Caída del poder adquisitivo convierte a supermercados en museos
Azúcar, leche líquida, tres tipos de harina de maíz, huevos, arroz, mantequilla ligera y normal, pasta, aceite, caraotas negras, queso, jamón y carne se consiguen en el mercado oficial, pero a precios exorbitantes
La pérdida del poder adquisitivo que enfrentan millones de venezolanos que devengan menos de 1,25 dólares diarios –establecidos internacionalmente como el límite para ser considerado en situación de pobreza extrema– se siente hoy más que nunca en los supermercados, prácticamente desiertos de consumidores en comparación con años anteriores, cuando las colas se extendían por los pasillos y los estacionamientos colapsaban por la gran cantidad de vehículos.
Los expendios de alimentos son ahora la viva imagen de la creciente pauperización por la caída del poder de compra, situación que no permite a los consumidores adquirir con sus ingresos todos los artículos que ansían llevar a sus casas. Una evidencia de esto fueron los siete carritos llenos de productos que estaban el 22 de mayo a las 6:00 pm al lado de una caja registradora en la entrada de un supermercado, ubicado en Santa Eduvigis, en el este de Caracas. “Eso es devolución”, dijo un trabajador.
“He dejado de consumir productos, ya no puedo consumir la carne como antes la consumía, ni el pollo. Antes agarrabas y decías ‘bueno, no consumo las proteínas animales, las voy a buscar en las legumbres’, pero tampoco lo puedes hacer”, afirmó María Carmona, una consumidora que sostenía en la mano un litro de leche. “En septiembre del año pasado, me acuerdo que tú hacías un mercado para cuatro personas con 1.400 bolívares, ya no lo haces, ni con 200.000 bolívares. Entonces tratas más o menos de equilibrar la dieta”.
La pérdida del poder adquisitivo ha sido tan feroz en lo que va de año que terminó por desacelerar el ritmo de la hiperinflación, que venía de registrar una tasa superior a 100% mensual por nueve meses consecutivos hasta enero, cuando se situó en 191,6%. En los últimos dos meses, el indicador de alza general de precios se ubicó por debajo de 50%. En marzo, la inflación fue de 18,1% y en abril de 44,7% debido a la caída del consumo por el empobrecimiento de los venezolanos, de acuerdo con la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional (AN), que calcula su propio Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) desde enero de 2017 por la falta de cifras oficiales.
La pobreza, medida por insuficiencia de ingresos, afectó a 94% de los hogares en 2018, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, realizada por la UCAB, la UCV y la USB.
Los fundamentos de la hiperinflación se mantienen. El mes pasado, la tasa de inflación interanual —de abril de 2018 a abril de 2019— se situó en 1.304.494,6%. En consecuencia, el poder adquisitivo sigue en caída.
“La pobreza del venezolano está reflejada por un salario de 7 dólares (al tipo de cambio oficial que se sitúa en Bs 5.641,50), eso es muchísima pobreza, es un salario de miseria, y eso ha hecho que los productos estén en los anaqueles pero que sea imposible para el ciudadano comprarlos”, dijo el diputado Ángel Alvarado, economista y miembro de la instancia parlamentaria.
En efecto, a pesar de que el abastecimiento sigue estando muy lejos del suministro de hace poco más de cinco años atrás, antes de que Nicolás Maduro asumiera la Presidencia en 2013 y de que los venezolanos perdieran horas en colas para adquirir bienes regulados, ahora se consiguen productos de primera necesidad incluidos en la canasta alimentaria familiar que llevaban tiempo sin reaparecer en el mercado.
Un panorama distinto al de ocho meses atrás. En septiembre de 2018, lo único abundante en mercados municipales, abastos y supermercados fue la escasez de comida. Los consumidores caminaban entre estantes desabastecidos. Otros anaqueles tenían muy pocos productos colocados en los bordes, un intento de camuflar el desabastecimiento.
En un establecimiento ubicado en Chacaíto, vendían azúcar a 5.900 bolívares el kilo; y en otro negocio, en la Florida, ofrecían el producto en 9.500 bolívares. El jueves 23 de mayo en un supermercado situado en Los Chaguaramos, los consumidores podían comprar la cantidad de harina de maíz blanco que quisieran a 11.700 bolívares el kilo.
También ofrecían tipos de cortes de carne. Una bandeja con 615 gramos de pulpa negra tenía un precio de 16.574 bolívares, otra con 775 gramos de solomo de cuerito valía 20.073 bolívares. Un kilo de lomito de res costaba 31.900 bolívares y 680 gramos de punta trasera 20.060 bolívares.
Leche líquida, tres tipos de harina de maíz, huevos, arroz, mantequilla ligera y normal, pasta, aceite, caraotas negras, queso y jamón eran algunos de los alimentos que había en el supermercado en Santa Eduvigis, pero a precios liberados e inalcanzables para los ingresos que perciben muchos venezolanos.
Una docena de huevos costaba 12.800 bolívares, un litro de leche descremada 8.900 bolívares, un kilo de harina de maíz amarillo 11.100 bolívares, de harina de maíz blanco 10.420 bolívares, y de maíz blanco y arroz 12.000 bolívares. Medio kilo de pasta larga, importada de Italia, 7.790 bolívares, y de pasta corta valía 9.230 bolívares. El precio de un empaque de 500 gramos de otra marca de pasta era 20.110 bolívares.
