En el JM de los Ríos la solidaridad es la medicina contra la desidia oficial (I)
Pese a haber perdido prácticamente todo el brillo que lo convirtió en centro de referencia internacional por la calidad de sus servicios y personal, la mística de los trabajadores del hospital JM de los Ríos y el temple de los pacientes y familiares mantienen viva la esperanza de miles de niños venezolanos
El Hospital Infantil José Manuel de los Ríos nació en medio de las estrategias de progreso de una Venezuela que quería evolucionar, progreso y ser potencia en América Latina. Y lo logró. Incluso llegó a ser hospital de referencia para toda América Latina. Pero eso fue en la llamada ‘cuarta república’. Hoy, el que fuera un centro de salud modelo es una institución marcada por la barbarie y la tragedia.
La desidia gubernamental, la falta de políticas públicas encaminadas de mantener y avanzar en materia de salud, así como el cambio contante de los ministros del área, han hundido al centro hospitalario que alguna vez fue piloto en el país y con ello la vida de varios niños, niñas y adolescentes.
Es justo esta nada halagadora razón por la que recientemente el JM de los Ríos estuvo otra vez en boca de todos los venezolanos, pues en menos de 20 días murieron cuatro niños del servicio de hematología, todos ellos mientras aguardaban -algunos por varios años- un trasplante de médula ósea que su cuerpo se cansó de esperar.
Incluso la gravedad en la que está sumido el centro de salud ha alcanzado escalas internacionales, pidiendo a gritos la reanimación del que aun en ruinas sigue siendo el hospital pediátrico más importante de Venezuela.
El médico pediatra y exdirector del JM de los Ríos, Huniades Urbina, asegura que hasta finales de los 90 este centro de salud era referencia a nivel mundial, al que acudían infantes de varios países buscando atención para cualquier patología.
Con unas 36 áreas de especialización, el hospital contaba con la más alta tecnología y con unidades como neurocirugía, terapia intensiva post quirúrgica vascular, hematología, nefrología y cardiología, una gama de servicios de especialidades pediátricas a la altura del primer mundo.
Yo fui director del hospital en el año 2.000, en ese momento había 420 camas operativas, con una ocupación del 85 – 90%, con al menos 36 servicios en el área pediátrica”, detalla el también presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría.
A juicio de Urbina la debacle del hospital comenzó a partir del año 98. “Cuando comenzó la puesta en marcha del Plan Bolívar 2000, empezaron a hacer reparaciones inconsultas, sin gente preparada y progresivamente el hospital fue perdiendo su capacidad de atención”, lo que derrumba las esperanzas de miles de familias venezolanas que acuden desde todo el país a Caracas para tratar en el JM de los Ríos patologías médicas que no tienen atención en sus respectivas entidades.
Precaria infraestructura
Uno de los problemas principales del hospital es la infraestructura, que siempre ha sufrido los desmanes de una mala construcción, por lo que las aguas negras son el pan de cada día en algunos servicios, incluso áreas completas han cerrado por esta problemática. Otro espacio se quemó hace algunos años y aún no ha sido reparado, lo que ha contribuido al hacinando de los pacientes.
En áreas como bacteriología y laboratorio, donde se practicaban al menos 20 tipos de estudios especializados, hoy solo se realizan heces, orinas y hematología, y eso solo cuando hay reactivos
“Todo esto hace que los familiares tengan que usar el poco dinero que tiene para comer, para pagar exámenes y todo lo que haga falta. Muchos tienen que esperar un descuento o que alguna clínica nos de un día libre para realizar ciertos estudios, lo que retrasa la adecuada atención del paciente y por supuesto el tratamiento. Esto hace que se prolongue la estancia en el hospital o que el paciente no reciba la atención y deba buscarla en otros hospitales» declara.
Para el especialista es urgente la recuperación del hospital, porque no se puede seguir refiriendo a otros centros de salud. «Eso es muy difícil porque nosotros somos centro de referencia, es decir, de otros centros son referidos al J.M. de los Ríos».
Educación que resiste e insiste en el JM de los Ríos
Otra cara del Hospital José Manuel de los Ríos que ha sufrido la barbarie es la escuela de postgrados, que ofrecía especializaciones en diversas áreas pediátricas. Pero debido a la emergencia humanitaria y la crisis económica, estas especialidades se han visto paralizadas por uno o dos años, aunque nunca se han cerrado por completo.
