Lecciones desde Argentina, por Félix Arellano
Estamos recibiendo mucha información y diversas interpretaciones sobre el tsunami político que vivió Argentina, luego de las elecciones PASO (sistema novedoso para definir los partidos y candidatos que podrán participar en las elecciones presidenciales) del pasado domingo 11 de agosto. Los efectos económicos son significativos y deben ser evaluados; empero, también debemos analizar con atención las lecciones políticas que ilustran sobre los enormes riesgos que enfrentan los cambios y las transiciones en el marco democrático.
Al asumir el poder el Presidente Mauricio Macri (diciembre 2015), inicia un proceso de complejas transformaciones de la economía argentina, con el objeto de incrementar la producción, la productividad, la competitividad; disciplinar y organizar la administración pública y los gastos del gobierno; transformaciones macroeconómicas orientadas a fortalecer la economía del país e insertarlo efectivamente en la economía mundial. Pero los cambios económicos, tienen inexorables consecuencias políticas y sociales, que deben ser atendidas de forma prioritaria.
El primer remezón que generaron los cambios se presentó en abril del 2018, con una creciente fuga de capitales, que obligó recurrir al financiamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI), negociación exitosa, pues Argentina recibió el mayor préstamo en la historia de esa institución, por 57.000 millones de dólares; empero, como era de esperar, también se comprometió con un severo ajuste fiscal para equilibrar las cuentas públicas. Los resultados del domingo pueden ser un indicador de las consecuencias sociales del ajuste.
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Luego del dramático 47% Fernández y 32% Macri, saltan las preguntas, ¿no hubo la adecuada atención a las potenciales consecuencias sociales del ajuste?; ¿no se trabajó políticamente el programa?; ¿no hubo la necesaria comunicación y participación social en el posicionamiento de los cambio y sus ajustes?; ¿privó la arrogancia y la insensibilidad social?
Naturalmente que el ambiente político argentino resulta un entorno bien complejo, y pretender superar al peronismo se ha convertido en un proyecto imposible en ese país. Ahora bien, la falta de negociación de los cambios y una deficiente participación del mayor número de actores de la sociedad civil, se constituyen en potenciales factores de inestabilidad del cambio.
Las medidas económicas, un tanto desesperadas, adoptadas por el Presidente Macri luego de los resultados del domingo, parecen confirmar que fallaron, entre otras, la sensibilidad social, la comunicación y la negociación en el proceso de implementación de los cambios.
Resulta difícil exigir a los más débiles que tengan que soportar la carga de los ajustes y además esperar que cambie, de forma espontánea, sus malas prácticas y los antivalores cultivadas en décadas de dadivas y falsos discursos populistas
Nos enfrentamos de nuevo con el reto permanente en nuestra región: ¿cómo promover crecimiento y prosperidad económica, sin desconocer la situación de los más débiles?; podríamos definirlo como la sensibilidad social del crecimiento económico, tema sobre el que se ha escrito mucho, pero aún no se dispone de la receta salvadora. La tormenta que está enfrentando Argentina, trae a colación la vieja tesis de Fernando Fajnzylber, que desde la Cepal (1990) nos decía: “el casillero donde deberían estar los países en los cuales tanto el crecimiento económico como la equidad han sido positivos: este casillero ESTA VACIO”.
Los desafíos que generan los cambios o una transición en un marco democrático, son enormes y exigen el desarrollo de una gran disciplina y múltiples capacidades, entre otras, creatividad, dialogo, negociación, inclusión, comunicación, educación y cooperación con la mayor diversidad de actores del conjunto social.
Frente a un eventual triunfo de Alberto Fernández en las elecciones del próximo 27 de octubre, convendría recordarle, que la selección de Cristina Kirchner como parte de la fórmula, ha sido una hábil decisión electoral; ahora bien, para lograr un gobierno estable, de crecimiento y bienestar, puede resultar su peor consejera.
Por otra parte, los demócratas del mundo le debemos recomendar la lectura obligatoria del contundente Informe de la Sra. Bachelet. Un apoyo mecánico e irresponsable al autoritarismo venezolano, sería un grave error, con lamentables consecuencias para la democracia y los derechos humanos