Lo peligroso del «paren de parir» venezolanas de Claudia Palacios, por Ariadna García
«Cada vez que veo un venezolano en las calles pidiendo dinero con un bebé en sus brazos, me pregunto por qué las personas con el futuro absolutamente incierto traen hijos al mundo». La pregunta se la hace la periodista colombiana Claudia Palacios en su artículo de opinión «Paren de parir», publicado este jueves 13 de junio en el diario El Tiempo, dirigido a las migrantes venezolanas que residen en Colombia. La inquietud de Palacios pudo haberse resuelto si conociera las altas cifras de embarazo adolescente en la región. América Latina posee la segunda tasa más alta de embarazos precoces en el mundo. En este artículo se intentará darle respuesta a la pregunta de Claudia Palacios y a los claudios del mundo, que lejos de investigar y empatizar, hablan desde la ignorancia y el desprecio.
República Dominicana encabeza la mayor tasa de embarazo adolescente con 100,6 nacimientos por cada mil menores, le sigue Nicaragua con 92,8, Guatemala con 84, Venezuela con 80,9, Panamá 76,5 y Ecuador con 77,3 por cada mil jóvenes. Estos cinco países registran las tasas más altas de embarazos precoces en América Latina, según cifras de la División de Población de Naciones Unidas
De manera básica responderé la inquietud de la periodista ¿Por qué estas mujeres se embarazan? ¿Por qué si son tan pobres, si no tienen un techo, comida, por qué se «reproducen»? ¿Por qué no dejan de «parir»? ¿Por qué no se cuidan? Porque: desde el Estado venezolano se plantea y se informa sobre el embarazo como vía de superación, porque desde 2015 y antes no existen campañas de educación sexual y reproductiva, porque el Ministerio de Salud no entrega cifras, porque hoy en pleno 2019 los venezolanos desconocen cuál es la tasa de natalidad, porque más del 60% de la población vive en pobreza extrema y 87% en pobreza por ingreso, según la Encuesta Sobre Condiciones de Vida en Venezuela 2017, porque una persona a la que sus ingresos mensuales no le permiten costear una alimentación básica, no destinará lo poco en anticonceptivos, porque es una población vulnerable que emigra en condiciones de refugiada y porque en resumen: la falta de educación hará de Venezuela y de América Latina una región con la tasa de embarazos más alta del mundo.
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Por qué son tan peligrosas las palabras de Claudia Palacios y por qué merecen toda la atención y respuesta de organizaciones de derechos humanos y de la mujer, así como de los ciudadanos que aspiran a una región más justa, con desarrollo y oportunidades para los jóvenes. Porque el lenguaje de Claudia Palacios incita a la xenofobia, estigmatiza a los migrantes venezolanos y podría tener eco dentro del Senado colombiano, ONG, personas influyentes, quienes se sentirían persuadidas con «Paren de parir», por citar ejemplos. Claudia Palacios le habló a esos claudios del mundo, que solo están a la espera de un llamado para desatar el odio y los ataques a una población vulnerable.
No se trata de alguien sin peso dentro de un país, se trata de una periodista reconocida y del medio con la mayor circulación y antigüedad en Colombia
Lo primero que pensé al leer el texto fue en las prácticas de Alberto Fujimori en Perú, en las que se esterilizaron a miles de mujeres en contra de su voluntad y por las que el expresidente fue condenado a prisión. Es ingenuo pensar que es exagerado, todo mensaje produce reacciones y tiene impacto en la sociedad. El Tiempo sirvió de plataforma para reproducir mensajes que casi pudieran compararse con los antisemitas.
«Pero, queridos venezolanos, acá no es como en su país, y qué bueno que no lo es, pues a punta de subsidios el socialismo del siglo XXI convirtió en paupérrimo al más rico país de la región. Así que la mejor manera de ser bien recibidos es tener conciencia de que, a pesar de los problemas internos, Colombia se las ha arreglado como ningún país para recibirlos, pero si ustedes se siguen reproduciendo como lo están haciendo, sería aún más difícil verlos como oportunidad para el desarrollo que como problema», en esta otra parte del artículo la periodista habla de lo bueno que resulta que su país no sea como Venezuela, aquí también le aclararé algo.
Nadie quiere, idea, piensa que otro país puede ser mejor que el de ellos. Los cuatro millones de migrantes venezolanos que huyen de una crisis feroz no lo hacen porque Venezuela haya dejado de ser mejor que Colombia, no. Esa gente que hoy duerme en otros lugares, en plazas, en cuartos que no son los suyos, casas que no huelen a las suyas. Esos extranjeros que usted desprecia, muchos de ellos, se acuestan hoy soñando con poder volver al país que dejaron. Le apuesto que para ellos las empanadas en el desayuno jamás serán igualadas por una arepa boyacense o un pan hojaldrado.
Para los venezolanos Venezuela siempre será mejor y su artículo Claudia Palacios nos recuerda que «qué bueno que nuestro país no es como el suyo»
Que Venezuela se volvió un problema para la región, sí. Que el Estado colombiano mantiene deudas con hospitales de Cúcuta por atenciones a venezolanos, sí. Que los migrantes afectan la economía fronteriza por ventas ilegales, sí. Que el número de personas que llega afecta la estabilidad laboral de los colombianos, probablemente. Que el nacimiento de 20.000 niños en suelo colombiano sea un reto, sí. Depende de los Estados definir políticas migratorias que garanticen el respeto a los DDHH de los migrantes y también de la estabilidad de sus habitantes. Depende de las autoridades reaccionar eficientemente ante a la presión que genera la crisis migratoria más importante de la historia reciente de América Latina y, depende de sus ciudadanos educar, ser empáticos y contribuir a la construcción de un mundo donde nadie tenga que huir y ser rechazado en ninguna parte del mundo, uno donde no exista más un «paren de parir».
Los datos de embarazos precoces fueron sacados del medio Deustche Welle, en el trabajo: América Latina y el desafío de reducir las altas cifras de embarazo adolescente.