La seguridad alimentaria no es tarea para el socialismo, por Wilfredo Velasquez R
El último gobierno de Caldera resultó pésimo para el país, y muy bueno para el chavismo, porque con los indultos a los golpistas del 92, permitió el surgimiento de un fuerte movimiento político, que convertido en tsunami de corrupción destruyó al país.
Sin embargo y pese a que, al gobierno del chiripero, como acertadamente les calificara Teodoro Petkoff, resulta difícil encontrarle bondad alguna, justo es reconocer, que, en un momento de bajos precios del petróleo, su conjunto de programas sociales pudo brindar a un país empobrecido una eficiente asistencia social que detuvo en gran medida la catástrofe que se avecinaba.
Con el petróleo a 8, 15 $, pudo Rafael Caldera,desarrollar 14 Programas sociales (PS), que cubrían los diferentes sectores poblacionales, entre los que destaca el Programa de Alimentación estratégica (Proal), que llegó a cubrir 203 municipios, con un esquema de distribución de alimentos que se iniciaba enlas empresas agroindustriales, pasaba por centro de acopios municipales, hasta llegar a las bodegas ubicadas en los sectores más pobres, para abastecerlos con alimentos, que cubrían las necesidades proteicas y calóricas de la población.
Con este programa, sin pretender defender a Caldera, se hizo un verdadero esfuerzo de transparencia, las ofertas de los proveedores, se recibían en sala pública, con un notario, y el en el mismo acto se entregaba la buena pro.
En el gobierno chavista, los camaradas, crearon el mercal que era una versión perversa del PROAL, y después crearon las misiones, pasando por el despelote en que convirtieron el Fondo Único Social y el Plan Bolívar 2000.
El petróleo subió de 9,98 $ en 1998 hasta 130 $ en el 2008, lo que permitió encubrir la destrucción acelerada del aparato productivo, con grandes importaciones de alimentos y manejos fraudulento del sistema de asignaciones de divisas.
Los diferentes programas sociales, que venía desarrollando Caldera fueron definitivamente sustituidos por el sistema de misiones financiadas desde Pdvsa.
Chávez le cambió la misión a Pdvsa y la convirtió en un fondo de asistencia social.
En 2008, se produce la caída de la producción y de los precios del petróleo, pero pese a lo grave de la situación, la inflación que en el aquel momento ya alarmaba al mundo, entre 12% y 32%, no era ni por asomo el monstruo que hoy nos devora.
Indudablemente la crisis de septiembre de 2008, sorprendió al país, pero el punto de quiebre de la situación alimentaria en Venezuela se evidencia en 2015, cuando empezamos a ver ministros, gobernadores y alcaldes, fotografiándose entregando bolsas de alimentos a la población, como muestra evidente de la crisis humanitaria que se empeñaban en negar.
En abril de 2016, asumen la crisis alimentaria como un problema estructural y crean los CLAP. Y siguen negando la crisis.
El régimen que tan bien sabe enmascarar las desgracias que produce, en el 2016 promocionaba el informe de la FAO, “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional. Sistemas alimentarios sostenibles para poner fin al hambre y a la malnutrición. ALC 2016”, en el que se señala que Venezuela había cumplido, junto a los países de la región, anticipadamente las metas del objetivo número uno del milenio (Meta 1A: Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, la proporción de personas con ingresos inferiores a 1 dólar por día. Meta 1C: Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas que padecen hambre.)mientras que las organizaciones no gubernamentales y hasta las oficiales desmentían con sus estudios el mencionado informe.
Los indicadores de 2015 relativos a la pobreza general, pobreza extrema, acentuada escasez de alimentos, aumento de la mortalidad materna y neonatal, evidencian una situación contraria a lo que significaría lograr el cumplimiento del Objetivo del milenio número 1, (ODM1), relativo a la superación del hambre y la pobreza extrema.
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Lejos de cumplir el mencionado objetivo del milenio, nos sumieron en la desnutrición, el hambre y la pobreza extrema, para comprobarlo bastaría con mencionar el nivel de ingresos diarios que definen a quienes vivimos en pobreza extrema.
La disponibilidad y accesibilidad a los alimentos está muy lejos de lograrse, vivimos en un estado de inseguridad alimentaria crónica, mientras la brecha social se hace insalvable.
Desaparecieron las bodegas donde se abastecían los sectores más humildes y aparecieron los bodegones repletos de productos importados, con precios superiores a los precios internacionales, expresados y cobrados en divisas norteamericanas.
Como quien dice, nos han puesto un pedacito del imperio en cada esquina.
Los gobiernos socialistas cuando hablan de seguridad alimentaria, piensan en un instrumento de dominación y control social, jamás en el bienestar de la población.
La seguridad alimentaria no es una tarea para el socialismo, solo se puede garantizar en democracia.