Venezolanos arriesgan su vida pasando por las trochas para llegar a Ecuador
Entre 20 y 30 dólares por persona deben cancelar los migrantes venezolanos para transitar por estos caminos ilegales, cguiados por habitantes de las zonas aledañas, todo con el objetivo de pisar territorio ecuatoriano
Tras la puesta en marcha la exigencia de un visado para que los venezolanos puedan ingresar a Ecuador, los migrantes han optado por acudir a prácticas peligrosas, pasando por pasos improvisado para evadir los controles policiales.
Tal es el caso de Yeniel, un joven venezolanos que no quiso revelar su apellido, edad ni lugar de origen, quien acudió a las torrentosas aguas del río Guátara, que tiene un tramos de 45 kilómetro y delimita la línea fronteriza entre Colombia y Ecuador.
Este hombre decidió apostar por un cruce improvisado, arriesgando su vida en un paso ilegal que le permitiera entrar al país andino sin tener que presentar el visado requerido al que no ha podido tener acceso.
Yeniel utilizó una cuerda improvisada, elaborada con varias sábanas amarradas entre sí para cruzar el río, detrás de él había otras 20 personas que esperaban su turno para pasar por esta zona que les permitiría librar el control fronterizo.
Desde el pasado 26 de agosto el gobierno de Lenin Moreno, exige la presentación del visado humanitario a todos los ciudadanos de nacionalidad venezolana que deseen ingresar a su país con la intención de radicarse en la nación, y un visado de turista para todo el que desee ir de visita.
Esta medida afecta a más de 600 personas que no llegaron a pasar la frontera entre Ecuador y Colombia antes de la puesta en marcha del visado, lo que ha llevado a estos ciudadanos a intentar de manera desesperada optar por intentar el ingreso por pasos ilegales.
Entre 20 y 30 dólares por persona deben cancelar los migrantes para transitar por estos caminos ilegales, guiados por habitantes de las zonas aledañas.
Los que deciden avanzar por su cuenta se organizan improvisadamente, como Yeniel. Él, por ejemplo, forma parte de un grupo y juntos toman una ruta que más bien parece un despeñadero. No hay camino trazado ni indicios de que alguien más haya andado por esos sitios. Se abren paso con un machete, bajan con lentitud y con precario equilibrio se aferran a cada raíz, a cada rama.
“Estoy cansado de caminar en todos lados y que no me dejan pasar”, dijo a The Associated Press. “Quiero que Maduro dejé de mandar en Venezuela y mi familia tenga que almorzar”.
En el grupo de Yeniel hay mujeres, jóvenes y unos pocos niños. Ya en la orilla del Guáitara, confirman lo que no se veía con claridad desde el puente de Rumichaca:el agua de este río les llega al pecho, la corriente es fuerte y el riesgo de cruzarlo es muy alto. A pesar de ello, Yeniel se lanza a las aguas y llega al otro lado. De un extremo a otro se ata la cuerda y cada uno de sus compañeros avanza lentamente hasta llegar a la orilla opuesta.
De acuerdo a los datos de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), más de cuatro millones de venezolanos habían abandonado el país en los últimos años.
Todos lo hacen huyendo de la emergencia humanitaria compleja que se vive bajo el régimen de Nicolás Maduro, en medio de una crisis política y económica, que los lleva a apostar por caminos riesgosos.
Con información de AP
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