Apuntes sobre la sociedad, por Rafael A.Sanabria M.
La sociedad es el complejo mundo que nos rodea, transforma y moldea para hacernos capaces de vivir armónicamente en comunidad. La sociedad se rige por normas y leyes que todos debemos respetar y cumplir. Cuando un ciudadano cumple sus deberes y derechos, contribuye con la conducta cívica, el entendimiento pacífico y la convivencia comunitaria. Es necesario reconocer el valor de la familia, núcleo fundamental y fuente difusora de las experiencias de comunicación y de relación interpersonal que afianza las bases de lo que el individuo será en el futuro.
Es urgente hacer una revisión intrínseca a la familia. Muchos flagelos de nuestra convivencia se deben a la carencia de valores en el seno familiar. Estamos en una sociedad que da más valor al tener que al ser, generando esto que se fluctúa entre los extremos de dependencia e independencia. Sólo la madurez le permitirá más tarde al individuo aceptar ser autónomo dentro de un marco de necesaria dependencia.
Sobreponer sinceramente el “nosotros” al “yo” debe ser la base de la convivencia. La aceptación del otro es la armonía. Pero los integrantes de esta sociedad se encuentran aislados en intolerancia, por causas políticas, económicas, culturales, religiosas y sociales
Es hora que cada uno busque nuevos horizontes, que convirtamos cada día en nuevo y diferente, con alicientes para convivir, que no dejemos instalar la “intolerancia”, sino aumentar la atracción por valores éticos, estéticos, personales, sociales y comunitarios.
Lea también: Los Milicianos y la Bruja del Ávila, por Tulio Ramírez
Actualmente formamos parte de una sociedad desvalorizada, desconfiada, con baja autoestima, la cual nos ofrece como principios algunos antivalores. La educación debe considerar que la sociedad tiene una dinámica en la cual la escala de valores se altera continuamente, creando al mismo tiempo conductas opuestas. Una sociedad donde hay actitudes negativas porque no existe un valor real establecido. Se debe evitar el doble discurso: “es bueno para ti, pero yo no lo aplico” o “debes ser justo, pero yo practico la injusticia”.
Los valores están en crisis. El lujo y las falsas apariencias son modelo de vida para muchos. La educación debe encargarse de inculcar el amor, la solidaridad y el respeto
La intención es revertir la crisis de valores en que vivimos, por el bombardeo de frases como: “el dinero lo puede todo”, “no lo ayudes, que lo haga sólo”, “esta vida no sirve de nada”, “a mi me pones donde hay”, “primero yo, segundo yo y tercero yo”, entre otras.
Es verdad que en la sociedad actual estamos viviendo circunstancias muy difíciles, incluso dramáticas. Tal vez sintamos que la sociedad “anda acelerada”, pero no podemos ceder a la ley de la selva. Todos compartimos una sociedad. Es nuestro deber contribuir a hacerla más humana y placentera.
Lo antes descrito nos coloca frente a una visión crítica y objetiva de una sociedad que debe ir encaminada hacia el equilibrio armonioso, indispensable para la vida en libertad, la conciencia hacia los procesos a diversas escalas que permita una visión de conjunto de lo político, económico, social, cultural y ambiental, actuando desde lo local con visión global. Vivir en una sociedad libre es vivir con conciencia, es defender la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, es vivir con conocimiento, conciencia y convicción de que jamás permitiremos la explotación de los seres humanos por otros seres humanos. Es luchar por la dignidad.
Es pertinente recurrir a la formación de la sociedad, fortaleciendo la ciudadanía, sus mundos y los de otros, reconociendo su pensamiento crítico–reflexivo. El reto es que cada uno tome conciencia a través de la acción como medio para llegar a la reflexión crítica, que genera la transformación de la forma cómo juzgamos y decidimos, que se traduce en toma de conciencia.