Hurto de ganado en los últimos doce meses ronda las 450.000 reses
Fedenaga afirma que los delitos se han potenciado por el colapso eléctrico, que impone condiciones de oscuridad en las unidades de producción
El hurto de ganado y los robos de equipos y maquinaria ocurren a diario en el campo venezolano, donde los productores, sus familias y los trabajadores están a la buena de Dios. Las denuncias elevadas por el sector ganadero, con más firmeza y constancia desde el año pasado, han sido desoídas por el gobierno de Nicolás Maduro y por los cuerpos de seguridad del Estado, que tienen como función garantizar la seguridad de los venezolanos y de sus bienes.
El abigeato, un delito punible que se potenció en el país después del colapso del sistema eléctrico en marzo pasado, sigue sin freno y atentando contra la vida de productores y trabajadores del campo y contra el abastecimiento de alimentos que necesita el país.
“Las pérdidas por abigeato y por los robos de equipos y maquinaria son tan alarmantes que los productores agropecuarios ya no denuncian porque las autoridades no hacen nada, ni siquiera evitan el delito, sabiendo quiénes son los vándalos en cada uno de los municipios y estados”, dijo Armando Chacín, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga).
El Instituto Venezolano de la Leche y la Carne (Invelecar) calcula que en los últimos doce meses el hurto de ganado rondó las 450.000 reses. Esta situación reduce el arrime de ganado en los mataderos tradicionales, que hoy no reciben más de 54.000 reses mensuales, aproximadamente. El principal afectado es el consumidor final, que actualmente no ingiere más de 3 kilos al año, según Carlos Albornoz, presidente de Invelecar.
“La Federación Colombiana de Ganaderos calcula que por la frontera pasan entre 40.000 y 45.000 animales al mes de los que se roban en Venezuela. Es una cifra bárbara. Por eso podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la industria que se desarrolla con más auge y con mayor crecimiento en el campo venezolano es el abigeato y el contrabando hacia Colombia. Se ha acentuado sin duda alguna en los últimos dos meses”, afirmó.
En un comunicado, Fedenaga sentenció que, dadas las fallas de suministro de energía eléctrica, que impone condiciones de oscuridad en las instalaciones de las unidades de producción, se potencia la ocurrencia de delitos contra los productores, sus familia y trabajadores; así como daños a la propiedad en el medio rural, tales como: abigeato, homicidio, hurto, robo y secuestro. “En virtud de lo expuesto anteriormente, nuestra organización se pronuncia en declarar en emergencia al sector ganadero, y se convoca a los gremios base a mantenerse alerta en sesión permanente, para atender la gravedad de la crisis impuesta”.
Chacín señaló que en el municipio Machiques de Perijá y en la población de Villa del Rosario, ubicados en el estado Zulia, productores denuncian robos de más de 200 y hasta de 300 animales en una sola noche. Aseguró que muchos de esos animales son pasados por la frontera a Colombia, incluso “bajo la mirada complaciente de alcaldes y gobernadores”.
“Esto desestimula al sector agropecuario, que se encuentra solo tratando de buscar soluciones. Se han visto obligados a hacer grupos de vigilancia por sectores. La realidad es que cada día hay menos alimentos en Venezuela, pues lo que pasa por la frontera deja de colocarse en el mercado venezolano. Si el campo se sigue dejando solo, cada día el venezolano tendrá menos qué comer, hasta llegar a cero”, advirtió el líder de Fedenaga.
Por contrabando de extracción y abigeato más de 900.000 reses se perdieron el año pasado, pues entre 600.000 y 650.000 animales entraron a Colombia según la Federación Colombiana de Ganaderos, mientras que entre 300.000 y 350.000 reses se fueron robadas y sacrificadas en suelo venezolano; una cifra conservadora de acuerdo con Albornoz.
En agosto del año pasado, Fedenaga denunció que en el país se reportaban, en promedio, entre 500 y 700 robos o la matanza diaria de ganado en todo el territorio nacional. En ese entonces, Chacín señaló que incluso en zonas rojas se llevaban hasta 300 cabezas en una sola noche.