Alerta temprana, por Félix Arellano
En el marco de las relaciones internacionales el mecanismo de alerta temprana para prevenir daños mayores está adquiriendo cada día más relevancia. Estamos conscientes que no resulta un mecanismo fácil de construir ni de mantener, pues tiende a chocar con la rigidez de los países que se atrincheran en una equivocada concepción de la soberanía absoluta, y se resisten a aceptar límites y mucho menos controles y sanciones provenientes de instituciones internacionales.
Ahora bien, el progresivo desarrollo de la sociedad civil en el plano mundial está asumiendo este mecanismo como una de sus banderas, pues el permite participar más activamente en la promoción de un mundo interconectado, con mayor sensibilidad ética. Para los gobiernos autoritarios toda esta dinámica representa un anatema.
En áreas muy técnicas como la salud o la ecología la institución de la alerta temprana está logrando espacios importantes, pues contribuye a detectar graves amenazas a la seguridad humana y del ecosistema. Instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud requieren de la existencia de este mecanismo para prevenir la reproducción y expansión de virus que puedan generar pandemias de carácter global. Son varios los ejemplos exitosos que se pudieran mencionar, como los casos del ébola o del VIH, donde el trabajo coordinado de la OMS, gobiernos y organizaciones no gubernamentales están logrando avances importantes de prevención, tratamiento y seguimiento de alcance mundial.
En el mundo ecológico la institución de la alerta temprana ha encontrado mayores resistencias, pues en algunos casos tiende a chocar con grandes intereses gubernamentales o corporativos, que privilegian los beneficios individuales, frente al bienestar general de la comunidad o del ecosistema.
La posibilidad de establecer instituciones técnicas internacionales que mantenga la observación y alerten frente a los graves problemas de contaminación, degradación del ambiente o destrucción de las especies; está encontrando serios obstáculos de varios gobiernos, en particular los más autoritarios, que poco les preocupa la opinión pública y la tienden a menospreciar como traidora a la patria ya que alerta sobre las arbitrariedades del poder.
En el plano de la defensa de los derechos humanos y la institucionalidad democrática se han realizado importantes avances que exigen de revisión y perfeccionamiento a los fines de lograr mayor participación de la sociedad civil en el proceso de observación, seguimiento, control, investigación y, de ser el caso, de sanción.
En este contexto, uno de los recursos importantes son las Cartas Democráticas, instrumento que, a la luz de la crisis que está enfrentado Venezuela, se cuenta con elementos para promover una urgente revisión para su perfeccionamiento
Un elemento que exige de una profunda revisión en las Cartas Democrática tiene que ver con la aplicación de la legitimidad en el ejercicio, tema que en la dinámica se vincula directamente con el mecanismo de alerta temprana. En la medida que un gobierno va asumiendo posiciones autoritarias, en clara violación de sus obligaciones en materia de derechos humanos y va destruyendo progresivamente la institucionalidad democrática para fortalecer el poder personal, arbitrario y autoritario, la normativa debería facilitar que se active un mecanismo de alerta temprana, que permita enfrentar la situación y evitar que se pueda llegar a consecuencias más graves en términos sociales, como se están enfrentando en Venezuela donde muchos gobiernos democráticos resultaron inicialmente indiferentes y, algunos casos culpables, de la grave evolución de los acontecimientos.
Estamos conscientes que la reforma no es sencilla, toda vez que algunos gobiernos se presentan celosos de su soberanía y tienden a rechazar una acción supranacional de instituciones internacionales, que asocian con burocracia ineficiente y costosa. Cabe destacar que la Carta Democrática Interamericana de la OEA es el instrumento jurídico que más ha desarrollado el concepto de la legitimidad en el ejercicio en su normativa, abarcando el amplio espectro de los derechos humanos: civiles, políticos, sociales, económicos y culturales.
Otras Cartas Democráticas, como la de la Comunidad Andina, la Unasur e incluso el Mercosur se tienden a concentrar en la legitimidad de origen, tema que ha sido el origen de estos instrumentos jurídicos, pero que la experiencia ha demostrado ser insuficiente. Casos como Alberto Fujimori en Perú, el proceso bolivariano en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua, incluso Evo Morales en Bolivia, evidencian como amparándose en una legitimidad de origen, en algunos casos muy frágil, en el ejercicio práctico tales gobiernos han desarrollado una grave tendencia autoritaria, que se debería ser alertada oportunamente, buscando correcciones reales, para evitar desembocar en situaciones sociales más graves.
El mecanismo de alerta temprana se debe apoyar en una más activa participación de la sociedad civil y, en particular, de los afectados, que actualmente no cuentan con espacios para la denuncia, ni para el seguimiento en los instrumentos jurídicos vigentes. Es necesario que la organización internacional y la sociedad civil logren márgenes de autonomía para alertar sobre los procesos violatorios y puedan proponer acciones que permitan enfrentar de forma efectiva el problema que se está generando.
En este sentido, creo que el gobierno de Andrés López Obrador en México requiere de una observación y seguimiento pues van creciendo las señales peligrosas de autoritarismo en su discurso y en algunas de sus decisiones