El queso de Miraflores, por Eduardo López Sandoval
Seguro ustedes esperan, mis panas lectores, que como lo expresa el título este escrito hable de la causa primera de la hiperinflación-hambre-muerte en Venezuela: el robo de los dineros públicos. Esto dicho con las palabras más generales: LA CORRUPCIÓN ADMINISTRATIVA DEL GOBIERNO BOLIVARIANO, escrito con mayúsculas sostenidas porque mayúsculo y sostenido es el robo a la nación, y/o en particular hable del desfalco, –presunto claro está–, de los cien mil millones de dólares de la Represa Tocoma, o de las empresas de maletín, o de las cajas CLAP, (vale esta largo paréntesis, no dejen de observar lo parecido de estas siglas, CLAP, que identifican una politiquería fundamental del régimen, con las siglas CAP, que identifica a un dirigente fundamental de esta manera de hacer populismo que hoy ha hecho crisis hasta el punto de hacer una ex república.
A quienes argumenten que esta similitud, CAP-CLAP, es pura casualidad, que son completamente diferentes, les porfiaré con sosegada voz que no es una eventualidad, que son tan “Revolucionarios” los rojos como los blancos, les argumentaré su propio himno: “Adelante a luchar milicianos a la voz de la revolución”. Las voces milicianos y revolución, están demasiado cerca de los blancos y los rojos como para no asimilarlos.
Predice el viejo amigo viejo, Ramonote Mandefuá, el profesor de Historia de Venezuela, jubilado, que más temprano que tarde, ambos grupos, por lo parecidos que son, irán a una elección unidos. A quienes ven al viejo Profesor, como con ojos que diagnostican la locura senil, les dice que: “…hace veintitantos años, a quien osara pensar y decir que alguna vez los adecos y los copeyanos iban a ir juntos a una contienda electoral, seguro que era visto por blancos y verdes con la cara que ustedes me ven a mí…”).
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Antes de estas precisas expectativas de presuntos quesos del Gobierno Bolivariano, jurunguemos un poco a ver de dónde viene eso de llamar queso al mal manejo de los dineros públicos. Lo que se va a decir es una hipótesis, existió en tiempos de la colonia en Calabozo una autoridad real, un teniente justicia de apellido Gabaldón, que era rechazado por los vecinos de esta villa eximida por los clandestinos desafueros que cometía el funcionario en ejercicio de sus funciones de autoridad real, ante lo cual los vecinos comunicaban con todos los email que podían a las autoridades de Caracas, (para el momento de lo que se cuenta a los recados o chismes que le llegaban al Capitán General en Caracas no se llamaban aún así, email, tampoco eran tan rápidos como los de ahora, pero sí le llegaban bastantes quejas del designado funcionario.
Ante esa avalancha de quejas se defendía Gabaldón regalando al Capitán General unos quesitos de mano de la Misión de Abajo, cercana a esta ciudad de Calabozo, que para el momento se denominaba Misión de la Santísima Trinidad de Marchena
En el año1778 recayó el nombramiento para ocupar el cargo de Teniente Justicia del Gobierno de la Villa de Todos los Santos de Calabozo en don José Gabaldón, coincidió la Visita Pastoral del Obispo Mariano Martí con el gobierno de este malagueño y sus corrompidas y escandalosas actuaciones en esta Mesa de Calabozo
Andrés Eloy Blanco hace escrito con pretensiones mucho más anchas que la muy local substancia del presente. De este trabajo hacemos extracción que toca esa alborozada politiquería criolla, con el único objeto, dice Andrés Eloy, de: “relatar las aventuras y desventuras de los quesitos de Gabaldón, es aportar algo al historial de nuestras características políticas. Vaya, pues, la anécdota del chispeante Gabaldón, a cooperar en el estudio de las raíces coloniales de la manteca política.”
Citamos in extenso al pana Andrés Eloy: “Para el año de 1778 fue designado Teniente de Gobierno de la Villa de Calabozo, don José Gabaldón. Por esto o por aquello, le aconteció a don José lo que solía acontecer a cuantos funcionarios iban a la provincia: se creaba, con razón o sin ella, un número de enemigos que empezaban a minar al favorecido, a la vez que a su alrededor se formaba una camarilla para sostenerlo y medrar mientras él gobernase. (…) Y fue así como a don José le acusaban de mil malos modos y se le ponían de uñas por cualquier pretexto.
Pero mientras los demás funcionarios se defendían con cartas y contrapruebas, don José iniciaba un sistema mucho más efectivo: los quesitos. Le llegaba al Gobernador una carta firmada por cincuenta vecinos de Calabozo manifestándole que la vida sería un verdadero infierno en la villa si no se le quitaba de encima a Gabaldón, pues este caballero andaba de tropelía en tropelía, desconociendo hasta las más elementales nociones del deber. Y a las observaciones de su protector caraqueño, don José contestaba enviándole un regalito.
Y terminaba sus cartas con frases como esta: «Nuestro Señor guarde la importante vida de Vuestra Señoría los años que él pueda». La aventura de los quesitos ocurrió como sigue: para agosto del 78, don José escribió al Gobernador siguiente esquela: «Señor: Remito a V. S. cuatro docenas de quesitos de mano que están hechos con todo aseo y es el fruto de estos países. (…). A poco le llega al Gobernador una acusación contra don José, que comienza nada menos que con las siguientes dulces expresiones: «Señor: En la suma desgracia de hallarse esta República ultrajada y vilipendiada con los inicuos procedimientos de don José Gabaldón…». (…) hubo cartas y aclaratorias y por fin el protector tuvo que aconsejar al pintoresco malagueño que cambiara de aires.”.
Fin de la larga cita de Andrés Eloy, con la que se intenta relacionar los quesitos de las dádivas al funcionario público con el mal manejo de los dineros públicos. Ahora sí, se nos agotan las líneas, al tema, vamos a terminar haciendo referencia directa al Interfecto de Miraflores. Nos ayudamos con la letra de un merengue que hace una fotografía exacta de lo que hace el gobierno bolivariano en Miraflores: “El queso que había en la mesa también se lo comió. Ese barbarazo acabó con tó”.
El visitante ilegítimo, que no fue votado, que usurpa funciones, el furtivo amante no sólo usa la mujer, el desodorante del marido, además, el queso que había en la mesa también se lo comió. La metáfora nos obliga a ver: el engañado esposo es el pueblo venezolano, el desodorante de bolita lo gastó el amante como mermó la producción de barriles diarios de petróleo, el queso que había en la mesa es el dinero destinado para el mantenimiento de sistema eléctrico; la mujer es Venezuela…