciones de acceso a las fuentes, el robo de equipos, la destrucción de sedes y las sanciones administrativas aplicadas a los medios). Se suman la autocensura, las limitaciones impuestas por el control cambiario que impide la compra de equipos, papel o cualquier otro insumo que materialice el Derecho a la Información y la Comunicación. Derecho que también se ve afectado por uno de los males de la época contemporánea: la infoxicación.
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Según el reporte Digital in 2019 de We Are Social UK, en Venezuela existen 31.06 MM de suscripciones a la telefonía celular*; 19.55 MM usuarios de internet; 13.00 MM usuarios activos de los Social Media y 9.70 MM personas que utilizan los Social Media desde dispositivos móviles (Ver: https://datareportal.com/reports/digital-2019-venezuela). Estos datos nos brindan una idea de la cantidad de información que se genera y circula diariamente y con la que los usuarios interactúan de manera inexorable y sin límites aparentes.
Dicha información se amplifica por diversas razones:
1. El acceso a la tecnología que simplifica los procesos y las condiciones de uso; 2. La inventiva de quienes actúan como prosumers; 3. La necesidad de generar interacciones. Lo anterior crea un caldo informativo apetitoso que en muchos casos infoxica, especialmente cuando en el menú se incluyen los rumores y los “Fake News”, componentes de la desinformación.
Pero lo que daña no es sólo la cantidad de información, es también la calidad de los contenidos y de los intercambios informativos
Así, prácticas como el ciberacoso, el stalkeo –espionaje- y el troleo que traduce a los mensajes que se emiten con el fin de: 1. molestar a otros usuarios, 2. provocar controversia o 3. Boicotear los mensajes, se hacen presentes con frecuencia en los espacios virtuales. La multiplicación de los mensajes tóxicos corre en vías paralelas. Por una van los mensajes programados que se multiplican por acción automática de los bots; y por otra transitan los que se generan de manera premeditada con el fin de molestar y recibir respuestas insultantes para flamear la discusión; distraer el foco de interés de un grupo; marcar a un usuario y acosarlo o simplemente, para hacerse notar y con ello, alimentar el ego.
Así, lo que sucede en la vida pública y que traduce al denominado mundo real, se reproduce en el mundo virtual. Las miradas y posturas sobre la crisis venezolana, tienen su correlato en las redes sociales, con la violencia como ingrediente en las respuestas que se muestran hacia quienes exponen puntos de vista divergentes
En la última semana cuatro casos resaltan porque respondieron a la lógica del troleo. Por una parte, las respuestas en forma de ataques que algunos usuarios expresaron frente a contenidos que consideraron inapropiados y por otra, los mensajes generados como estrategia de provocación. Vemos así que diversos usuarios emitieron mensajes en Twitter, para atacar a Luz Mely Reyes (@LuzMelyReyes) a propósito de la entrevista realizada al Ex Alcalde oficialista Juan Barreto; Igual suerte corrió Rayma Suprani (@raymacaricatura), quien desde Twitter, recibió variadas respuestas a su caricatura que retrata a la hambruna y las negociaciones para la obtención de la ayuda humanitaria; así mismo, se identificaron algunos comentarios negativos en torno a la publicación de Eva Gutiérrez (@evagutierrez) en Instagram, sobre su visita a Catia, una zona de la ciudad que vive a pesar del miedo.
Y por otra parte, la usuaria Arantxa Tirado (@aran_tirado) quien actuando como trol, realizó una serie de publicaciones en Twitter desde una mirada que pretendió anular la crisis económica que se vive en el país y con ello flamear la discusión sobre el tema. Aunque las publicaciones de Luz Mely, Rayma y Eva apuntaron al equilibrio informativo, la libertad de creación y la diversificación de los temas, recibieron la misma calidad de respuestas que los mensajes de Arantxa, generados ex professo para condimentar el caldo de la infoxicación y con ello, destruir la salud comunicativa y emocional de los usuarios.
El llamado es a no caer en la tentación del trol y de la flama y sobre todo, a reconocer que en nuestro país hay un periodismo que se ejerce con responsabilidad, honestidad, valentía y disciplina, a pesar de la censura, las provocaciones, los exilios, las discriminaciones y las versiones acomodadas al poder
* La cifra no traduce cantidad de usuarios, sino a las líneas de telefonía celular vendidas a la fecha.
Directora
ININCO-UCV