La mantequilla ligera, de 500 gramos, la vendían por 15.100 bolívares, y normal por 14.550 bolívares. La presentación de 360 gramos de otra marca costaba 35.762,13 bolívares. El medio kilo de caraotas negras tenía un precio de 8.138 bolívares, y un kilo de arroz de 14.890 bolívares, alimento básico por el que se gastaría 37% del ingreso mínimo mensual.
El salario o la pensión de 40.000 bolívares ni siquiera alcanzaría para adquirir 12 huevos, harina de maíz blanco y arroz, un litro de leche y 500 gramos de pasta, pues faltarían 690 bolívares al momento de pagar por ellos.
“Está full el automercado porque la gente no tiene dinero para comprar”, expresó María Jiménez, una mujer de la tercera edad. “Con los 40.000 bolívares de la pensión que el Banco de Venezuela me depositó ayer (martes) en la noche prácticamente no puedo comprar nada. Ni siquiera me puedo llevar el mata cucarachas que necesito porque en mi casa hay chiripas”, agregó. Ciertamente, el Raid Gold costaba 43.510 bolívares.
Por los pasillos abastecidos, caminaban pocas personas que más que consumidores, eran observadores. Algunos se detenían unos segundos para revisar un producto, pero lo devolvían inmediatamente después de que consultaban su precio. Sus manos vacías volvían a conducir el desprovisto carrito. Seguían recorriendo el establecimiento, que parecía más un museo que un supermercado. La única diferencia era que los visitantes tenían permitido palpar las reliquias exhibidas en los estantes.
“¿Qué puedo comprar con una pensión de 40.000 bolívares?”, expresó Ana Isabel, una mujer de la tercera edad que se encontraba en el supermercado. “Metí estos productos en el carrito para ver cuánto costaban, pero los voy a devolver. El dinero solo me alcanza para llevarme jamón y queso. El pan lo compro en la panadería”, añadió.
El 22 de mayo no había ni un cliente en el supermercado con al menos una decena de productos. Para una persona que gana salario mínimo de 40.000 bolívares ($7) y ticket de alimentación de 25.000 bolívares ($4), adquirir 10 artículos es imposible. No alcanza, pues el monto a pagar superaría fácilmente los 15 dólares.
“Antes la gente tenía un poco más de dinero, pero no se conseguían los productos. Ahora esa situación se revirtió, sobre todo por la hiperinflación”, aseguró Pablo Mendoza, consumidor. Su pareja, Paola, agregó que le gustaría que las empresas que producen redujeran las presentaciones de los productos. “Uno necesita un kilo de jabón, pero no puedo pagar 40.000 bolívares. Dame una presentación más chiquita para yo poder pagarlo, consumirlo y satisfacer mi necesidad”, dijo.
El sector industrial, tras varios años en declive, exhibe hoy sus peores cifras en décadas: de acuerdo con las últimas cifras de Conindustria, el sector manufacturero labora actualmente a 25,15% de su capacidad instalada. El presidente del gremio, Juan Pablo Olalquiaga, señaló que la baja demanda nacional por la hiperinflación y el proceso de empobrecimiento del venezolano afecta a la industria.
El diputado José Guerra, miembro de la Comisión de Finanzas del Parlamento, indicó que 40% de la clase trabajadora venezolana que gana sueldo mínimo no puede comprar lo que las empresas fabrican. «¿Quién le compra a una compañía que produce harina de maíz, pasta o arroz con un salario de 7 dólares? ¡Nadie! La economía enfrenta una restricción de demanda porque el salario es absolutamente insuficiente», expresó.
Olalquiaga añadió que el sector industrial también se ve perjudicado por la competencia de productos importados por la eliminación de los aranceles por parte del gobierno de Maduro; la escasez de divisas; la falta de financiamiento por la política de encaje bancario marginal; y la incertidumbre en el escenario político e inconstitucional.
Hace un año, en mayo de 2018, la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (Cavidea) había advertido que la escasez de materia prima, combustible, repuestos y equipos, y los problemas con la liquidación de las divisas a los proveedores internacionales, estaban afectando la producción del sector privado y, por ende, la oferta. «Para sacar a Venezuela de la crisis se deben tomar medidas macroeconómicas. Los privados podemos ayudar, pero es cuestión de políticas públicas», aseguró Juvenal Arveláez, presidente ejecutivo de Cavidea.
Alvarado recordó que Venezuela sufre la contracción económica más fuerte de su historia y los venezolanos un gran empobrecimiento. “La economía la han liberalizado, entre comillas. Han levantado los controles, pero después de que el pueblo se empobreció. Si no hay crecimiento ni inversión, tampoco hay manera de que se recupere el poder adquisitivo”, dijo el parlamentario.
Recordó que en enero el sueldo mínimo compraba 3% de la canasta alimentaria calculada por el Parlamento, en febrero 2% y en marzo apenas cubría 1,98% de la cesta. “Por más que haya ajustes, el salario cada vez compra menos”, añadió.
De acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), en abril se necesitaron 48,10 salarios mínimos de 40.000 bolívares -el cuarto incremento salarial en ocho meses- para poder adquirir la canasta alimentaria referida a una familia de cinco miembros, cuyo costo se ubicó en 1.924.265,02 bolívares.