En cinco temas: Oslo queda muy lejos…, por Fernando Luis Egaña
No me refiero sólo a su ubicación geográfica, sino al sentido político de armar una enésima tramoya de diálogo, nada menos que en Noruega, el país más al norte de Escandinavia. Los noruegos tienen una bien ganada fama de diplomáticos en situaciones de extrema dificultad. Con resultados importantes en algunos casos y no tanto en otros. Pero no creo que en Oslo se entienda bien la tragedia que acontece en Venezuela. Esa tragedia se llama hegemonía roja y ahora resulta que la hegemonía roja es la protagonista del diálogo y la negociación en Noruega. No se comprende bien la cosa…
No hace falta tener una bola de cristal para saber lo que puede pasar: nada positivo. Más tiempo para Maduro, más debilidad para la oposición política, a pesar de la catástrofe humanitaria, y mientras tanto, el pueblo venezolano, mal gracias
Eso es lo que significa «nada positivo». Porque cambio efectivo, o siquiera perspectiva de cambio efectivo, con la tramoya noruega, en la que incluso la cancillería cubana se ofrece como «mediadora», no va a ocurrir. Oslo queda muy lejos de Caracas. Muy lejos.
Poner gasolina
La escasez creciente de gasolina, además de las pésimas condiciones en que se encuentra la gran mayoría de las «estaciones de servicio», no es el resultado de las sanciones de un gobierno foráneo, como el de Trump en Estados Unidos, sino la consecuencia de la depredación de la industria petrolera nacional por parte de la hegemonía roja, durante el siglo XXI. Y la notoria escasez se produce aun cuando un porcentaje elevado del parque automotor no funciona, y aun cuando la actividad económica del país cae en picada desde hace muchos años.
En pocas palabras, uno de los principales productores y exportadores de petróleo en el mundo, con una red internacional de actividades propias de Pdvsa, con un sistema muy respetable de refinerías, entre otros activos, se ha quedado sin gasolina nacional y casi no puede importar combustible porque no tiene cómo pagarlo. Poner gasolina en Venezuela es un drama que proyecta el drama de la destrucción venezolana.
Mejor un mensaje que muchos
En el plano de la dinámica internacional de Guaidó y su equipo, y sobre todo en relación con Estados Unidos, hay diversos voceros, lo cual no es de por sí malo –puede ser adecuado porque da la sensación de fuerza–, pero siempre que los voceros coincidan en el mensaje. O más precisamente: tengan un sólo mensaje, que cada quien amplifique con su estilo, pero ateniéndose, repito, a un mismo mensaje.
Hay oportunidades cruciales en las cuales esto no parece darse. Lo que se proyectan son planteamientos diversos que, sin necesariamente llegar a ser contradictorios, no se perciben como coincidentes. Eso, desde luego, no ayuda. Ojalá y esa situación encuentre una pronta y eficaz solución. Mejor un mensaje que muchos, es algo elemental.
Persecución religiosa
Mucha gente equivale persecución religiosa a los atentados terroristas que se vienen incrementando en muchas partes del mundo, incluyendo a regiones de historial cristiano. Y ciertamente se trata de una forma extrema de persecución, pero no la única. La violencia tiene muchas variantes, y no pocas veces, las variantes más sangrientas y más notorias, hacen que se difuminen otras formas de violencia, de carácter legal o institucional, que también constituyen persecución religiosa porque coartan no tanto la libertad de culto, sino la libertad en cuanto a la participación abierta y legítima en el debate público, desde una perspectiva de los principios y valores religiosos.
Hay países «desarrollados» en donde expresar de manera pública una opinión que no esté férreamente alineada con el esquema cultural predominante o políticamente correcto, es considerado un delito, particularmente un delito de odio, que debe ser juzgado por los tribunales y sus autores deben ser condenados por manifestar sus creencias. Que por lo demás no son nuevas sino el fundamento principal de la libertad humana que, paso a paso, se fue forjando, por ejemplo, en el Occidente cultural. ¿Eso es progreso? No lo creo.
China y el mundo
El mundo democrático y de economía libre estuvo encantado con la apertura china de hace varias décadas. Le dieron, unos países más y otros menos, todo tipo de facilidades para impulsar el espectacular avance económico de China, quizá sin precedentes en la historia económica del mundo. China es ahora la segunda o primera economía del planeta, en cuanto a actividad económica. Pero ni de lejos es tan abierta con el resto del mundo, como el resto del mundo lo ha sido y sigue siendo con ella. De allí los nuevos conflictos o las llamadas nuevas guerras comerciales.
Eso está bien. Lo que es igual no es trampa. En la competencia económica también debe existir la «regla de oro»: no le hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti… Pero Beijing sólo cede a cuenta gotas. Es decir, no cede. Y tiene que ceder, debe de ceder, hay la necesidad de que ceda. Que abra su economía en términos similares a las otras economías de las que tanto se ha beneficiado y beneficia.