Huníades Urbina, quien también es docente, explica que son 18 los estudios de postgrados que se imparten en el centro de salud infantil, unos de tipo universitario y otros de tipo residencia, así como programas que otorgan un reconocimiento de especialidad.
Se siguen haciendo todavía a pesar de la crisis. Lo que pasa es que han quedado desiertos por algunos años, porque la gente o se ha ido del país o se ha dedicado a trabajar solamente en centros privados, tratando de que su escaso sueldo les alcance para vivir”, detalla
Médicos de Colombia, República Dominicana, El Salvador e incluso países europeos han llegado a Venezuela a estudiar postgrados en el hospital infantil, donde también se forma personal de enfermería en especialidades como terapia intensiva, infectología, ginecología infanto-juvenil, nefrología, hematología, oncología, cirugía pediátrica, oftalmología, gastroenterología, neurocirugía, puericultura y pediatría, medicina crítica para enfermeras, entre otras.
Para el médico pediatra es una prueba de rebeldía que estás clases se sigan impartiendo y que aún en “medio de la crisis, se siga formando gente en este país”.
Momentos nada memorables
Desde la llegada de Nicolás Maduro al poder, el hospital ha sido centro de diversas protestas. Personal médico, enfermeras y obrero, familiares e incluso los pacientes han salido a las calles exigiendo mejoras en el centro de salud, dotación de insumos y equipos, y la entrega de medicamentos.
Pero más allá de estas protestas, dos han sido las ocasiones en las que ha resonado la emergencia en la que se encuentra el hospital. La primera fue en el 2017, cuando ocho pacientes de la unidad de nefrología murieron luego de contraer una bacteria contagiada por la máquina de ósmosis, la planta que surte de agua a los equipos de diálisis.
Aunque las autoridades del hospital están al tanto que el mantenimiento de esta planta debe darse cada tres o cinco meses, en esa oportunidad pasaron más de siete meses sin que se le hiciera la limpieza adecuada. Esto produjo la contaminación del agua y murieron ocho pacientes indirectamente conectados a la máquina, que nuevamente lleva varios meses sin mantenimiento.
En aquella oportunidad, la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) emitió una resolución a favor de los niños de este servicio, en la que obligaba al gobierno de Nicolás Maduro a brindar apoyo a estos pacientes y generar las condiciones adecuadas para su atención.
En mayo de este año, el hospital volvió a sonar por una tragedia: la muerte de cuatro niños del servicio de hematología que integran una lista de 30 menores que requieren con urgencia un trasplante de médula ósea, procedimiento que se realizaba en Italia a través de un convenio de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) con la Fundación Para el Trasplante de Médula ósea (ATMO); paralizado desde el año pasado debido a una deuda de la administración de Maduro con el centro romano.
Algunos de estos niños tienen la posibilidad de recibir el trasplante de un donante compatible y hacerlo en el país, pero otra traba surgió en el camino: desde el 2017 la Fundación Venezolana de Trasplantes (Fundavene) suspendió el programa de trasplantes, acabando con las posibilidades de vida de miles de personas
Toda esta tragedia por la que pasa el J.M. de los Ríos ha hecho que sus pacientes y cuidadores se hayan constituido en una familia, en la que las madres se han vuelto hermanas y los niños amigos con sueños que se pelean y se persiguen, algunos lográndose y otros no, pero donde definitivamente todos han decidido hacer hasta lo imposible por mantener con vida las esperanzas de sus hijos por un mañana mejor.
En TalCual traemos el caso de madres ejemplares que sobreviven en el hospital infantil, haciendo frente a una emergencia humanitaria compleja, cuyos testimonios corroboran la lucha de estas aguerridas mujeres y el temple de los pequeños que aun en las peores condiciones aguardan con paciencia por un trasplantes que les salvará la vida, o por lo menos de una ayuda que les permita mantener vivas sus ilusiones.
Evelline, Inés y Zulema, comparten un sueño en común, lograr que sus hijos mejores sus condiciones de salud y que ganen la batalla a la enfermedad que por años las ha obligado a ser una de las visitas constantes en el hospital infantil JM de los Ríos.
Acá sus historias:
Un trasplante antes de emigrar: Juan Acosta aún sueña en el J.M. de los Ríos (II)
Las esperanzas de María Elena están cifradas en su hermana gemela (III)
«Yo no quiero que mi hija se haga un trasplante, pero su cuerpo lo necesita» (y IV)