La moderación y la audacia, por Luis Manuel Esculpi
En el comportamiento político se suele plantear frecuentemente como un falso dilema el de contraponer la audacia con la moderación. No contemplando la flexibilidad necesaria, al asumir que hay momentos en los cuales se puede y debe ser moderado, al igual que existen algunas coyunturas políticas en las que se requiere ser audaz.
En el universo opositor venezolano actual está presente tácita o explícitamente en el debate tal disyuntiva, incrementada a partir de las posiciones asumidas en el proceso electoral de mayo del 2018. Nos parece se incurre en un error al convertir en una especie de hito que divide las aguas esa fecha, permanecer anclados en una controversia sobre la justeza de haber participado o no en esas elecciones, resulta de poca utilidad al propósito de definir la ruta para alcanzar el cambio político.
No se puede ignorar la afirmación realizada desde los factores principales de la oposición que, en última instancia, el conflicto actual tendrá un desenlace en la realización de elecciones libres y competitivas. Por supuesto, la conquista de tales condiciones para facilitar el proceso, necesariamente pasarán por una negociación inevitable, por ejemplo, resulta imposible designar un nuevo Consejo Nacional Electoral (no sólo sus rectores) sin la existencia de un acuerdo político para hacer viable tal posibilidad, eso solo para mencionar una de las exigencias que puede conducir a realizar un proceso con las características planteadas.
Quienes participaron el año pasado, al igual los que se abstuvieron seguramente coinciden en ese método para arribar a las condiciones que posibiliten la participación de la mayoría opositora, en unas eventuales elecciones presidenciales adelantadas. No se puede analizar la estrategia a partir de mantener congeladas imágenes de decisiones anteriores, los demócratas no desprecian cualquier resquicio de apertura para participar de la lucha electoral, sin embargo la casi totalidad de la oposición no participó en las elecciones de la ilegítima constituyente por considerar justa en esa oportunidad la política de abstención, de tal manera que aun considerando esa premisa no se puede convertir en un dogma.
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La presión tanta nacional como internacional es un medio, no una estrategia, para lograr conquistar las mejores condiciones. Cuando existe la posibilidad de negociar para arribar a un acuerdo, es precisamente el lapso en el cuándo aumentan las presiones, resultaría incomprensible declarar una especie de tregua permanente hasta tanto no se logre resultados. Permítaseme utilizar una imagen bélica la de las negociaciones en París entre vietnamitas y norteamericanos, resultaría impensable que mientras conversaban, los primeros suspendieran su ofensiva en el sur, o los gringos no bombardearan Hanoi
La moderación como definición de una conducta permanente, no favorece la lucha por los cambios y tiende a derivar en posiciones políticamente conservadoras. Igualmente, si se hace de la audacia un rasgo permanente del comportamiento, se corre el riesgo de caer en la temeridad o en la aventura
Se trata apelando a una añeja frase «la necesidad de combinar las distintas formas de lucha»; tácticamente conviene manejar sabiamente distintos estados, la conducción política debe definir cuándo avanzar y cuando replegarse, cuando actuar con audacia y cuando con moderación. Sin definirse una conducta permanente en forma apriorística
Al Asumir una u otra condición en forma dogmática, se corre el riesgo de no contar con la flexibilidad necesaria para una actuación exitosa. Sobre todo, si se toma en cuenta que la lucha es por la conquista del cambio político, para reinstitucionalizar el país y lograr la reconciliación entre los venezolanos y progresar en paz.
Comprensiblemente la última abstención conducía inevitablemente al desconocimiento de la juramentación de enero, esa era sin duda una decisión audaz, lo que no implica necesariamente negar la lucha por unas elecciones limpias, tal como ha sido señalado.
Se trata, de «jugar en todos los tableros», igual al reiterar lo de «todas las opciones están sobre la mesa», se trata de todas y una de ellas es precisamente la negociación. Para un extremo la lectura es una sola opción: el absurdo de invocar a través de una falsa interpretación el artículo 187 numeral 11, que supuestamente permitiría una intervención extranjera; para el otro extremo la lectura es radicalmente opuesta: se trata de participar en cualquier proceso electoral y, de cualquier manera, llegando también al absurdo de hablar de elecciones parlamentarias adelantadas.
Afortunadamente la mayoría de las fuerzas representadas en la Asamblea Nacional, con todos los obstáculos que tienen que superar, se están conduciendo en el sentido de manejar con la necesaria flexibilidad y de acuerdo a los ritmos que la originalidad de la lucha exige