Ahora en Barbados, por Gonzalo González
Se reanudan las conversaciones entre el régimen y la oposición, tendrán como sede la isla caribeña de Barbados.
Considero pertinente la asistencia de las fuerzas democráticas a tal cita porque es conveniente explorar la viabilidad de una negociación con el chavismo a los efectos de construir un acuerdo en torno a una solución pacífica y constitucional a la crisis de poder existente. No la llamo solución política porque políticas son todas las soluciones en este campo, sean pacíficas o no.
Procurar una salida vía negociación no es un acto de rendición ni un ejercicio de candidez. Tampoco supone reducir la presión ni dejar de actuar en todos los escenarios en los cuales se escenifica la resistencia contra la dictadura chaviana. Ya el presidente (e) Guaidó puntualizó que siguen abiertas todas las opciones
El meollo central del proceso, y de hecho el principal obstáculo para que el mismo tenga éxito y se materialice en acciones, es que el objetivo central de cada interlocutor es antagónico, el chavismo aspira fortalecer el continuismo y las fuerzas democráticas abrir las puertas a un Gobierno de transición.
En mi opinión, el posicionamiento actual del chavismo, su discurso y su acción pareciera indicar que todavía no tiene incentivos lo suficientemente poderosos como para negociar su salida del poder; porque: consideran tener todavía margen para aguantar las presiones y sanciones de que son objeto, no sienten que la gobernabilidad este fuera de control y perdida, confían en su control de la FAN y en la coacción, y no se fían de las supuestas garantías de impunidad ofrecidas para cuando salgan del poder.
Para las fuerzas democráticas no es asumible – por no ser socialmente aceptable entre otras razones– un acuerdo que no desemboque en un Gobierno de transición que tome las medidas necesarias para empezar a revertir la crisis humanitaria y reconstruya las condiciones acordes para la realización de elecciones bajo el imperio de la Constitución vigente. Además, la mayoría determinante de la población pide el cese de Maduro en la Presidencia de la República por usurpador y responsable de la crisis. El cuándo y el cómo se concreta y materializa ese objetivo es lo pertinente a negociar.
Vistos los dispares y contradictorios intereses de los interlocutores, las expectativas de arribar a unos acuerdos sustantivos y efectivos para iniciar el camino de superación de la crisis no pueden ser altas. Tampoco se observa de parte del chavismo gestos de apertura para descomprimir la situación y crear un ambiente favorable. Creo que van a esas conversaciones con el objetivo de aparecer dialogantes, de lavarse la cara (el informe Bachelet es una mácula de difícil superación), y de ganar tiempo.
Hay personas serias e informadas que sostienen la existencia de condiciones propicias para arribar a los acuerdos necesarios para destrabar la situación y favorecer las necesarias salidas pacíficas e institucionales. Espero, por el bien del país, tengan razón.